Un espect¨¢culo que sabe a despedida
El espect¨¢culo 'A + A', sin ambiciones intelectuales exageradas, es una velada entretenida
En una entrevista con este diario hace dos a?os ?ngel Corella (Madrid, 1975) dec¨ªa: ¡°No puedo darme por vencido¡±, y cual empecinado, tras los baquetazos y falsas promesas recibidos de algunas instituciones, sigui¨® adelante, erre que erre con su prop¨®sito de compa?¨ªa y escuela. Y este espect¨¢culo titulado A + A parece que es el fin de fiesta, que no amargo, de esa lucha, al menos en la Pen¨ªnsula. El artista, con laureles y carrera suficientes, se va otra vez a EE?UU, donde es muy querido, a dirigir la compa?¨ªa de ballet Pennsylvania. C¨ªclicamente, esa dolorosa historia se repite. No es que el ahora core¨®grafo est¨¦ exento de errores (?Qui¨¦n lo est¨¢, qui¨¦n le tira la primera piedra?), pero al ver esta obra se yergue como met¨¢fora de un desastre anunciado y palpable, largo y con responsables a veces ocultos tras un bur¨® o las siglas de un partido pol¨ªtico, sea del signo que sea. Si algo se ha probado emp¨ªricamente en Espa?a es que el ballet no le interesa ni a derechas ni a izquierdas y que el ¡°centro¡± es solamente una posici¨®n, una nomenclatura del ballet mismo, que fuera de la danza no existe.
El espect¨¢culo que se ve hasta enero en los Teatros del Canal no tiene ambiciones intelectuales exageradas; es una velada comercial, fresca, entretenida y donde cada cual de los participantes se luce, tiene su momento, hasta los dos se?ores de las violas (nunca nadie le pone asunto a la viola), y en el Canal se vio lo importante que son a veces, por ejemplo, en el sexteto de Tchaikovski y en el extra?o arreglo de la pieza F¨¹r Alina de Arvo P?rt.
Fin de fiesta
A + A
Ara Malikian y ?ngel Corella. Con la Orquesta en el Tejado y el Barcelona Ballet. Coreograf¨ªas de A. Corella, Christopher Wheeldon y Russell Ducker. Teatros del Canal. Hasta el 4 de enero de 2015.
Las coreograf¨ªas del joven escoc¨¦s Rusell Ducker muestran inventiva y habr¨¢ que ver c¨®mo acopla su innegable talento a las influencias est¨¦ticas que persiguen sus aspiraciones cor¨¦uticas.
En escena seis bailarines derrochando energ¨ªa en giros m¨²ltiples, saltos, combinaciones de pirotecnia que a veces ni son coreograf¨ªa realmente, pero que gustan al p¨²blico. Lo mejor, y con diferencia, es el d¨²o After the rain del brit¨¢nico Wheeldon, donde destaca el primer bailar¨ªn cubano Dayron Vera, un tan apol¨ªneo como eficiente partenaire que adem¨¢s se expresa con un elegante lirismo contenido, a lo que suma una ejecuci¨®n correcta.
Recientemente Corella anunci¨® que se retiraba de las tablas; tampoco parece justo, pues el madrile?o conserva ataque y su inveterado br¨ªo, siendo verdad que con cinco kilos menos se seguir¨ªa comiendo el mundo por mucho tiempo, dando de s¨ª con brillantez. Naturalmente que su baile no es ahora el mismo de cuando era el rey absoluto del Metropolitan de Nueva York, pero no debemos despreciar que la madurez es un grado y que puede matizar positivamente la labor esc¨¦nica.
Ara Malikian, con ese histri¨®nico y nervioso deambular por el escenario, hizo su particular entendimiento de lo que es un arco virtuoso, aunque tengo mis reservas con la manera, el estilo de hacer Souvenir de Florencia (Tchaikovski); esta era la segunda vez que Corella coreografiaba la famosa pieza, lo que ya hicieron antes John Taras y James Kudelka en Nueva York.
La cruel amplificaci¨®n mec¨¢nica de los instrumentos tambi¨¦n estropea ciertos pasajes.
El escueto programa de mano no advierte de los cambios que se han realizado en el elenco (en vez de Rusell Ducker, que figura en el programa, baila Yevgen Uzlenkov) ni de a qui¨¦n atribuir los vestuarios y las luces, ambos muy entonados a la puesta en escena.
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