Pastillas o saltitos
Marianne Faithfull mantiene una voz que aunque mellada nos habla de una mujer con heridas y fuste que no parece casar con el humo sint¨¦tico
Hubo un momento que resumi¨® el concierto: Marianne Faithfull iniciaba la interpretaci¨®n de ¡°Sister Morphine¡±¡. e inspiraba el banal humo sint¨¦tico de un cigarrillo electr¨®nico. Un vicio menor y desangelado, carente de poes¨ªa, sin asomo de ¨¦pica, una claudicaci¨®n prosaica a los placeres prohibidos del tabaco, de por s¨ª un vicio casi irrelevante en una carrera de transgresiones como la llevada por ella durante parte de su vida. Y no, no se trata de encadenar a nadie a un pasado, no es eso, es constatar que la vida exige un peaje para seguir siendo vivida. Aceptarlo no desmerece, pero el pragmatismo (¡°no est¨¢ mal esta alternativa al tabaco¡±, vino a decir) tiene un viso de renuncia cuando se exhibe en p¨²blico sin ambages. El tiempo siempre parece vencer a quienes lo negaron.
Y Marianne Faithfull mantiene una voz que aunque mellada nos habla de una mujer con heridas y fuste que no parece casar con el humo sint¨¦tico. Pero ella, h¨¢bil, logr¨® que todo el Palau la comprendiese como si su mera presencia fuese una expiaci¨®n de los pecados de los all¨ª presentes, que en su persona se curaban de sus propias heridas del pasado. Por eso se acept¨® lo que en otros casos hubiese sido motivo de cuestionamiento, no otra cosa que la constante enumeraci¨®n por parte de la estrella de todos los sinsabores de un declive f¨ªsico que, por supuesto, convert¨ªa en heroica su presencia sobre el escenario. En pocas palabras, si acaso nadie se hab¨ªa apercibido de sus limitaciones motoras (apenas pod¨ªa moverse, cant¨® buena parte del concierto sentada, no pudo ni girar el tronco para presentar al bater¨ªa), all¨ª estaba ella para acentuarlas verbalmente junto a su bast¨®n, reclamando el bolso para tomar la medicaci¨®n en escena.
Eliminando todo ello del espect¨¢culo, material sobrante, Marianne Faithfull se mostr¨® en forma, al menos comparada con ella misma en otras visitas. Cant¨® con esa herramienta hermosamente ajada y personal, su grave y cavernosa voz, un repertorio de amplio registro, vigoroso y ac¨²stico, desolador, angustioso y por momentos l¨²gubremente esperanzado; country, folkie y bluesy: en suma, tan abierto como la lista de compositores que han colaborado con ella en su ¨²ltimo disco, presente hasta alcanzar casi la mitad del repertorio. Lastimada por los a?os, nadie pod¨ªa esperar un concierto impecable, pero tampoco era preciso acentuar lo evidente y restar la emoci¨®n del pensamiento no subrayado. Ella se acepta as¨ª. Mike Jagger, su ex novio, ha preferido negar la edad a base de saltitos.
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