Un tri¨¢ngulo literario entre los dos lados del Atl¨¢ntico
El catedr¨¢tico peruano Julio Ortega ¡®importa¡¯ su m¨¦todo de cr¨ªtica a Espa?a
Julio Ortega (Ancash, 1942), aunque es un prestigioso catedr¨¢tico de literatura, lleva una d¨¦cada dibujando un tri¨¢ngulo. Con tes¨®n y sin descanso. Es peruano, pero lo traza desde la universidad norteamericana de Brown. Sus v¨¦rtices unen la literatura espa?ola con la de Am¨¦rica Latina y la que se realiza en espa?ol en EEUU. Ha bautizado esa figura y lo que se propone como ¡°m¨¦todo transatl¨¢ntico¡±. Se explica: ¡°La literatura y la cr¨ªtica transatl¨¢ntica propone mapas de lectura de las literaturas iberoamericanas pero vistas no como literaturas nacionales sino a partir de c¨®mo interact¨²an, dialogan o generan pol¨¦mica con las otras¡±, marca diferencias Ortega.
El juego que da una mirada as¨ª pudo verse en la Primera Jornada Transatl¨¢ntica, organizada esta semana por la Universidad de Barcelona (UB), la Brown University (BU) y el Consortium for Advanced Studies in Barcelona (CASB). Por ejemplo, Terra Nostra (¡°para leerlo se requiere una beca¡±, se dice en M¨¦xico), de Carlos Fuentes, se mostr¨® gracias a Ana Gonz¨¢lez Tornero (BU) como un ¡°aluvi¨®n intertextual¡±, ¡°un palimpsesto de realidades¡± en el que, a trav¨¦s del personaje, entre otros, del Peregrino, el autor mexicano cruza el charco decenas de veces jugando con La Celestina, Don Juan Tenorio, el Quijote o el Libro de buen amor, pero tambi¨¦n con parientes salidos de las p¨¢ginas de Cort¨¢zar, Donoso o Vargas Llosa.
¡°Escribi¨® Ed¨¦n. Vida imaginada mientras devoraba a Enrique Vila-Matas; casi se obsesion¨® con ¨¦l¡±, sostiene Mar¨ªa Pizarro (tambi¨¦n de la BU) sobre una de las grandes obras del italo-mexicano-venezolano Alejandro Rossi, para ella unido al autor catal¨¢n en lo metanarrativo, el humor y la iron¨ªa, seg¨²n su estudio comparativo entre Desde la ciudad nerviosa (Vila-Matas) y Manual del distra¨ªdo (Rossi). Y otro puente lo tiende Dunia Gras (UB), al descubrir en las 28 cartas in¨¦ditas que la inquieta colombiana Albaluc¨ªa ?ngel envi¨® a quien fuera un breve tiempo su marido, Mauricio Wacquez, la f¨¦rrea voluntad de ¡°entrar en la vaina, y en serio¡± de la literatura del Boom, buscando el resquicio para llegar a Carlos Barral o presentarse al premio Planeta. O hart¨¢ndose en su breve estancia en Barcelona de las t¨ªpicas quejas ¡°de nacionalistas sin pa¨ªs; todo est¨¢ de barrer y cerrar. Aqu¨ª [por Madrid] igual¡±.
Se proponen mapas de lectura de las literaturas iberoamericanas pero vistas no como literaturas nacionales sino a partir de c¨®mo interact¨²an, dialogan o generan pol¨¦mica con las otras", explica Ortega
Si Tania Pleitez (UB) constataba ese espa?ol que ¡°no es ni de Cuba ni de Espa?a; es esa voz del despojamiento¡± que puede reseguirse entre las ¡°exiliada¡± y ¡°trasplantada¡± en Espa?a, respectivamente, poetisas cubanas Isel Rivero y Milena Rodr¨ªguez, Mercedes Serna (UB) resegu¨ªa la figura de Jos¨¦ Mart¨ª en el imaginario del exilio cubano. Era poco despu¨¦s de que Beatriz Ferr¨²s (Universidad Aut¨®noma de Barcelona) explicara su proyecto de agotar el car¨¢cter transnacional de la desconocida red de mujeres viajeras que, entre 1830 y 1930, circularon por el famoso tri¨¢ngulo en todas las direcciones y g¨¦neros: literarios (desde Katherine Lee Bates y Concha Espina), art¨ªsticos (Raquel Meller), sociopol¨ªticos (mujeres masones, anarquistas¡).
En la peque?a aula cab¨ªa todo, como por efecto del realismo m¨¢gico convocado por intervenciones como las de Luisa-Elena Delgado (Universidad de Illinois), lamentando la ¡°absorci¨®n completa de Am¨¦rica Latina por Espa?a como si fuera una extensi¨®n suya¡± y el papanatismo tambi¨¦n espa?ol de ¡°conocer todo los escritores segundones anglosajones y no estar nunca abiertos a las singularidades interiores¡±, avisando de los peligros de la globalizaci¨®n que hacen, por ejemplo, que ¡°el influjo de la particularidad rioplatense y de la literatura argentina del XIX que hay en Borges desaparezcan si nos quedamos solo con su universalidad y la de la lengua castellana¡±. Una globalizaci¨®n que puede ser malentendida, como avanza Heike Scharm (Universidad de Florida del Sur) quien, tomando el Cosmos de Alexander von Humboldt, sugiere que ¡°la dislocaci¨®n de lo local de su contexto es lo que reafirma hoy su personalidad¡±.
La generosidad intelectual de Ortega y de los restantes coorganizadores, Anna Caball¨¦ (UB) y Juan Jos¨¦ Romero (CASB), permiti¨® a este ¨²ltimo abordar el papel de la ciudad en el transatlantismo, a partir de la contradicci¨®n de que la cuna de las civilizaciones nace siempre tras ¡°depredar su entorno rural¡±, b¨¢sicamente poblaci¨®n, una emigraci¨®n campo-ciudad que no se detiene ni con las megal¨®polis, ¡°que roan el parasitismo de ellas misma, como la City y sus 35.000 habitantes-usuarios, determinan el crecimiento de ocho millones de personas¡±. Toni Luna y Eloy Mart¨ªn, (ambos de la Universidad Pompeu Fabra) aportaron, respectivamente, ese influjo de la cultura rural que aun se mantiene en los barrios y el papel central de la s mujeres como reflejan las series y pel¨ªculas espa?olas (De Berlanga a Almod¨®var a Aqu¨ª no hay quien viva) o la presencia de latinoamericanos en el antiguo protectorado de Marruecos, con la existencia de un Tercio Cubano de la Legi¨®n. Y hasta hubo tiempo para que el artista Frederic Amat homenajeara al recientemente fallecido Mark Strand presentando su edici¨®n de bibli¨®filo sobre el poema Seven days. El tri¨¢ngulo literario transatl¨¢ntico engulle como el de las Bermudas.
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