El triunfo en una sociedad herida
Una Lady Gaga redentora lastr¨® la din¨¢mica de su espect¨¢culo para reivindicar su comprensi¨®n hacia los desfavorecidos
? A qu¨¦ juega Lady Gaga?, ?cu¨¢l es la apuesta de su espect¨¢culo?, ?con qu¨¦ se ha de quedar el p¨²blico, con su primera y ¨²ltima parte o con la central, la m¨¢s cargada de intenci¨®n redentora?. ?Todo forma parte de un mismo corpus o es resultado de casar mulas con caballitos de mar?; si la gira reivindica el esp¨ªritu festivo de las raves electr¨®nicas ?c¨®mo es que en el quicio de sus dos horas y media de espect¨¢culo Lady Gaga se convierte en un telepredicador con manuales de autoayuda y larga consejos y directrices como si estuviese aleccionando a p¨¢rvulos? Preguntas, muchas preguntas que en este caso no remiten a un espect¨¢culo de los que hace pensar, sino a los que se antojan equ¨ªvocos, contradictorios, caprichosos y egoc¨¦ntricos. Lady Gaga triunfando en el Sant Jordi, con todas las entradas vendidas, notable asistencia juvenil e infantil y un incuestionable desfile de luz y de color. No extra?a que el circo est¨¦ en crisis, el circo del siglo XXI se llama pop de masas, y los animales, pulpos en este caso, s¨®lo son vestidos que la diva luce para mayor gloria de la excentricidad.
Exc¨¦ntrico. Seg¨²n la RAE una de las acepciones indica: artista de circo que busca efectos c¨®micos por medio de ejercicios extra?os y que, generalmente, toca varios instrumentos musicales. Lady Gaga no busca en apariencia la comicidad, pero en todo lo dem¨¢s se ajusta a la definici¨®n. En escena s¨®lo toc¨® el piano, correspondiendo estos pasajes a la parte m¨¢s sopor¨ªfera de su espect¨¢culo, pero por momentos aquello parec¨ªa un circo donde lo ¨²nico sustancial, la ¨²nica posible articulaci¨®n era la compulsiva evocaci¨®n de lo extra?o. No parec¨ªa haber otro gui¨®n, s¨®lo llamar la atenci¨®n y lucir tangas. F¨¢cil. Con suministrar LSD a un sastre y vigilar que el tanga disponga de tira el tema parece resuelto. Pero no, porque si esto se quedase as¨ª apenas habr¨ªa reproche posible m¨¢s all¨¢ del gusto personal y la inclinaci¨®n o distancia hacia lo extremo y/o chocante, y tampoco Lady Gaga podr¨ªa presumir de concepto m¨¢s all¨¢ de una "arriesgada" puesta en escena. Aqu¨ª entra la parte central de la propuesta de la diva, la ideolog¨ªa que la muestra como redentora de los d¨¦biles e inadaptados, de aquellos a los que la sociedad rechaza por ser distintos y no simular felicidad.
Momento culminante de la noche. Convencida de que la m¨²sica cambia vidas y sociedades, Lady Gaga lee la carta de un chaval que gracias a ella super¨® la bulimia. No contenta con ello, con arrogarse p¨²blicamente un papel redentor antes circunscrito a la religi¨®n o a los videntes, Lady Gaga hace espect¨¢culo con el chaval, que at¨®nito, emocionado y superado por los hechos permanece en escena un par de temas, uno de ellos la versi¨®n de 4 Non Blondes "What's up". Y la diva se deja abrazar, baila con el chaval, que luego la ci?e por la cintura cuando de nuevo se sientan al piano. La desfachatez alcanza su apogeo y el espect¨¢culo, musicalmente lastrado por la adoraci¨®n a ella misma, convertida en una suerte de pantocr¨¢tor redentor situado encima incluso de su propia m¨²sica, naufraga. Ha ido demasiado lejos perdiendo de vista la m¨¢xima del pop: entretener.
La diva brot¨® del escenario como lava que desciende una ladera
Pero Lady Gaga se siente por encima de todo y de todos. Por eso su espect¨¢culo arranca febril y arrollador y poco a poco, a medida que los cambios de vestuario requieren interludios sopor¨ªferos, la tensi¨®n se desploma. Es entonces cuando la diva se reivindica como l¨ªder espiritual, un sistema infalible para vender discos incluso por encima del talento musical. Y no importa que el espect¨¢culo se pare, ya vendr¨¢ la tercera parte y su catarata de hits para reflotarlo en una imparable carrera de sobreactuaciones. Lo m¨¢s importante es reivindicarse como algo mucho m¨¢s profundo que una simple cantante de pop. Y aqu¨ª reside el quid de la cuesti¨®n, en que la simple rareza es asimilada a diferencia, y las diferencias, a menudo germen de la incomprensi¨®n y del rechazo, son algo humano, complejo y problem¨¢tico cuya paliaci¨®n no se consigue visti¨¦ndose de pulpo. Ese es el gancho que hace de Lady Gaga un icono, que su frivolidad es, disimul¨¢ndolo, tan oce¨¢nica que cala en una sociedad de solitarios que necesitan ser escuchados. Lady Gaga s¨®lo se escucha a ella misma, pero sabe disimularlo. Es m¨¢s, sus anteriores espect¨¢culos integraban mejor la arenga que este ArtPop donde el ritmo y la din¨¢mica se detienen para que la estrella se convierta en ap¨®stol de los incomprendidos. As¨ª la miraba el chaval que subi¨® a escena, con la veneraci¨®n debida a la ¨²nica persona que le ha hecho caso en su vida. Lady Gaga se siente m¨¢s que una estrella, pero su triunfo habla m¨¢s de las lagunas y carencias de una sociedad herida y sorda que de ella misma. Su triunfo es parad¨®jicamente lo que menos nos habla de Lady Gaga y m¨¢s de todos nosotros.
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