Rapi?a
La ruina no se mide por cu¨¢nto cobras o cu¨¢nto debes: se mide por c¨®mo te sientes
Los economistas se equivocan. La ruina no se mide por cu¨¢nto cobras o cu¨¢nto debes. La ruina se mide por c¨®mo te sientes. En eso tienen raz¨®n los novelistas rom¨¢nticos. La crisis crediticia no ocurri¨® porque la gente se despertara un d¨ªa m¨¢s pobre que al acostarse. Sucedi¨® porque la gente se despert¨® asustada. Aterrada. As¨ª es como nos levantamos todos desde hace unas semanas al contemplar el panorama desde la ventana de la cocina que es la ¨²ltima trinchera. Y no me refiero ahora a la situaci¨®n econ¨®mica, sino a la pol¨ªtica, sabiendo como sabemos que no quedan ni siquiera dos justos en Gomorra. Una se acerca al quiosco a comprar el peri¨®dico como a la Franja de Gaza. El reporterismo de guerra se practica ahora en Alicante, Valdemoro o Castell¨®n de la Plana.
Atendiendo a c¨®mo nos sentimos podr¨ªa decirse que estamos en bancarrota total, en t¨¦rminos econ¨®micos, ya ni les cuento. ?Por qu¨¦? En palabras del presidente Rajoy, ¡°pasan unas pocas cosas¡±. Le falt¨® decir, de plastilina. Pero pidi¨® perd¨®n. Eso s¨ª. Somos humanos. Todos cometemos errores. Tiene toda la raz¨®n. ?Qui¨¦n no ha saqueado alguna que otra vez la Hacienda P¨²blica? ?Qui¨¦n no ha puesto como modelo de gesti¨®n pol¨ªtica a Francisco Camps o a Jaume Matas? ?Qui¨¦n no ha recortado la sanidad y la educaci¨®n? Son de esas situaciones concretas y cotidianas con las que cualquiera de nosotros se encuentra a diario cada ma?ana cuando va al tajo. A ver, qu¨¦ me puedo fundir hoy, el sueldo de los funcionarios, la televisi¨®n p¨²blica, el estado de derecho, los ahorros de los abuelos, la beca del comedor de los ni?os, lo que haga falta. ?Le sirven todas estas cosas a nuestros gobernantes para sentirse mejor? Ni idea. Hablo poco con los presidentes del gobierno, incluso con los de la Generalitat. Pero supongo que para llegar a ciertos extremos de prostituci¨®n hay que estar muy faltos de cari?o.
Volviendo a los imputados, hay que intentar ponerse en su lugar. Tiene que ser muy duro trincar una cantidad de dinero tan enorme que uno no va a tener tiempo de fundirse mientras viva, porque todos sabemos que hay un nivel m¨¢ximo de despilfarro imposible de sobrepasar. Quiero decir que nadie se puede trajinar cuatro docenas de langostas todos los d¨ªas sin ir directo a la UCI. ?Qu¨¦ placer puede encontrar por ejemplo el primog¨¦nito de Jordi Pujol en tener once coches deportivos de lujo guardados en su garaje? Lo ignoro. Es un misterio. Son cosas que s¨®lo se pueden entender si uno nace en la familia Pujol Ferrusola y ya viene al mundo con una fortuna y una carrera delictiva mete¨®rica desde antes de nacer.
Ustedes, como yo, se preguntar¨¢n, hasta donde se puede llegar en esta deriva? Hasta el hueso. Pues, vale. Ya han llegado. Esto no da m¨¢s de s¨ª. Est¨¢ liquidado. Sentenciado. Kaput. Algunos pol¨ªticos todav¨ªa no se han dado cuenta porque su percepci¨®n de la realidad es en diferido, como cuando te acercas a la mirilla para ver qui¨¦n llama al timbre y ves a alguien all¨¢ a lo lejos, pero cuando abres la puerta, lo tienes delante de tus narices. Y resulta que es joven, va en vaqueros y mangas de camisa y tiene un conocimiento muy exacto de c¨®mo nos sentimos.
Hace semanas que s¨®lo oigo un clamor a m¨ª alrededor. General, persistente, n¨ªtido, sin medias tintas. En todas partes. Sin distinci¨®n de edad, sexo, formaci¨®n profesional o equipo de f¨²tbol. A ritmo de rap o de bolero. Me pregunto que necesita m¨¢s la democracia, jueces o poetas. Y no lo s¨¦, francamente.
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