Urbanismo f¨®sil
A seis meses de las elecciones municipales, Barber¨¢ pone sobre la mesa el Plan General, cuyos perfiles dejan mucho que desear
Tras un consumo de tiempo, energ¨ªa y dinero considerables y a solo seis meses de las elecciones municipales, Barber¨¢ pone sobre la mesa ciudadana un f¨®sil al que llama Plan General, cuyos perfiles dejan mucho que desear.
Vaya por delante la incomprensible insistencia en la experiencia aislacionista, en vivir al margen de lo metropolitano, a pesar de haberse generado una profusa normativa que exige del urbanismo inserci¨®n territorial y consideraci¨®n paisaj¨ªstica, de manera que toda ordenaci¨®n deba ser referida, en nuestro caso, al marco metropolitano, como indica la Estrategia Territorial de la Comunitat, porque ¨¦sta es la realidad econ¨®mica, social, ambiental y paisaj¨ªstica actual.
El plan de Barber¨¢ pretende renovar un urbanismo que hab¨ªa mostrado palmariamente su incapacidad para dirigir el futuro de la ciudad
Ni caso.
Adem¨¢s, esta revisi¨®n de plan general insiste en la depredaci¨®n medioambiental mediante la transformaci¨®n de suelo de 700 hect¨¢reas de huerta, de las que 300 son para nuevos sectores urbanizables, 200 para viarios prescindibles y 200 para la ubicaci¨®n de equipamientos dotacionales privados en las huertas llamadas de Protecci¨®n Especial H2, argucia ¨¦sta capaz de alterar el sistema productivo hort¨ªcola convirti¨¦ndolo en una neo-huerta de resultado anti hist¨®rico y paisaj¨ªstico deleznable.
Para muestra, Soci¨®polis.
Hay que impugnar un plan que pretende unos crecimientos perfectamente innecesarios, dado el stock de viviendas construidas, vac¨ªas o por construir, puesto que hay suelo disponible en la actualidad, en desarrollo del plan de 1988, para albergar 40.000 viviendas a las que hay que a?adir las 65.000 vac¨ªas en la ciudad semiconstruida. Esto significa un incremento potencial de poblaci¨®n en torno a 200.000 ciudadanos.
Sin que haga falta un solo palmo m¨¢s de suelo edificable.
El plan de Barber¨¢ pretende renovar un urbanismo que hab¨ªa mostrado palmariamente su incapacidad para dirigir el futuro de la ciudad, que estaba desahuciado, tras haber sido modificado m¨¢s de doscientas veces, algunas de impacto formidable, como la Ciudad de las Artes y las Ciencias, la Ciudad de la Justicia, el Hospital Regional en Malilla, la ZAL en la Punta de Senent, la Marina de la Copa del Am¨¦rica, el Circuito de F¨®rmula 1 o Soci¨®polis.
Para colmo, en los barrios de la ciudad semiconstruida, tan solo se ha ejecutado un 25% de los equipamientos previstos de manera que quedan pendientes nada menos que 430 jardines, servicios p¨²blicos y escuelas.
Todo un r¨¦cord para los 20 a?os de gesti¨®n urbana de Barber¨¢.
Volviendo al principio, hay serias reservas acerca de seguir utilizando este instrumento, de revisar el Plan General de 1988, de insistir en un formato de planificaci¨®n que pretende prever para los pr¨®ximos 20 a?os todas las capacidades del territorio y de los agentes urban¨ªsticos p¨²blicos y privados, y no solo eso, sino que tambi¨¦n debe establecer las caracter¨ªsticas morfol¨®gicas de la ciudad, su dise?o en detalle, a futuro y con car¨¢cter pr¨¢cticamente universal.
Todo parece borroso, desenfocado, absurdo y tal vez requiera una reflexi¨®n espec¨ªfica acerca del modo de planificaci¨®n a abordar en lo sucesivo, de un modo integrador, estrat¨¦gico y flexible, con un ¨¢mbito metropolitano dotado de una gobernanza propia, que incorpore las infraestructuras generales imprescindibles, las dotaciones necesarias y la protecci¨®n del paisaje entre los objetivos constitutivos, y que a la vez establezca l¨ªmites y par¨¢metros en los usos del suelo.
Y que delimite ¨¢reas de intervenci¨®n p¨²blica, lo que se suelen llamar proyectos urbanos, entre los que deber¨ªan despuntar como emergentes en la ciudad de Val¨¨ncia, en primer lugar, el de la ordenaci¨®n del litoral desde el Carraixet hasta El Saler, transformando la ZAL portuaria en base de innovaci¨®n y conocimiento y salvaguardando los Poblados Mar¨ªtimos y, en segundo, la configuraci¨®n de un paisaje culto y c¨ªvico en la Ciudad Interior para dar fin a la reforma hist¨®rica siempre inacabada de la que quedan muestras pavorosas como la Plaza de la Reina o la Avenida del Oeste.
Para llegar a todo ello es necesario asumir previamente la incapacidad del plan general, tal como se nos presenta, para abordar la realidad metropolitana y la pluralidad de agentes que inciden en ella.
As¨ª que Barber¨¢ har¨ªa bien dejando al pr¨®ximo gobierno municipal una tarea para la que no parece estar capacitada, y por tanto, deber¨ªa desistir de la revisi¨®n del plan general.
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