Sonidos olvidados
La Fundaci¨®n Juan March dedica un ciclo a instrumentos que fueron dejados de lado pero ocuparon un lugar importante en la m¨²sica de su tiempo
Cuando los cin¨¦filos se sientan ante la pantalla a repasar el universo felliniano, pueden reparar en una m¨²sica casi celestial y de tintes misteriosos que sirve de tel¨®n de fondo a la versi¨®n del compositor italiano Nino Rota de los amor¨ªos de Casanova.
Esa m¨²sica que no parece de este mundo supone la resurrecci¨®n de la arm¨®nica de cristal para el s¨¦ptimo arte y el regreso de un instrumento tan fascinante como exquisito. Thomas Bloch llega este s¨¢bado a la Fundaci¨®n Juan March con su propia joya de cristal para ofrecer un concierto que abre un ciclo de rarezas instrumentales que es un acontecimiento no solo apto para mel¨®manos.
Inventada por Benjamin Franklin, la arm¨®nica de cristal es una respuesta compleja al fen¨®meno ya mencionado por Galileo de que el cristal emite sonidos si se frota su borde con un dedo h¨²medo, y que el tono var¨ªa dependiendo de la forma de la copa y del contenido que esta posea. Incluso Mozart y Beethoven compusieron piezas para este peculiar instrumento ¡ªla del m¨²sico de Salzburgo se incluye en el programa del concierto¡ª. Pero en este recital, Bloch no solo estar¨¢ acompa?ado de su arm¨®nica de cristal, sino que tambi¨¦n tocar¨¢ las Ondas Martenot ¡ªa las que le supo sacar el m¨¢ximo provecho el franc¨¦s Olivier Messiaen, y que en Madrid escuchamos en el San Francisco de As¨ªs que mont¨® el Teatro Real¡ª y compartir¨¢ tablas con la arpista Pauline Haas.
¡°Cuando estaba a punto de irme a estudiar a Estrasburgo, escuch¨¦ en un programa de radio un instrumento muy raro llamado Ondas Martenot. Desde que lo escuch¨¦ pens¨¦ que quer¨ªa saber c¨®mo funcionaba ese instrumento y aprender a tocarlo¡±, dice Bloch. Desde entonces, se ha convertido en uno de los referentes en la interpretaci¨®n de estos dos peculiares instrumentos que lo han llevado a colaborar con directores como Valery Gergiev o Pierre Boulez, pero tambi¨¦n con Radiohead o Daft Punk.
Su descubrimiento de la arm¨®nica de cristal fue cuando ten¨ªa 17 a?os. Escuch¨® a Bruno Hoffmann tocando una pieza en un complejo sistema de copas de cristal y escuch¨® hablar por primera vez de un instrumento llamado arm¨®nica de cristal. ¡°Me enter¨¦ de que hab¨ªa un experto soplador de vidrio en los alrededores de Boston, y ue dec¨ªa que hab¨ªa redescubierto la arm¨®nica de cristal hace ahora unos 30 a?os. Y me decid¨ª a llamarlo y decirle que quer¨ªa uno de esos instrumentos, aunque nunca hab¨ªa visto uno. Me dijo que ser¨ªa uno de los primeros en tenerlo¡±, cuenta Bloch. Como curiosidad, este instrumento en sus inicios se utilizaba dentro de los tratamientos psiqui¨¢tricos del doctor Franz Anton Mesmer, que lo utilizaba para hipnotizar a sus pacientes.
Este ciclo pretende ¡°ofrecer la oportunidad de escuchar instrumentos en vivo que por causas pr¨¢cticas fueron desechados o pasaron de moda, pero que en su ¨¦poca se perfilaban como instrumentos que ocupar¨ªan una zona importante en las salas de conciertos¡±, dice Miguel ?ngel Mar¨ªn, programador musical de la fundaci¨®n. En estos conciertos, adem¨¢s, se incluir¨¢n explicaciones de los propios int¨¦rpretes sobre el funcionamiento de los instrumentos y habr¨¢ c¨¢maras que proyectar¨¢n a trav¨¦s de pantallas el interior de los instrumentos durante el recital.
