Lou Donalson, una oportunidad ¨²nica

Lou Donaldson fue reconocido el a?o pasado con los National Endowment for the Arts Jazz Master, la m¨¢s alta distinci¨®n que se otorga en Estados Unidos a la gente que se dedica al oficio de m¨²sico de jazz. Dizzie Gillespie lo estren¨® en 1982, Count Basie en 1983, Miles Davis en 1984, Ella Fitzgerald en 1985 ¡­ y as¨ª un largo etc¨¦tera.

No es que Donaldson ponga este lunes el marchamo de la veteran¨ªa al festival de m¨²sica contempor¨¢nea del Jimmy Glass Jazz Club de Valencia, porque a estas alturas es intemporal, sino que lleva al barrio del Carmen quintales de sabidur¨ªa musical y esc¨¦nica. El saxofonista, que empez¨® a tocar el clarinete a los 9 a?itos, cumpli¨® hace unos d¨ªas los 88 como si tal cosa y, seg¨²n ha confesado, no es que necesite salir de gira para sostenerse, sino que lo hace por el placer de dar a conocer la m¨²sica que ama y que llev¨® a su m¨¢xima expresi¨®n con el ¨¢lbum Blues walk, en 1958.

Fue, con este y otros discos, una de las estrellas del legendario sello Blue Note. Pero, m¨¢s all¨¢ de la inyecci¨®n de creatividad imborrable que recibi¨® cuando por primera vez escuch¨® a Charlie Parker, Lou Donaldson ha cultivado una gran virtud, consistente en alternar con la excelencia y aproximarla a lo popular, o si se quiere, a la pista de baile.

Agita con maestr¨ªa la coctelera donde se enlazan el bebop, el blues y el soul, y les da un toque de ¨®rgano como pocos. No es probable, por otra parte, que haya muchas oportunidades m¨¢s de verle y escucharle a dos metros de distancia por estos pagos. As¨ª que, si todo va bien, este lunes en Valencia, saldr¨¢ a escena mister Sweet Poppa Lou. Con ¨¦l, un tr¨ªo de artesanos de primer orden: Randy Johnston, a la guitarra; Akiko Tsuruga, al ¨®rgano, y Fukushi Tainaka, a la bater¨ªa.