Las grietas de la Transici¨®n espa?ola
La autora defiende que el camino emprendido por el Gobierno espa?ol solo ayuda a arrumbar el ya debilitado sistema del 78
En un clima de inmensa expectaci¨®n, Catalunya celebr¨® el 9N un proceso de participaci¨®n en el que ciudadanos y ciudadanas manifestaron en las urnas su opini¨®n sobre el futuro pol¨ªtico. Una respuesta c¨ªvica a un modo impositivo de gobernar.
Al 9 de Noviembre se ha llegado como consecuencia de m¨²ltiples factores pero, a mi entender, la incomprensi¨®n de los gobiernos sucesivos del PP o del PSOE sobre la realidad plurinacional del Estado ha jugado un papel imprescindible. La falta de respuesta a las demandas de la sociedad catalana ha puesto en evidencia las grietas del proyecto constitucional del 78 que se dise?¨® bajo las premisas de ¡°un federalismo imperfecto¡± y que, en lugar de avanzar y progresar hacia su pleno desarrollo, ha ido retrocediendo hasta llegar a un centralismo insoportable del que adem¨¢s se siente orgulloso. Los sucesivos avatares del Estatut han activado a una sociedad catalana cuyo movimiento hoy es imparable.
Especialmente alarmante es comprobar c¨®mo el Gobierno central ha afrontado la realidad del 9N, que no ha hecho m¨¢s que evidenciar el fracaso de un modo de hacer pol¨ªtica. La negativa a abordar con los instrumentos de la pol¨ªtica lo que estaba ocurriendo en Catalu?a ha alimentado las filas del independentismo y encrespado los ¨¢nimos de una sociedad que, aun as¨ª, ha hecho del 9N un acto de civismo ejemplar. El gobierno espa?ol no ha dudado en calificar la consulta catalana como ilegal, sin haber dado la m¨¢s m¨ªnima oportunidad para llevarla a cabo de manera acordada, vinculante y con garant¨ªas plenas. La misma noche electoral argumentaba que el 9N carec¨ªa de valor pol¨ªtico, cuando si alg¨²n valor especial atesora la consulta es el del civismo de sus m¨¢s de dos millones de ciudadanos y ciudadanas votando y sus m¨¢s de 40.000 voluntarios acreditados en el proceso y velando por ¨¦l. Esa sociedad catalana y madura tiene derecho a obtener una respuesta pol¨ªtica a sus reivindicaciones y esa respuesta no es otra que votar al amparo de la ley. Porque no es preguntarle a la sociedad lo que la divide, sino no tomar en serio sus reivindicaciones y no dar cauce legal a las mimas. Eso es lo que divide a la sociedad y debilita la democracia.
Una consulta legal y acordada con el Gobierno del Estado es el ¨²nico camino que podr¨ªa de nuevo resituar el debate y permitir¨ªa escuchar sin distorsiones todos los argumentos a favor o en contra de la independencia. Porque el camino emprendido por el Gobierno espa?ol solo ayuda a arrumbar el ya debilitado sistema del 78. No son los independentistas, pues, los que lo debilitan sino la incompetencia del Gobierno central respecto a las cuestiones territoriales del Estado.
Es hora ya de reformar en profundidad la Constituci¨®n con m¨¢s ejercicio de democracia. No se trata ya de una labor de maquillaje del sistema ni de rejuvenecimiento del mismo, sino de su renovaci¨®n profunda. Ya no se pueden aplicar las recetas del viejo modelo del 78, que, de una parte, se va desmoronando por los efectos de una corrupci¨®n sist¨¦mica y, de otra, se ve acuciada por el desafecto de ciudadanos y de las distintas identidades que conforman un estado plurinacional. Seguir mirando al presente con los ojos del pasado es un empe?o vano porque la sociedad catalana ha perdido el miedo de manera directamente proporcional a como los gobiernos del PSOE primero y el PP despu¨¦s se han ido vaciando de credibilidad. La reforma que plantea el PSOE aunque llega tarde es bienvenida, pero ha de hacerse a fondo y debe ser cre¨ªble. Ya no cabe m¨¢s que mirar a la sociedad a fondo para saber hasta d¨®nde llega la dimensi¨®n de la grieta y para saberlo no hay m¨¦todo m¨¢s democr¨¢tico que preguntarle con todas las garant¨ªas de la ley.
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