Pero no solo integran el ciclo sonidos del siglo XX. La oportunidad de escuchar instrumentos del siglo XVI es otra de las experiencias que podr¨¢n vivirse en la Juan March. El franc¨¦s Bruno Forst ser¨¢ el encargado de interpretar el clavicordio, el virginal ¡ªun clave m¨¢s peque?o, considerado en su tiempo, dom¨¦stico¡ª y el clavicordio barroco. En esta ocasi¨®n el espect¨¢culo no solo es para los o¨ªdos, sino tambi¨¦n para la vista, ya que los tres instrumentos son reconstrucciones minuciosas y cargadas de rigor hist¨®rico de instrumentos que pertenecen a los siglos XVI, XVII y XVIII.
En ese programa se recuperar¨¢n obras de Byrd, Cabez¨®n o Correa de Arauxo, pero tambi¨¦n una pieza muy ligada a Madrid: el Fandango del Padre Soler. La obra menos mon¨¢stica de un fraile recluido en San Lorenzo de El Escorial que nunca consigui¨® su traslado a Granada para escuchar de primera mano los sones de la m¨²sica popular que dej¨® reflejada en esta pieza de flamenco antiguo para clavicordio.
Otra rareza es el violoncello da spalla o violonchelo de brazo, que ocupa el tercer programa de este ciclo en las manos de Sergey Malov. Cuando descubri¨® este instrumento a caballo entre el viol¨ªn y el violonchelo, que se toca cruzado sobre el pecho en lugar de encajado entre las piernas como suele suceder con el violonchelo tradicional, empez¨® a escribir sus propias cadencias para adaptarlas a ¨¦l. Un instrumento diferente que le hizo decidirse a la hora de tomar el camino de la m¨²sica de c¨¢mara. ¡°Muchos de estos instrumentos no llegaron a consolidarse pese a la atenci¨®n que suscitaron en su ¨¦poca, y acabaron arrumbados como rarezas en los rincones de la historia¡±, dicen desde la fundaci¨®n. Por ello es una ocasi¨®n ¨²nica escuchar un repertorio como el que ofrecer¨¢ Malov en el tercer concierto del ciclo, formado por piezas de Telemann, Marais o la oportunidad de escuchar al int¨¦rprete improvisar sobre una de las complejas Suites de Bach con su violonchelo de brazo.
Algo parecido le sucedi¨® al piano-p¨¦dalier, instrumento que cierra este ciclo de la fundaci¨®n. Roberto Prosseda es la primera vez que act¨²a en Espa?a frente a este prototipo de piano que en su d¨ªa cautiv¨® a autores como Robert Schumann. Prosseda presume de ser el ¨²nico int¨¦rprete en el mundo que hace giras de conciertos con este peculiar instrumento, y llega a Madrid con un repertorio integrado por piezas del propio Schumann, Bo?ly y Alkan ¡ªdicen que el ¨²nico pianista ante el que el virtuoso Liszt sent¨ªa respeto¡ª. El piano-p¨¦dalier es un h¨ªbrido entre el piano de cola y el ¨®rgano, ya que posee un teclado al estilo del de los organistas en el que los pies mandan. Para poder tocar este instrumento, el pianista, que ya se hab¨ªa hecho un nombre interpretando piezas desconocidas de Mendelssohn, tuvo que volver a empezar para dominar la t¨¦cnica para los pies que tienen interiorizada los organistas. Incluso prob¨® con distintos tipos de calzado para alcanzar la precisi¨®n en los matices, que a veces requer¨ªan que se pulsara el pedal como si se tocara con un solo dedo.
Adem¨¢s, desde entonces el pianista no solo ha fomentado la interpretaci¨®n de este instrumento, sino que ha motivado a compositores como Michael Nyman o Ennio Morricone a que compongan nuevas obras para el piano-p¨¦dalier, que ¨¦l mismo ha estrenado y que forman parte de su repertorio.
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