Maltratadas y despojadas de sus hijos
La Operaci¨®n Beb¨¦ investiga presuntas irregularidades en la retirada de menores a madres gallegas sumidas en la pobreza y v¨ªctimas de violencia
¡°Fue a Menores y le dijeron que no pod¨ªa ver a los peque?os, que le quitaban las visitas porque aunque ten¨ªa dinero y trabajo ya era tarde¡±. ¡°Recuerda que le mandaron una carta diciendo que era retrasada y no pod¨ªa cuidar a los ni?os, que cualquier persona le timaba porque era muy tonta, que no los iba a poder defender, educarlos y explicarles lo que es la vida¡±, relatan los papeles del juzgado. Como si precisamente ella, Irene (nombre ficticio para una historia real), no supiera mejor que nadie c¨®mo se las gasta la vida, c¨®mo se ensa?a, cuando todo se vuelve en contra. Esta lucense encaja como un guante con el perfil m¨¢s habitual de las madres que deambulan desesperadas por las miles de p¨¢ginas de la conocida como Operaci¨®n Beb¨¦: est¨¢ sola en el mundo, ha sido judicialmente declarada v¨ªctima de maltrato, se ha criado y ha vivido en la pobreza extrema y se ha sumido en una honda depresi¨®n cuando una maquinaria burocr¨¢tica implacable le ha arrebatado todo lo que ten¨ªa, sus ni?os.
Ahora, como otras, lucha con un abogado de oficio por recuperar los cr¨ªos que le quit¨® la Xunta, intentando demostrar que, m¨¢s all¨¢ de la prepotencia, el exceso de celo o una suerte de convicci¨®n redentora, los funcionarios imputados que estos d¨ªas prestan declaraci¨®n ante la juez de Instrucci¨®n 2 de Lugo, Sandra Pi?eiro, podr¨ªan haber cometido delitos relacionados con la alteraci¨®n de fechas, los lapsus deliberados, la desaparici¨®n de documentos clave y la elaboraci¨®n de informes subjetivos que habr¨ªan dado lugar a decisiones arbitrarias capaces de destrozar familias.
El de Irene es uno de los sangrantes testimonios de una docena de progenitores despojados de sus v¨¢stagos que han hecho del caso Beb¨¦ un sumario de 58 tomos angustiosos. Hoy hay m¨¢s de 10 imputados, la mayor¨ªa funcionarios de la Administraci¨®n gallega que ejercen en la Conseller¨ªa de Traballo e Benestar o en hospitales. La procesi¨®n comenz¨® el jueves pasado y continuar¨¢ ma?ana y el d¨ªa 20. El 1 de diciembre cerrar¨¢ la ronda una monja del Hogar Madre Encarnaci¨®n de Lugo, una residencia que trabaja con la Xunta donde bajo el lema ¡°s¨ª a la vida¡± se da techo a mujeres embarazadas y reci¨¦n paridas mientras, seg¨²n recogen las diligencias, se les ense?an quehaceres de provecho para las hembras como el fregado de suelos.
¡°Las dificultades para atender a sus ni?os se deben al maltrato que sufri¨®¡±
Las primeras funcionarias en declarar defendieron el jueves que sus actuaciones fueron correctas, aunque seg¨²n los abogados de las madres reconocieron errores en fechas, incurrieron en ¡°contradicciones¡± y una lleg¨® a admitir que no se preocup¨® por rastrear las circunstancias de una v¨ªctima de la mafia del caso Carioca que al firmar el consentimiento de adopci¨®n dej¨® escrito que lo hac¨ªa ¡°por fuerza mayor¡±. Esa madre, desesperada por la p¨¦rdida de su ni?a que hoy asegura haber entregado bajo presiones, intent¨® suicidarse al poco tiempo arroj¨¢ndose desde el sexto piso del hospital pontevedr¨¦s de Montecelo. Perdi¨® un brazo y est¨¢ parapl¨¦jica. Frente a esa pulcritud de las tramitaciones que defienden los funcionarios imputados, la abuela, tambi¨¦n imputada, de uno de los reci¨¦n nacidos retirados cont¨® que su hija discapacitada ps¨ªquica de la que es tutora legal firm¨® los papeles de la Xunta estando sola en la habitaci¨®n del hospital, sin su imprescindible supervisi¨®n. Un celador del Xeral Calde testific¨® adem¨¢s que previamente, ese d¨ªa, a la chica le hab¨ªan suministrado tres potentes ansiol¨ªticos hipn¨®ticos.
En el caso de Irene, Menores entr¨® en su vida para nunca marchar porque alguien denunci¨® la miseria en que viv¨ªa con su marido maltratador y su primera hija. Cuando la cr¨ªa ten¨ªa dos a?os, llegaron los funcionarios ¡°con la polic¨ªa¡±: ¡°Me dijeron que no me opusiera, que se iban a llevar a la ni?a por las buenas o por las malas y que firmase el documento¡±, relata. Ella se resisti¨® largamente, pero le ¡°amenazaron con que, si no firmaba¡±, no le dir¨ªan ¡°ad¨®nde se la llevaban¡±.
