Lecciones de ¡®Ciutat Morta¡¯
El filme ha tenido un gran impacto por la sinergia entre medios y redes sociales y el cambio de percepci¨®n sobre las polic¨ªas
La enorme repercusi¨®n que ha tenido la emisi¨®n del documental Ciutat Morta permite interesantes lecturas sobre c¨®mo opera la comunicaci¨®n en la sociedad en red y las dificultades que la verdad de los hechos tiene para prosperar cuando choca con intereses corporativos concurrentes. Lo ocurrido permite adem¨¢s una interesante reflexi¨®n sobre el papel de la Red y las sinergias que pueden crearse entre ella y los medios tradicionales de comunicaci¨®n.
La primera reflexi¨®n tiene que ver con el papel dinamizador de las redes sociales. Ciutat Morta se ide¨® en 2011 con el prop¨®sito de denunciar lo que sus autores consideran una injusticia: la detenci¨®n arbitraria y condena de cinco j¨®venes por unos incidentes con el movimiento okupa durante los cuales un guardia urbano result¨® herido y qued¨® tetrapl¨¦jico. El documental se financi¨® mediante una campa?a de crowdfunding y en 2013 entr¨® en el circuito comercial pero tuvo escasa repercusi¨®n. Su excelente factura, sin embargo, hizo que fuera seleccionado en 21 festivales de cine y lograra 10 premios.
Ciutat Morta llevaba pues m¨¢s de un a?o de recorrido, pero su alegato no lograba traspasar los c¨ªrculos ya sensibilizados. Hasta que TV3 lo emiti¨®. Ello demuestra que, pese a la extensi¨®n, porosidad y capacidad de agitaci¨®n que tiene la Red, siguen siendo los grandes medios tradicionales los que permiten llegar al conjunto de la opini¨®n p¨²blica e impactar en quienes, desde los partidos o las instancias de decisi¨®n, dependen de ella. Sus promotores sab¨ªan que solo la difusi¨®n a trav¨¦s de uno de los grandes medios dar¨ªa al documental la proyecci¨®n y la credibilidad que necesitaba. Los primeros intentos de que se emitiera en TV3 fueron infructuosos, pero la notoriedad de los premios obtenidos y la insistencia del movimiento 4-F hicieron insostenible el rechazo.
En el ¨²ltimo momento, el documental se benefici¨® adem¨¢s de un inesperado efecto Streisand. Es un t¨¦rmino acu?ado en 2003 cuando la actriz B¨¢rbara Streisand reclam¨® al fot¨®grafo Kenneth Adelman 50 millones de d¨®lares por publicar una foto a¨¦rea de su mansi¨®n. Era tal la desmesura, que solo consigui¨® el efecto contrario: la reproducci¨®n masiva de la imagen. Un fen¨®meno parecido se produjo en 2007 con el secuestro judicial de la revista El Jueves por una caricatura de los actuales reyes de Espa?a. La medida no impidi¨® que la vi?eta fuera masivamente reproducida. Pocas horas antes de emitirse, Ciutat Morta recibi¨® el m¨¢s eficaz de los impulsos en tiempos de Internet: un intento de censura. John Gilmore, uno de los gur¨²s de Internet, advirti¨® en 1993 en la revista Time que la Red interpreta la censura como un ataque y la forma que tiene de defenderse es precisamente haciendo circular el objeto censurado. Como era de esperar, la orden judicial de eliminar cinco minutos amplific¨® la expectaci¨®n. A las pocas horas, m¨¢s de 200.000 personas hab¨ªan visto en YouTube el fragmento censurado y lo ¨²nico que logr¨® el demandante fue agrandar la repercusi¨®n de lo que pretend¨ªa silenciar.
La emisi¨®n logr¨® 569.000 espectadores, el 20% de cuota de pantalla, algo ins¨®lito para un segundo canal que suele estar en torno al 2%. Y provoc¨® una doble reacci¨®n en cadena: en las propias redes sociales y en los medios convencionales, cuyos contenidos eran de nuevo amplificados en las redes, lo que provoc¨® a su vez que partidos pol¨ªticos e instituciones se vieran obligados a reaccionar. Como ya ocurri¨® con las filtraciones de Wikileaks, la sociedad todav¨ªa parece necesitar el aval de los grandes medios para dar credibilidad a un asunto grave. Pero ello no les redime de la constataci¨®n de que, salvo muy honrosas excepciones, se limitaron a seguir de forma acr¨ªtica la versi¨®n oficial en un proceso opaco y plagado de contradicciones. El caso interpela sobre la ausencia de un buen periodismo de investigaci¨®n, que no solo requiere recursos, sino tiempo, algo que no abunda en unos medios devorados por la instantaneidad y noqueados por la cultura de la urgencia que ellos mismos alimentan.
Pero el fenomenal impacto del documental no se explica sin otro factor que tiene que ver con la percepci¨®n. Cuando ocurrieron los hechos, en 2006, el movimiento okupa, que en ocasiones ha adoptado formas violentas, era objeto de una intensa campa?a de criminalizaci¨®n. El clima social favorec¨ªa que las fuerzas de seguridad gozaran de presunci¨®n de veracidad. Pero desde entonces hemos visto c¨®mo se torturaba en las comisar¨ªas; c¨®mo eran condenados e indultados agentes de diversos cuerpos; c¨®mo se falseaba el atestado policial de la muerte de un empresario mientras era detenido en El Raval; y c¨®mo se negaban los hechos y se cambiaba hasta cinco veces de versi¨®n oficial en el caso de Ester Quintana... Y sobre todo, hemos visto c¨®mo los dos principales testigos de cargo del caso 4-F eran condenados por torturar tras falsear un atestado policial en otro caso de abuso policial.
Como consecuencia, all¨ª donde antes hab¨ªa presunci¨®n de veracidad, ahora hay sospecha. Por eso la tesis de Ciutat Morta encuentra una receptividad muy favorable. El documental es claramente un alegato de parte, pero ha sembrado grandes dudas sobre la instrucci¨®n y ha alimentado la convicci¨®n de que la verdad judicial no coincide con la verdad de los hechos. Esta, la verdad factual, existe y deber¨ªa ser un imperativo democr¨¢tico descubrirla y actuar en consecuencia.
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