La lucha contra la deflaci¨®n, nueva tarea
Mario Draghi parece decidido a conseguir el objetivo de inflaci¨®n
La evoluci¨®n de los precios casi nunca es como nos gustar¨ªa o como conviene al momento econ¨®mico que se est¨¦ viviendo. Hemos sufrido inflaci¨®n en ¨¦pocas en las que ganar competitividad era fundamental para el crecimiento de nuestra econom¨ªa y tenemos deflaci¨®n cuando precisamos un contexto que ayude a disminuir el gran endeudamiento privado y p¨²blico que todav¨ªa soportamos. La importancia de la evoluci¨®n de los precios es ampliamente reconocida y ha impulsado a que los gobiernos y pa¨ªses dispongan de una autoridad monetaria independiente con poder para ocuparse de esta variable. En la Europa del euro disponemos de una autoridad independiente, el Banco Central Europeo, que tiene que dise?ar una pol¨ªtica monetaria capaz de situar la tasa de inflaci¨®n en un nivel determinado, el 2% o ligeramente inferior. En Europa hay pues un acuerdo acerca de cu¨¢l es la tasa de inflaci¨®n que ser¨ªa deseable. La experiencia de muchos a?os a lo largo de los cuales hemos aprendido que la mejor tasa de inflaci¨®n para una econom¨ªa que pretende crecer de forma equilibrada es la de mantener una tasa de inflaci¨®n baja pero positiva est¨¢ en la base de esta decisi¨®n.
?Draghi, presidente del Banco Central Europeo, tiene la responsabilidad de dise?ar una pol¨ªtica monetaria que cumpla con el objetivo establecido. Recientemente ha manifestado que no tiene claro que pueda cumplir con el mismo y no porque la inflaci¨®n se le vaya a desbocar, como ha ocurrido durante pr¨¢cticamente las cuatro ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX sino porque, al contrario, la evoluci¨®n de los precios a lo largo de estos ¨²ltimos meses est¨¢ siendo a la baja.
Si la inflaci¨®n durante a?os ha sido un enemigo a batir podr¨ªamos pensar que la deflaci¨®n es algo beneficioso para la econom¨ªa. Lamentablemente no podemos llegar a esta conclusi¨®n tan definitiva aunque s¨ª que es verdad que, en ¨¦pocas concretas y en el corto plazo, puede tener algunos efectos positivos. Por ejemplo, en la situaci¨®n actual, es cierto que puede ayudar a mejorar la competitividad de nuestras empresas, que puede servir para mantener el poder adquisitivo de los sueldos, salarios, pensiones y que, por lo tanto, puede incentivar la demanda agregada, tanto a trav¨¦s de las exportaciones como a trav¨¦s del consumo interno. Y esto siempre es necesario para la recuperaci¨®n econ¨®mica que tanto anhelamos.
Pero la deflaci¨®n tambi¨¦n tiene su lado amargo: los ciudadanos japoneses que han pasado m¨¢s de una d¨¦cada sin poder librarse de ella y sin que su econom¨ªa experimentase tasas de crecimiento acorde con lo que estaban acostumbrados, lo saben muy bien.
En el caso europeo y espa?ol, el hecho de que la evoluci¨®n del IPC sea negativa (o casi) acontece en un momento muy poco propicio. El endeudamiento privado y p¨²blico sigue siendo muy alto y devolver las deudas es mucho m¨¢s f¨¢cil cuando los precios crecen que cuando disminuyen. El valor real de las deudas decrece en ¨¦pocas de inflaci¨®n lo que ayuda a los deudores y perjudica a los acreedores. La deflaci¨®n produce justo los efectos contrarios. Otra mala consecuencia de la deflaci¨®n, que todav¨ªa no parece que ha hecho sentir sus efectos en nuestro entorno, est¨¢ relacionada con la generaci¨®n de expectativas y su influencia en la demanda agregada. En un contexto en que los precios disminuyen es bastante probable que las expectativas induzcan a los consumidores a postponer sus decisiones de gasto lo que, a su vez, dificulta la recuperaci¨®n de la demanda agregada que ayuda a recuperar la actividad productiva. Mencionar¨¦, por ¨²ltimo, los ajustes en precios relativos que son necesarios y que no pueden producirse en contextos deflacionarios. Tampoco esto ayuda a sanear y equilibrar las variables econ¨®micas.
La situaci¨®n econ¨®mica que vivimos es complicada y compleja. Los responsables de la pol¨ªtica monetaria saben muy bien c¨®mo actuar en contextos inflacionarios. La experiencia de tantos a?os de lucha contra ella ha constituido un gran aprendizaje. La deflaci¨®n, sin embargo, nos es m¨¢s ajena y dise?ar pol¨ªticas para combatirla constituye un reto. Que los precios del petr¨®leo disminuyan tampoco ayuda a combatirla. Afortunadamente, Draghi parece decidido a conseguir el objetivo de inflaci¨®n y ahora dispone de los instrumentos para poder hacerlo.
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