Nuestros terroristas
No juzguemos a los terroristas que hacen atentados en nombre del Cor¨¢n como algo tan extra?o al modo de pensar occidental
Ante los atentados terroristas de Par¨ªs, hemos tenido la sensaci¨®n de que sus autores son gente de otro mundo, de otra civilizaci¨®n, muy distinta de la nuestra. Para unos, profundamente equivocados, los terroristas son, simplemente, seguidores de Mahoma y por ello matan. Para otros, con mayor acierto, estos terroristas son seguidores de una rama radicalizada del islam, producto de una interpretaci¨®n parcial y literal del Cor¨¢n. En todo caso, la opini¨®n dominante estos d¨ªas es que el terrorismo es hoy casi un monopolio de los musulmanes.
Con ello olvidamos a nuestros terroristas, a los terroristas europeos de los ¨²ltimos a?os, especialmente a los espa?oles. Digo especialmente porque no todo el terrorismo en la civilizada Europa de nuestros d¨ªas tuvo lugar en Espa?a. Recordemos las Brigadas Rojas en Italia o la banda Baader-Meinhoff en Alemania, terrorismo de corte izquierdista. No olvidemos tampoco el terrorismo del IRA irland¨¦s, cuyas ra¨ªces ideol¨®gicas eran nacionalistas y cat¨®licas. Todos mataban, robaban, secuestraban y extorsionaban en nombre de ideas, en principio, respetables.
Con todo ello quiero decir que no juzguemos a los terroristas que llevan a cabo atentados en nombre de la religi¨®n musulmana, de Mahoma y del Cor¨¢n, como algo tan extra?o al modo de pensar y de vivir occidental: nosotros tambi¨¦n hemos tenido nuestros terroristas, que han actuado en nombre del comunismo, del nacionalismo y de la religi¨®n. Pero Espa?a ha sido especial porque es donde m¨¢s ha durado el terrorismo, de hecho, hasta nuestros d¨ªas: ETA a¨²n no se ha disuelto. Quiz¨¢s muchos de los que piden dureza contra los terroristas isl¨¢micos en nombre de la libertad de expresi¨®n y de la democracia fueron complacientes con ETA porque ten¨ªan connivencia con sus ideas aunque difirieran de sus m¨¦todos. Ahora, como se trata de musulmanes, su condena es absoluta; antes, como se trataba de nacionalistas, se miraba hacia otro lado y se evitaba la condena.
Recuerdo un caso que me impresion¨®. A principios de los a?os noventa yo formaba parte de la junta directiva de una antigua ONG radicada en Barcelona. Cada a?o se entregaba un premio a personas o entidades que se distingu¨ªan por su defensa de los derechos humanos reconocidos por la ONU. El jurado estaba compuesto por los miembros de la directiva y era costumbre que el premio se otorgara por unanimidad. Cada a?o, todos los miembros del jurado, menos uno, quer¨ªamos premiar a Gesto por la Paz, quiz¨¢s la primera organizaci¨®n vasca que se atrev¨ªa a condenar el terrorismo. A?o tras a?o, este solitario compa?ero de junta pon¨ªa el veto. Hasta que falleci¨® no se la pudo premiar. No era hombre violento, era cordial en el trato, razonable en todo menos en una cosa: consideraba que para defender a la patria (a lo que ¨¦l llamaba patria, claro) todo estaba justificado, incluso matar. Lo dec¨ªa as¨ª de claro y no cre¨ªa que Gesto por la Paz defendiera los derechos humanos porque antepon¨ªa su idea de naci¨®n a la idea de libertad. Y precisamente ah¨ª est¨¢ la clave para comprender la naturaleza del terrorismo en las sociedades libres.
El terrorismo es, por naturaleza, totalitario y los terroristas, sean de la ideolog¨ªa que sean, son antidem¨®cratas
En efecto, el terrorismo causa v¨ªctimas directas, las m¨¢s visibles son los muertos y heridos, tambi¨¦n la desolaci¨®n que ello causa en familiares y amigos. Pero la finalidad de los terroristas, con excepciones, no es la desaparici¨®n de las personas objeto de un atentado, sino infundir miedo en el resto de la poblaci¨®n para que esta no sea libre, tanto de expresarse como de ejercer cualquier otra de las libertades civiles y pol¨ªticas: votar, asociarse, reunirse, hasta pensar. Indirectamente, la sociedad entera es v¨ªctima del terrorismo porque se le impide ejercer aquello que es normal en una democracia.
El terrorismo es, por naturaleza, totalitario y los terroristas, sean de la ideolog¨ªa que sean, son antidem¨®cratas: lo que pretenden es imponer sus ideas por la fuerza mediante el miedo. Esto es lo que ha ocurrido, y todav¨ªa ocurre, en el Pa¨ªs Vasco: miedo a decir lo que se piensa, miedo a expresar en p¨²blico lo que se dice en privado y a¨²n, muchas veces, ni se atreven a decirlo en privado, en el m¨¢s estrecho c¨ªrculo de familiares y amigos. Esto es lo que se pretende con el terrorismo. En los a?os de plomo del Pa¨ªs Vasco, cuando desde Catalu?a comparabas a ETA con el m¨¢s duro fascismo, siempre hab¨ªa alguien que te llamaba exagerado o cosas peores, incluso te dec¨ªa que el fascista eras t¨². No era as¨ª, ni mucho menos, al contrario, quien no comprend¨ªa la aut¨¦ntica naturaleza del terrorismo, sus verdaderos objetivos, era ¨¦l, c¨®mplice sin saberlo de un sistema totalitario. Este fue el caso, entre tantos otros, del amigo que vetaba el premio a Gesto por la Paz.
El terrorismo isl¨¢mico actual es uno m¨¢s en la historia, distinto de los otros por su car¨¢cter global, fruto de la emigraci¨®n. Pero su principal causa, como los dem¨¢s, est¨¢ en dar primac¨ªa al fanatismo sobre la tolerancia, al absolutismo de una ¨²nica verdad por encima de la duda sistem¨¢tica.
Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.