Un a?o para Alonso Quijano
El Ballet Imperial Ruso rinde homenaje a Cervantes con una versi¨®n reducida y comercial de la obra que se estren¨® en el Bolsh¨®i en 1869
Este a?o se celebran los 400 a?os de la publicaci¨®n de la segunda parte del Quijote, la novela de las novelas, el libro de los libros por excelencia, y se suceder¨¢n en los escenarios espa?oles varias versiones, en prosa y en m¨²sica, para conmemorarlo. No pod¨ªa faltar el ballet a esa fiesta de la cultura, y el primer Quijote en danza que se ha visto ha sido el del Ballet Imperial Ruso, que con esas funciones madrile?as terminaba su gira anual en la capital. El ballet Don Quijote, uno de los que mejor y m¨¢s ¨ªntegramente se conservan de todo el repertorio acad¨¦mico, se estren¨® en el Teatro Bolsh¨®i de Mosc¨² en 1869, y la obra, de fuertes tintes c¨®micos en su origen, se basa fundamentalmente en un pasaje de esa segunda parte del monumento cervantino: ¡°Las bodas de Camacho¡±. Ahora esta modesta compa?¨ªa viene precisamente de Mosc¨² y trae una versi¨®n reducida y comercial.
Si somos un poco rigurosos, el ballet Don Quijote que vemos hoy por el mundo tiene m¨¢s que ver con las versiones ya del siglo XX, empezando por la de Alexander Gorski de 1900 (de la que ahora se cumplen 115 a?os) y la versi¨®n de Rostislav Zaj¨¢rov de 1940, de la que hace 75 temporadas. Muchos amantes del ballet se preguntan siempre cu¨¢ndo entr¨® en la obra el famoso pas de deux, si es o no can¨®nico el uso del abanico por parte de Kitri (o Quiteria) y hasta de donde viene el nombre de la protagonista. Todo se sabe al detalle: Miguel de Cervantes pasaba frecuentemente por la ermita de Santa Quiteria, en La Mancha; ya Lepechinskaia y Plis¨¦tskaia usaron el abanico en los a?os 40 y 50 del siglo XX y despu¨¦s Mak¨¢rova lo populariz¨® en occidente. Habr¨ªa mucho donde ahondar y precisar.
Don Quijote
Coreograf¨ªa: M. Petipa y A. Gorski (versi¨®n Gediminas Taranda); m¨²sica L. Mimkus; escenograf¨ªa: Andrei Zlobin; vestuario: Kamilla Yakubova. Ballet Imperial Ruso. Teatro Compac Gran V¨ªa.
La producci¨®n del Ballet Imperial Ruso es digna en cuanto a la est¨¦tica; decorados y vestuario entonan a la tradici¨®n y el dibujo de los telones de Zlobin incide en su estilo de figurado collage surrealista, con la acumulaci¨®n de elementos significativos de la acci¨®n y el argumento. El vestuario de Yakubova a veces es convencional y otras atrevido, pero siempre en una cuerda de dibujo respetable y en una gama de colores muy estudiada. Mientras los telones evocan una Toledo amurallada o una venta ruinosa en perspectiva, los trajes acuden al majismo y a las claves crom¨¢ticas est¨¢ndar, como el rojo y el negro, o el blanco n¨ªveo para el torero principal.
A pesar de estos rasgos positivos, la versi¨®n de Taranda no es buena, corta alevosamente secciones b¨¢sicas (como en el El reino de las dr¨ªadas o en las variaciones solistas del tercer acto), suprime personajes y tiene su peor momento en el personaje de Lorenzo, el tabernero padre de Kitri/Quiteria; su vulgar concepci¨®n del personaje es repugnante y ofensiva al arte del ballet, una sed de protagonismo lo hace hasta jalear al p¨²blico como si de un feriante de pueblo se tratara.
Un verdadero horror que desvirt¨²a y perjudica seriamente al conjunto, donde hay m¨¦rito, como la l¨ªnea y estilo de Lina Sheveleva, la limpia ejecuci¨®n de Nariman Bekzhanov o la apostura elegante de Maxim Marinin en el torero Espada.
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