Aqu¨ª no habr¨¢ plebiscitarias
Las propuestas m¨¢s imaginativas de Mas y Junqueras revelan que la pol¨ªtica, en el l¨ªmite, es un juego de poder personal
Acaban de producirse unas preciosas elecciones plebiscitarias en un pa¨ªs crucial para la marcha de la econom¨ªa y nosotros sin enterarnos. Ensimismados en las apuestas sobre la fecha y forma de las elecciones catalanas nos hemos olvidado de lo que son unas aut¨¦nticas elecciones parlamentarias con resultado plebiscitario.
El primer ministro japon¨¦s, Shinzo Abe lleg¨® al Gobierno en diciembre de 2012 con un programa econ¨®mico de est¨ªmulo al crecimiento y algunas ideas tan innovadoras como pol¨¦micas respecto a la pol¨ªtica exterior y a la defensa del Jap¨®n. Dos a?os despu¨¦s, ha querido revalidarlas y asegurarse de que tendr¨ªa cuatro a?os m¨¢s y las manos libres para aplicar sus aspectos m¨¢s conflictivos, sobre todo reformas liberalizadoras desde la agricultura hasta la contrataci¨®n laboral. A pesar de hallarse en plena recesi¨®n, ha revalidado una amplia mayor¨ªa para aplicarlas. Ha sido todo un plebiscito.
Lo que Abe ha conseguido es exactamente lo que Mas no quiere obtener con el suyo, en caso de que lo haga. En Catalu?a no hay nada que plebiscitar, sobre todo no hay una propuesta que necesite la renovaci¨®n de su apoyo en las urnas para seguir aplic¨¢ndose, como es el caso de la Abenomics. No la hay en la forma de programa de Gobierno, porque Mas no ha gobernado sino que ha concentrado todos sus esfuerzos y no pocos recursos, a la organizaci¨®n e impulso del proceso. No la hay tampoco en la revalidaci¨®n del camino para obtener la independencia, porque pasado el 9N cada uno de los partidos tiene uno distinto. Y tampoco la hay sobre el modelo de Estado o de pa¨ªs nuevo que cada uno propugna, si Venezuela o Singapur.
Si no hay programa de Gobierno, no lo hay de actuaci¨®n soberanista y menos hay todav¨ªa modelo de pa¨ªs a plebiscitar, entonces queda solo la posibilidad de someter la continuidad de un partido o de un dirigente al voto de los ciudadanos. Respecto a la primera, es lo contrario de lo que quiere Converg¨¨ncia i Uni¨®, y de ah¨ª la lista ¨²nica: sobre todo que los electores no se vean votando la opci¨®n CiU, porque es la garant¨ªa del fracaso. Hay que esconder las siglas, disolver los personajes, ocultar el programa, ideario e historia, hacer un par¨¦ntesis de las discrepancias, y silbar mirando hacia otro lado cuando se hable del caso Pujol y de la comisi¨®n de investigaci¨®n parlamentaria.
Queda una opci¨®n. El plebiscito es para Artur Mas. No ha gobernado ni tiene balance que revalidar. Se ha quedado sin programa y sin ideario alguno que no sea el incierto camino emprendido hacia lo desconocido. Ya no cuenta con mayor¨ªa para sostener a su gobierno ni para aprobar sus presupuestos. Todo lo que ha hecho culmina con el 9N, cuando ha conseguido hacerse de nuevo con las riendas del proceso a costa de Oriol Junqueras, gracias sobre todo a la intransigencia de Mariano Rajoy y al martirologio que le promete el proceso judicial abierto. Celebrar unas elecciones anticipadas con una lista ¨²nica que Artur Mas encabece es una astuta f¨®rmula para intentar obtener sin partido, sin balance y sin los sondeos de su parte la mayor¨ªa indestructible que pidi¨® en noviembre de 2012 y le neg¨® el electorado. Tienen toda la explicaci¨®n los pucheros de Junqueras y su dolida afirmaci¨®n de que el presidente no le quiere, porque la f¨®rmula sacrifica a Esquerra y a su l¨ªder.
Al final, la pol¨ªtica siempre es una cuesti¨®n de poder. Y el poder lo ejercen las personas concretas, por m¨¢s voluntades colectivas que se exhiban. Para disimularlo Mas se propone como ¨²ltimo de la lista ¨²nica y Junqueras le devuelva la pelota asegur¨¢ndole la presidencia incluso en el caso de que pierda en su lista separada. Imaginemos qui¨¦n reivindicar¨ªa la presidencia en caso de victoria de la lista cerrada por Mas y qui¨¦n mandar¨ªa de verdad si este fuera un dirigente derrotado.
A la vuelta de vacaciones llevaremos ya dos meses desde el hito hist¨®rico que iba a asombrar al mundo. Tiempo suficiente para digerir tres novedades que alteran la marcha del proceso. Mas ha ganado su envite personal a Rajoy, al que ha desobedecido el 9N, y a Junqueras, al que ha disputado y robado la direcci¨®n colegiada del proceso, ahora de nuevo exclusivamente en sus manos, con su aut¨¦ntico poder presidencial, que es disolver y fijar la fecha de las elecciones. Segunda novedad: la mayor¨ªa independentista clara que algunos esperaban no existe e incluso se sospecha que puede ser inalcanzable, dados los recursos desplegados durante tanto tiempo para obtener esos 1'8 millones de votos a favor de la separaci¨®n. Tercera y quiz¨¢s m¨¢s sustancial novedad, que complementa la anterior: en el camino ha surgido Podemos y ha llegado ya a Catalu?a con expectativas electorales y, sobre todo, con el efecto de introducir de nuevo la divisi¨®n entre derechas e izquierdas, hasta ahora difuminada por el proceso.
S¨ª, hay que ir a elecciones cuanto antes, porque no hay mayor¨ªa de Gobierno. Pero no para hacer plebiscito alguno, sino meramente para obtener una nueva mayor¨ªa y un nuevo Gobierno que se ponga a trabajar despu¨¦s de dos a?os de perder el tiempo.
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