Los misterios de Felipe IV
La estatua del monarca est¨¢ siendo sometida a un complicado proceso de limpieza
De los 1.700 hitos monumentales ¡ªentre fuentes, lapidarios y grupos escult¨®ricos¡ª que integran el ornato p¨²blico de Madrid, la escultura ecuestre de Felipe IV que se yergue en la plaza de Oriente es, sin duda, la m¨¢s airosa y la que posee mayor historicidad.
Considerada por escultores, acad¨¦micos y especialistas como una de las m¨¢s bellas y valiosas de Europa, hoy se encuentra oculta bajo una redecilla anaranjada que la recubre y cercada por un andamio de cinco alturas. Est¨¢ siendo sometida a una profunda revisi¨®n y limpieza que culminar¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas, antes del fin de a?o, seg¨²n anuncia Mar¨ªa Jos¨¦ Rodr¨ªguez Rela?o, responsable del patrimonio monumental del Ayuntamiento de Madrid. Contemplar desde el quinto piso del andamio, que remata la instalaci¨®n, el rostro del rey, ligeramente inarm¨®nico respecto al tama?o del cuerpo y la poderosa testuz del caballo, provoca una sensaci¨®n inicial de ciega potencia. Sin embargo, cuando la mirada recorre la superficie labrada por Pedro Tacca, montada primorosamente a piezas roblonadas por su hijo Ferdinando, aflora el asombro: la textura de la piel del caballo es una, mientras la del cordob¨¢n de la silla que monta Felipe IV muestra la rugosidad inconfundible del cuero, pese a ser igualmente met¨¢lica. La finura que exhalan los brocados del atav¨ªo real dialoga con las minuciosas inserciones esculpidas en la montura, mientras una ancha banda, que cruza en diagonal el pecho del monarca, se ve rematada por una greca de puntilla, que otorga al jinete un soberbio vuelo.
La estatua ecuestre de Felipe IV data de 1640 y fue un regalo de Estado de los duques de Toscana al cuarto y pen¨²ltimo monarca de la dinast¨ªa de los Austria. Fue tambi¨¦n la escultura ecuestre que reuni¨®, para su construcci¨®n, mayor cuota de talento: inspiraron su hechura dibujos de los pintores Pedro Pablo Rubens, Diego Vel¨¢zquez y Juan Mart¨ªnez Monta?¨¦s; realizaron su modelado, escultura y fundido, durante siete a?os, los escultores, padre e hijo, Pietro y Ferdinando Tacca.
Adem¨¢s, el cient¨ªfico Galileo Galilei fue quien ide¨® el artificio f¨ªsico y matem¨¢tico por el cual, tras casi cuatro siglos transcurridos desde su f¨¢brica hasta nuestros d¨ªas, perduran inm¨®viles y en suspensi¨®n las 18.000 libras de bronce, m¨¢s de ocho toneladas que pesan jinete y caballo, mientras el animal alza sus manos en pronunciada y arriesgada corveta. Tras su llegada en barco al puerto de Cartagena meses antes de la muerte de su autor, su instalaci¨®n y transformaci¨®n ¡ªhubo que realizar cambios en la cabeza del rey jinete, a quien no le gust¨® su primera testa esculpida¡ª alcanz¨® el monto de 40.000 doblones para las arcas p¨²blicas. Los responsables de la hacienda real recurrieron a la venta de hortalizas y legumbres cultivadas del Retiro para afrontar tan elevado gasto.
Obra de genios
- Los c¨¢lculos de la estatua fueron dise?ados por Galileo Galilei.
- El rostro del rey fue tomado de un cart¨®n espec¨ªfico pintado por Diego Vel¨¢zquez y de un boceto de Juan Mart¨ªnez Monta?¨¦s.
- El caballo fue ideado de otro dibujo del pintor flamenco Pedro Pablo Rubens.
- La estatua ecuestre, formada por dos grandes piezas, caballo y jinete con montura, se soporta sobre un tri¨¢ngulo de 1,60 metros de lado formado por las patas y la cola.
- La grupa se alza a 2,10 metros y el equino mide 3,60.
- Acad¨¦micos, escultores, arquitectos e ingenieros la consideran como una de las estatuas ecuestres m¨¢s bellas de Europa.
