Un Henry Purcell distinguido
Calidez y naturalidad en un Auditori de Barcelona con muy buena entrada para gozar de la ¨®pera 'Dido y Eneas'
Empezar una temporada de m¨²sica antigua con m¨¢s de 1.400 espectadores en la sala supone un ¨¦xito por el que hay que felicitar al Auditori de Barcelona. Tras dar por enterrada la opci¨®n de mantener un festival especializado, la m¨²sica antigua cobra ahora mayor protagonismo durante la temporada: se consolida como repertorio al que conviene mimar todo el a?o porque cada vez atrae a m¨¢s p¨²blico. Y la velada inaugural, a cargo del director brit¨¢nico Robert King, ha sido un rotundo ¨¦xito por la respuesta del p¨²blico y por la excelencia art¨ªstica alcanzada en un programa consagrado a Henry Purcell, con su ¨®pera Dido y Eneas como plato estelar.
King pone en primer plano la emoci¨®n sin rebajar la exigencia t¨¦cnica ni distorsionar el rigor estil¨ªstico. Sabe inspirar, sin arrebatos divistas, a los cantantes e instrumentistas que integran The King¡¯s Consort, el conjunto coral y orquestal que fund¨® en 1980, siguiendo criterios hist¨®ricos. Y bajo su atenta direcci¨®n, Purcell son¨® con calidez, naturalidad y un toque especial de distinci¨®n al subrayar detalles musicales y po¨¦ticos de incre¨ªble belleza.
Abri¨® el programa con una Oda de bienvenida ¡ªWhy are all the Muses mute? (?Por qu¨¦ todas las musas est¨¢n en silencio?)¡ª, estrenada en Londres en 1685 para festejar el regreso del rey Jaime II. No hubo ni un ¨¢pice de acartonada solemnidad; al contrario, desde el sorprendente inicio, un solo de tenor con austero acompa?amiento instrumental, el lirismo refinado se impuso en una lectura con m¨¢s brillo en la respuesta coral y orquestal que en algunas intervenciones solistas de los cantantes del coro.
DIDO Y ENEAS
De Henry Purcell. The King¡¯s Consort. Director musical:
The King¡¯s Consort
Direcci¨®n: Robert King.
L¡¯Auditori.
Barcelona, 5 de noviembre
En la segunda parte, King descubri¨® matices de gran belleza en una versi¨®n de Dido y Eneas tan elocuente en lo musical como imaginativa al subrayar la personalidad de uno de los padres del teatro musical ingl¨¦s. Una acertada iluminaci¨®n romp¨ªa la frialdad de las versiones en concierto, mitigada por la evocaci¨®n de la acci¨®n a trav¨¦s del gesto y el movimiento de los solistas y el coro. Triunf¨® el poder evocador de Purcell gracias a la riqueza del sonido orquestal y al instinto teatral del coro. El nivel en la respuesta de los solistas no fue tan excelso, desde el Dido de intensos acentos de Lorna Anderson al correcto Eneas de Peter Harvey, pasando por la brillantez de Julia Doyle (Belinda) y las tablas de Robin Blaze (Hechizera) y Charles Daniels (Marinero).
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