¡°Mami, no te vayas que te quiero mucho¡±, quedaba llorando la peque?a
Con el tiempo y ya con dos cr¨ªos, hizo todo lo que le exigieron en la Xunta y aunque part¨ªa de la nada logr¨® obrar milagros solo por amor a sus hijos, una ni?a nacida en 2005 y un ni?o de 2008, recuerdo de sus ¨²ltimas noches con el hombre que la somet¨ªa. En el sumario se explica que fue cumpliendo los requisitos que le iban imponiendo: se atrevi¨® a denunciar a su marido y obtuvo la orden de alejamiento; busc¨® un piso estupendo en Lugo capital; se empez¨® a cuidar f¨ªsicamente y encontr¨® trabajo. Irene hubo de desechar varios empleos hasta que hall¨® uno al gusto de los funcionarios que supervisaban con lupa su desgraciada vida. Pero por parte de la Administraci¨®n ¡°todo eran pegas¡±.
En una visita a su piso alquilado que hizo una fundaci¨®n de las que trabajan mano a mano con la Xunta en el tema de las tutelas y las adopciones de ni?os declarados en desamparo, Irene cuenta que las diligentes trabajadoras sociales le reprocharon que se tratase de un octavo, una altura, opinaban, peligrosa para los peque?os. Ven¨ªa de vivir con el esposo que la traicionaba y le pegaba en una casa de aldea casi en ruinas donde el ¨²nico mueble era un colch¨®n en el suelo. Hab¨ªa pasado el embarazo de riesgo, asegura, obligada por unos parientes a limpiar y servir todo el d¨ªa en un bar cuando el m¨¦dico le recetaba reposo y cama. ¡°Nada de psic¨®logo, ?lo mejor contra la depresi¨®n es trabajar!¡±, le insist¨ªa la familiar que al parecer la explotaba a cambio de techo. Con lo que hab¨ªa visto en su vida, ?c¨®mo pod¨ªa digerir esa cr¨ªtica a la altura del piso que le hac¨ªan las representantes de la ONG subvencionada? ¡°Ah, ya s¨¦, querr¨¢n una casa sin ventanas¡±, bromea con amargura Irene en un manuscrito que present¨® al juzgado y en el que esta mujer a la que le han matado cualquier atisbo de autoestima pide perd¨®n por las posibles faltas y redundancias que pueda cometer: ¡°Hay palabras que repito mucho¡±.
Pero los abogados de estas familias de Lugo denuncian que adem¨¢s de cortar la relaci¨®n con sus progenitores, Menores decidi¨® tambi¨¦n romper el contacto de los cr¨ªos con su familia extensa. Un padre cuenta c¨®mo huyeron con el carrito, tapando a su beb¨¦, las mujeres que lo tutelaban el d¨ªa que vieron llegar al abuelo al parque. Ese mismo hombre denuncia, aportando incluso las esquelas de su madre, que la abuela muri¨® pidiendo ver por ¨²ltima vez al cr¨ªo que era el ni?o de sus ojos. ¡°La Xunta ha secuestrado a mi hijo¡±, conclu¨ªa el padre en una entrevista con este medio. Irene relata tambi¨¦n c¨®mo se les neg¨® la custodia a los abuelos de sus hijos, pese a que ¡°vendieron las vacas para arreglar la casa¡± seg¨²n las exigencias burocr¨¢ticas.
Uno de los aspectos m¨¢s dolorosos del sumario Beb¨¦ es el contraste entre la desesperada lucha de los padres biol¨®gicos y las apacibles cartas de las familias acogedoras describiendo el estado de felicidad que reina en sus hogares para que se formalice la adopci¨®n a su favor: son ¡°la bendici¨®n¡± de esta casa, se congratula el matrimonio que aspira a quedarse con tres menores por los que al mismo tiempo pelea su verdadera madre. Esa chica denuncia que no puede ver a sus ni?os a pesar del informe que emiti¨® la Casa da Muller del Ayuntamiento de Lugo en el que se afirma que sufri¨® el ¡°s¨ªndrome de la mujer maltratada¡± y que ¡°las dificultades para atender a sus hijos derivan directamente de la situaci¨®n de maltrato vivida durante la mayor parte de su existencia¡±. No obstante, sigue el documento, gracias a su determinaci¨®n ¡°de un a?o a esta parte se produce un cambio evidente en casi todas las facetas de su vida¡±, por lo que la t¨¦cnica que firma el escrito que supuestamente no se tuvo en cuenta aboga por un reagrupamiento.
Antes de nacer el segundo hijo de Irene, fruto de su relaci¨®n con el mismo maltratador al que luego denunci¨®, Menores ya le avis¨® de que se lo iban a quitar. A ojos del r¨ªgido sistema no pareci¨® importar demasiado que, en las visitas de una hora que permit¨ªa la Xunta los s¨¢bados, la hija mayor se abrazase a ella como un n¨¢ufrago a un madero: ¡°Quedaba llorando, las cuidadoras ten¨ªan que soltarla de m¨ª a la fuerza¡±; ¡°mami, no te marches qu¨¦date conmigo que te quiero mucho; duermes en mi camita conmigo¡±, afirma que le suplicaba la cr¨ªa. Irene recuerda que, cuando se los dejaban llevar al piso, los ni?os estaban felices. Les hab¨ªa comprado juguetes y v¨ªdeos de Barrio S¨¦samo, sus favoritos. Llama la atenci¨®n que el delito gen¨¦rico que aparece citado en el encabezamiento de muchas de estas diligencias previas sea el de ¡°estafa¡±.
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