La realidad mata
Resulta ejemplar en ese sentido que Enric Morera y M¨®nica Oltra hayan hecho las paces poco antes de que los augures pronosticaran el desastre para los dos l¨ªderes
Conozco a una pareja que es famosa en los baretos de este barrio porque permanecen juntos durante un par de meses entre arrumacos un tanto fingidos, al menos en p¨²blico, y despu¨¦s te llegan rumores y evidencias de que han roto su relaci¨®n de un modo un tanto violento, ya que hay denuncias que siempre se retiran y otros malos rollos que se difunden por los cotillas de siempre, hasta que un mes despu¨¦s los ves como nuevos, provistos de las falsas caranto?as de siempre, y es entonces cuando empiezan otra vez las apuestas de la concurrencia cervecera sobre cu¨¢ndo llegar¨¢ ella en solitario echando pestes muy ¨ªntimas sobre su marido y ya muy aburridas por su reiteraci¨®n mientras ¨¦l recurre a internet para buscar pareja durante una o dos noches, no tanto por necesidad urgente, o tal vez s¨ª, como por anhelo de que su esposa sepa que no anda a solas por este mundo traidor, mientras que ella, en la noche siguiente, se ocupa de dejarse ver por la zona como paquete de una moto de gran cilindrada conducida por un tipo de mucho gimnasio acumulado y gafas de sol por montera entre las arrugas de la frente.
Viene a ser algo parecido al desasosiego nada ideol¨®gico que impregna la feroz actividad de los partidos pol¨ªticos en v¨ªsperas electorales, cuando cada cual pierde el sue?o rumiando con qui¨¦n o qui¨¦nes compartir¨¢n esca?o, circunscripci¨®n, coalici¨®n o repudio al comp¨¢s de las atribuladas encuestas. Resulta ejemplar en ese sentido que Enric Morera y M¨®nica Oltra hayan hecho las paces poco antes de que los augures pronosticaran el desastre para los dos l¨ªderes, acompa?ado todo de un tierno y casto abrazo final y una llamada general a que ese tipo de cosas no vuelvan a ocurrir. Pero ?qu¨¦ hacemos si no hay forma de pararlas? La dicha de los banqueros de post¨ªn es que no necesitan publicitar sus acuerdos secretos (salvo en el caso de Rodrigo Rato tocando la campanilla de Bankia en la Bolsa junto a un tal Jos¨¦ Luis Olivas que literalmente no sab¨ªa comportarse para la foto). Por otro lado, parece que buena parte de los subjefes del PSOE andan un poco revueltos con Pedro S¨¢nchez a causa de su exceso de protagonismo (desde jugar a la brisca con unas cuantas ancianas en lo que parece un club de jubilados hasta su participaci¨®n en ¡°asambleas abiertas¡± de varias localidades, pasando por sus vibrantes canastas solidarias en un partido de baloncesto jugado sobre sillas de ruedas), en lugar de ocuparse, seg¨²n le recuerdan los suyos, de preparar las elecciones municipales, que est¨¢n m¨¢s pr¨®ximas y se dir¨ªa que son m¨¢s importantes en estos momentos.
Todo esto y m¨¢s cosas tienen que ver con la simulaci¨®n y con cierto desapego al criterio de los hipot¨¦ticos electores, que los hay. Y si fuera cierto que el candidato m¨¢s apuesto cuenta de entrada con m¨¢s votantes que el aspirante no tan agraciado, mejor cerrar la paraeta y no mostrar ni una sola imagen m¨¢s de pol¨ªticos en campa?a. Un periodo de mucho traj¨ªn donde los ligues duran lo que duran y en el que las divergencias o los acuerdos se hacen o deshacen al comp¨¢s de unos matices que casi siempre se?alan negligencias o indigencias o inclemencias o turbulencias de cierta intensidad. Y entonces es cuando aparece en escena el chico de la moto, s¨ª.
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