Banca en extinci¨®n
La banca que conocemos tiene ya las horas contadas, pero mientras en Reino Unido se discute c¨®mo sustituirla, aqu¨ª se tacha de locos o castristas a quienes plantean el debate
Hace unos d¨ªas se desarroll¨® un debate interesant¨ªsimo en el Parlamento brit¨¢nico (y creo que impensable en el nuestro) sobre creaci¨®n de dinero y sociedad.
Lo inici¨® el diputado conservador Steve Baker recordando a Henry Ford cuando dijo que si la gente supiera lo que hacen los bancos con su dinero habr¨ªa una revoluci¨®n al d¨ªa siguiente. Se?al¨® que el origen del problema que iban a discutir se encuentra en la ley de 1844 que prohibi¨® a los bancos ingleses crear billetes, para poner fin a la continua pr¨¢ctica especulativa que llevaban a cabo gracias a ese privilegio, porque no tuvo en cuenta que la banca tambi¨¦n crea otro tipo de dinero.
Como ha analizado con toda crudeza un reciente informe del Banco de Inglaterra, aunque los bancos no creen dinero legal desde entonces, s¨ª que crean desde la nada el llamado dinero bancario, es decir medios de pago, cada vez que conceden un cr¨¦dito. La mencionada ley no lo prohibi¨® y eso permiti¨® que los bancos siguieran creando dinero sin parar, aumentando incesantemente la deuda de d¨®nde nacen esos nuevos medios de pago y los beneficios bancarios.
Es realmente significativo el ampl¨ªsimo acuerdo que se manifest¨® en ese debate entre diputados de todas las tendencias al reconocer que ese privilegio es ya insoportable. Pr¨¢cticamente todos coincidieron en denunciar que el desorbitado endeudamiento y las sucesivas burbujas que han provocado las crisis financieras y, en especial, la ¨²ltima que estamos viviendo, son el resultado de la exagerada creaci¨®n de dinero que llevan a cabo los bancos para multiplicar su beneficio. Varios de los parlamentarios intervinientes en el debate presentaron datos que demuestran como la deuda generada por la banca privada es ya mucho mayor que el volumen total de dinero en circulaci¨®n, algo que, de seguir as¨ª, solo puede llevar a un cataclismo financiero.
Del debate se deduce un amplio consenso sobre la conveniencia ya inexcusable de acabar con ese privilegio. Incluso la secretaria econ¨®mica del Tesoro, Andrea Leadsom, se pregunt¨® si caben las reformas o si no es ya hora de tirar el sistema a la basura y empezar de nuevo.
El debate dej¨® claro, por ejemplo, que poner en manos de los bancos privados la creaci¨®n de casi el 95% del dinero en circulaci¨®n no solo provoca crisis, sino que tambi¨¦n beneficia a los m¨¢s ricos y produce una gran ineficiencia. El laborista Michael Meacher indic¨® que s¨®lo el 16% del cr¨¦dito se destina a financiar a empresas productivas y al consumo; mientras que el resto financia la compra y venta de activos, en la mayor¨ªa de los casos con car¨¢cter especulativo.
A la hora de dar alternativas hubo m¨¢s diferencias. Unos propusieron que el Estado controle la cantidad de dinero circulante y no la banca privada. Otros son partidarios de obligar a que los bancos mantengan en reserva el 100% de los dep¨®sitos. Y tambi¨¦n se defendi¨® la utilizaci¨®n de monedas electr¨®nicas como el bitcoin, el establecimiento de tasas sobre la creaci¨®n de dinero bancario, o el impulso de los bancos que no cobran intereses, medidas que hace muy poco tiempo hubieran parecido ut¨®picas.
Lo relevante es que la discusi¨®n est¨¢ abierta. La banca que conocemos tiene ya las horas contadas y lo curioso es que mientras en Reino Unido sus se?or¨ªas discuten c¨®mo sustituirla, aqu¨ª se tacha de locos o castristas a quienes plantean el debate.
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