Los sue?os y las banderas
Es ilusorio creer que el partido que azuz¨® y se benefici¨® del conflicto catal¨¢n para atacar a Zapatero quiera resolverlo
La portada de este diario facilitaba ayer una sugerente asociaci¨®n de ideas. ¡°La ca¨ªda del muro de Berl¨ªn demuestra que los sue?os pueden hacerse realidad¡±, hab¨ªa dicho la v¨ªspera la canciller ?ngela Merkel al celebrar el 25 aniversario del fin real y simb¨®lico de la divisi¨®n de la ciudad, que era tambi¨¦n la de Alemania y la de Europa. Junto a esta frase se informaba de que aproximadamente dos millones y cuarto de ciudadanos catalanes hab¨ªan votado en una consulta sobre el futuro pol¨ªtico de su pa¨ªs. El 80%, a favor de la independencia. Un sue?o.
Mala noticia para el Gobierno de Espa?a. Aunque, estrictamente, no pod¨ªa ser una sorpresa. Los sondeos de opini¨®n arrojan datos parecidos. Los catalanes que se hab¨ªan pronunciado lo hicieron en una consulta que el Gobierno de Espa?a calific¨® de ilegal, que trat¨® de impedir mediante el Tribunal Constitucional y que se celebr¨® pese a que sobre ella y sus organizadores pesaban y pesan amenazas de persecuci¨®n penal.
Las cifras de ayer y otras que pueden consultarse indican que en torno a un tercio de la poblaci¨®n catalana se decanta actualmente por la independencia mediante la creaci¨®n de un Estado catal¨¢n. Es mucho, sobre todo si se tiene en cuenta que integra a una gran parte de los sectores m¨¢s organizados, activos y socialmente representativos del pa¨ªs. Desde sectores de la Iglesia y las patronales (no la banca, claro,) a los sindicatos y las universidades. No son los sans culotte. No es el lumpen proletariat. La de ayer fue la quinta gran manifestaci¨®n protagonizada por esta parte de Catalu?a en los ¨²ltimos cuatro a?os. Probablemente la m¨¢s numerosa de todas ellas. De forma diversa, pero siempre con altos niveles de civismo, se ha tratado de concentraciones millonarias. Han participado en ellas probablemente m¨¢s personas que las que se movilizaron en Berl¨ªn hace 25 a?os para derribar el muro. M¨¢s que en la hist¨®rica marcha sobre Washington liderada por Martin Luther King en 1963 a favor de los derechos civiles de los negros. Aquella en la que explicaba que ¡°ten¨ªa un sue?o¡± y que este sue?o era el de todos los negros americanos.
Se trata de una comparaci¨®n altisonante pero ¨²til para indicar qu¨¦ mueve a estas multitudes catalanas de hoy. No es un ataque de fiebre. Es algo formado por el material que anima a quienes persiguen las mejores grandes causas. En torno a dos millones de ciudadanos del Estado espa?ol de nacionalidad catalana sue?an en crear su propio Estado. Quieren librarse del Gobierno central y la nomenklatura que se ha apropiado de las instituciones centrales del Estado. Puede gustar m¨¢s o menos, pero es lo que hay. Puede que estos catalanes lleguen a ser mayor¨ªa en Catalu?a, aunque es improbable, porque la sociedad catalana es muy plural, muy diversa y alberga varias conciencias de pertenencia nacional. Pero los que votaron el domingo tienen un sue?o, es este. Y tienen tambi¨¦n una pesadilla, el Gobierno del PP.
Quienes crearon el incendio creen que invocar al enemigo catal¨¢n quiz¨¢ les salve de la cat¨¢strofe electoral que se les anuncia en Madrid, Valencia, etc¨¦tera
El Gobierno de Mariano Rajoy y su partido no son solo una pesadilla para estos ciudadanos catalanes. Por este y por otros motivos igualmente sustanciosos lo son tambi¨¦n para los millones de espa?oles que creen que los conflictos, por graves que sean, deben abordarse mediante el di¨¢logo y la negociaci¨®n, es decir, comprometidos de buena fe en la b¨²squeda real de soluciones que puedan satisfacer a las partes. ?Por qu¨¦ ha permitido el PP que las cosas llegaran a este extremo?
Este interrogante tiene respuesta. En el origen est¨¢ el no saber perder. El PP perdi¨® en 2006 el refer¨¦ndum que cerraba un largo proceso negociador entre las Cortes y el Parlamento catal¨¢n, y los respectivos gobiernos, en el que se sancionaba una moderada correcci¨®n del desgaste en el autogobierno acumulado desde 1980. Un nuevo Estatuto de Autonom¨ªa. Un nuevo cap¨ªtulo en el siempre duro forcejeo por las cuotas de poder entre la Administraci¨®n central y la Generalitat. La c¨²pula del PP de aquel momento, en la que desde luego figuraban Rajoy y la vicepresidenta S¨¢enz de Santamar¨ªa, decidi¨® atacar al Gobierno del PSOE acus¨¢ndole de haber cedido ante el nacionalismo catal¨¢n. Y lanz¨® una agresiva campa?a a lo largo y ancho de Espa?a.
El PP hab¨ªa perdido las correspondientes votaciones del Estatuto en el Parlamento catal¨¢n, en el Congreso, el Senado y en el refer¨¦ndum. Pero no lo acept¨®. Contando que pod¨ªa controlar a su favor la composici¨®n del Tribunal Constitucional, recurri¨® a ¨¦l para que invalidara la casi totalidad del nuevo Estatuto. Lo logr¨®. Fue en 2010. Poco despu¨¦s lleg¨® la primera de las grandes manifestaciones anuales que han jalonado el auge del independentismo.
Esta es la raz¨®n por la que es ilusorio pensar que el conflicto catal¨¢n pueda ser resuelto por Rajoy y su Gobierno. Quienes crearon el incendio y luego se han dedicado a echarle gasolina como hicieron estando en la oposici¨®n para minar el Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero, no est¨¢n interesados en resolverlo. Ahora creen que invocar al enemigo catal¨¢n quiz¨¢ les salve de la cat¨¢strofe electoral que se les anuncia en Madrid, Valencia, etc¨¦tera. Envolverse en la bandera se le llama a esto.
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