- El escultor Pedro Tacca, su autor, se inspir¨® en su maestro Juan de Bolonia y en El Gattamelata.
- La estatua fue exhibida en Florencia hasta 1640, cuando lleg¨® a Espa?a v¨ªa Cartagena.
- La entrada de p¨¢jaros por la fisura existente entre la silla y el lomo del equino estuvo a punto de causar el derribo de la escultura ecuestre.
El monumental grupo escult¨®rico se asienta sobre una fontana de dos bocas dotada de vasos con ribetes aconchados, cuyas esquinas custodian cuatro leones de bronce y a las que se accede por dos filas de escalones. Una peana, erigida por orden de la reina Isabel II en 1844 y labrada por Francisco El¨ªas y Jos¨¦ Tom¨¢s con relieves de m¨¢rmol, soporta la estatua ecuestre del rey y su montura, en bronce.
El rostro imp¨¢vido de Felipe IV, cuya figura muestra una bengala de respeto en su mano derecha y luce una espada de empu?adura damasquinada, recuerda a quien lo observa tan de cerca que se encuentra frente a una escultura grandiosa y algo desalmada; pero la frialdad del bronce, ahora reluciente tras una intensa limpieza que dos operarios de la empresa Fern¨¢ndez Molina realizan desde noviembre, se ve derretida por el br¨ªo del musculoso corcel, ce?ido por cinchas que parecieran ser de cuero vivo. Asombrosamente, la rueda de la espuela de la bota de Felipe IV gira con soltura. Es tan delicada la talla del caballo que sus orejas, su cuello, sus manos y sus cuartos traseros ¡ªestos ¨²ltimos macizados al completo para sostener la enorme carga del caballo y su caballero¡ª, que incluso parecen mostrar el discurrir de la sangre por sus gruesas venas.
Precisamente sobre las patas y la cola del caballo se concentra el artificio de esta prodigiosa estatua ecuestre; ambas forman un tri¨¢ngulo b¨¢sico de 1,60 metros de lado. La grupa del bruto se eleva a 2,10 metros y hasta 3,60 metros alcanza su escorzo extendido. Camuflado por el profuso pelamen de la cola, se esconde el soporte met¨¢lico adicional, que cumple all¨ª la funci¨®n que en la fachada de un templo cumplir¨ªa un contrafuerte.
Los cuartos traseros, macizos, del caballo de bronce, exhiben una especie de parche de un color m¨¢s denso, mientras que la panza revela una oquedad semejante a la causada por un disparo y las manos est¨¢n ahuecadas por instrucci¨®n de Galileo, para lograr mantener el equilibrio de tan gr¨¢vido grupo escult¨®rico. Aplicar un golpecito con la mano en los cuartos traseros del caballo muestra la densidad del bronce, mientras que aplicarlo en el vientre del caballo o en sus manos genera el sonido de una m¨²sica metalizada.
Para acometer la limpieza fue necesario realizar una anal¨ªtica exhaustiva, la realizaci¨®n de una metalograf¨ªa con el prop¨®sito de examinar la composici¨®n de la aleaci¨®n en la que la estatua fue fundida en Florencia en la primera mitad del siglo XVII. Se ha averiguado la actual composici¨®n de la p¨¢tina met¨¢lica en, al menos, dos zonas distintas, para detectar posibles fisuras a sellar sin exceder los dos mil¨ªmetros, y se determin¨® luego el trazo de las escorrent¨ªas, as¨ª como las dimensiones de las costras negras que intemperie, humedad, viento y aves, le causan.
Con el criterio de utilizar sistemas mec¨¢nicos en seco, el grupo escult¨®rico en su conjunto ha sido sometido a una aspiraci¨®n general con cepillado suave de la superficie. El prop¨®sito es eliminar la suciedad y el polvo depositados; a ello se ha a?adido el empleo de disolventes de alta pureza, m¨¢s el rechazo de los restos de antiguas pel¨ªculas protectoras, como ceras y resinas sint¨¦ticas. Esas est¨¢n siendo las principales funciones propiamente limpiadoras, precedidas por el mentado an¨¢lisis del sustrato y las pel¨ªculas de acabado del metal. La empresa Fern¨¢ndez Molina gan¨® el concurso para realizar la limpieza en el plazo de un mes, a partir del pasado noviembre.
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