La Sinf¨®nica de Galicia borda un gran Rajm¨¢ninov
El Concierto para viol¨ªn de Shostak¨®vich tuvo un int¨¦rprete de excepci¨®n en Sergu¨¦i Jachatri¨¢n
La Orquesta Sinf¨®nica de Galicia ha celebrado su ¨²ltimo concierto de abono de este 2014 en el palacio de la ?pera de A Coru?a, dirigida por su titular, Dima Slobodeniouk. En programa, Four sea interludes, de Benjamin Britten; el Concierto para viol¨ªn y orquesta n? 1 en la menor, op. 77 de Dmitri Shostak¨®vich, en el que actu¨® como solista Sergu¨¦i Jachatri¨¢n, y las Danzas sinf¨®nicas, op.45 de Sergu¨¦i Rajm¨¢ninov.
La capacidad de creaci¨®n de ambientes sonoros de Britten fue cabalmente reflejada en la versi¨®n de Slobodeniouk y la Sinf¨®nica desde el inicico del primero de los cuatro interludios del autor ingl¨¦s, Dawn, con el afilado brillo met¨¢lico de los violines en registro agudo contrapuestos a la calidez de las maderas; los crecientes chispazos de luz hecha sonido de Sunday Morning, la serena brevedad de Moonlight, los pulsos de serena alegr¨ªa de Sunday Morning y el proceloso di¨¢logo entre orquesta y timbal ¨Ccon excelente expresi¨®n de Jos¨¦ Trigueros- de Storm, antes de la breve calma que precede al reflujo de su aparatoso final fueron adecuado inicio de lo que habr¨ªa de ser una velada digna de recuerdo.
El Concierto para viol¨ªn de Shostak¨®vich tuvo un int¨¦rprete de excepci¨®n en Sergu¨¦i Jachatri¨¢n (Erev¨¢n, Armenia, 1985), vencedor en su momento de los concursos internacionales m¨¢s importantes, como son el Reina Elisabeth, de Bruselas, o el Jean Sibelius, de Helsinki, -que gan¨® en 2000, siendo el m¨¢s joven ganador del primer premio en la historia de este concurso-.
El violinista armenio pone al servicio de la obra de Shostak¨®vich toda la sensibilidad, sarcasmo, dinamismo y expresividad que requiere esta: una partitura cuajada de compromisos t¨¦cnicos que Jachatri¨¢n supera sin aparente dificultad, como en el Scherzo-allegro. Pero sobre todo responde con gran solidez y sensibilidad a sus grand¨ªsimas demandas musicales y expresivas. Como hizo en el Nocturno inicial o en la austera solemnidad del Passacaglia, piezas en las que extrae de su viol¨ªn (el Guarneri del Ges¨´ llamado ¡°Ysa?e¡±, de 1740) un sonido de extrema belleza que a?ade un toque de profunda emoci¨®n. O como en la cadenza, -una bell¨ªsima meditaci¨®n finalmente sobresaltada por sus soberbias escalas y pasajes a doble cuerda- y el dinamismo expresivo de la Burleske final.
Slobodeniouk condujo a la Sinf¨®nica m¨¢s como espl¨¦ndida compa?¨ªa del viol¨ªn del armenio que como un mero acompa?amiento. La oscuridad ambiental del Nocturno, cavernosa en el contrafagot de ?lex Sagueiro; la siempre asombrosa coordinaci¨®n de las arpas de C¨¦line Landell y Miguel ?ngel S¨¢nchez; el bronc¨ªneo solo de tromb¨®n de Jon Etterbeek o el brillo argentino de la trompeta de John Aigi Hurn en el suyo fueron destellos individuales dentro de una gran solidez interpretativa.
Las Danzas sinf¨®nicas, ¨²ltima obra sinf¨®nica escrita por Rajm¨¢ninov, tuvieron una excelente lectura por la OSG y Slobodeniouk. La excelente disposici¨®n de planos sonoros, la capacidad de matizaci¨®n, la elasticidad r¨ªtmica (qu¨¦ gracia alada en el Tempo di valse) y el gran control de sonido, con matizaci¨®n desde la m¨¢s refinada delicadeza al m¨¢s redondeado vigor, fueron sus caracter¨ªsticas de conjunto. Los solos de oboe de Casey Hill o de saxo alto, de Pablo Jim¨¦nez Nogales, la flauta de Claudia Walker Moore y el clarinete de Juan Ferrer fueron asimismo puntos destacables de una espl¨¦ndida versi¨®n.
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