Bailando a media luz

Jonny Pierce debe de estar acostumbrado a no pasar inadvertido: es alt¨ªsimo, rub¨ªsimo, seductor y se balancea en el escenario con unos extravagantes movimientos ondulares. Acaso por eso el l¨ªder de The Drums decide pasar el primer cuarto de hora aleteando sus manos l¨¢biles entre tinieblas, comprometido con las turbulencias y el misterio. Pierce no quer¨ªa que le conoci¨¦ramos este s¨¢bado en la abarrotada Sala Arena por su cara bonita, sino por su voz. Y el reto resulta fant¨¢stico en ejemplos como Days, un tema reiterativo que impregna de matices, detalles, inflexiones.

Casi todo se antoja atrayente en el d¨²o de Brooklyn, dos tipos acaso fr¨¢giles y afligidos que combaten sus propios tormentos con magn¨ªficos trallazos de electropop contagioso. Kiss me again es pegadiza hasta la extenuaci¨®n y aporta el efecto multiplicador de esa estrofa final en falsete, Book of stories pasar¨ªa por una canci¨®n perfecta de The Cure hacia 1989 y el ¨¦nfasis vocal en Best friend constituye un gui?o en toda regla a Morrissey.

A la altura de Money, el delirio de voces se ha extendido por todo el p¨²blico y a Pierce le llueven los piropos. Tambi¨¦n los femeninos. ¡°?Ya s¨¦ que es gay, pero me encanta!¡±, le conf¨ªa una amiga a otra mientras el rubio sigue bailando, o convulsion¨¢ndose, a media luz. Let's go surfing lleg¨® en los bises: por fortuna, Jonny y su contrapunto Jacob Graham (moreno y sosegado) ya no privan a los fieles de su ¨¦xito m¨¢s rotundo.