Muertes demag¨®gicas
Tampoco parece una sarc¨¢stica paradoja que en los ¨²ltimos d¨ªas hayan fallecido varias personas durante la noche cobijadas en cajeros autom¨¢ticos
El otro d¨ªa en Torrent, muy cerquita de Valencia, una indigente fue meada y apaleada cuando intentaba dormir o acaso ya dorm¨ªa en el interior de un cajero autom¨¢tico. ?Los autores de la haza?a? Dos jovencitos que no tendr¨ªan otra cosa que hacer a altas horas de la madrugada m¨¢s que mear donde fuera de camino a casa para dormir la mona. De camino a casa, s¨ª. Es una pr¨¢ctica bastante extendida entre ni?atos pijos de extrema derecha y de mucho gimnasio, cobardes cuando andan solos pero valientes hasta el punto de entrar en un cajero autom¨¢tico a desaguar, en evidencia palmaria de su buena educaci¨®n, y aprovechar el momento para orientar el chorrito hacia la cara de una pobre mujer que all¨ª descansa. Habr¨ªa que ver si esa peque?a gentuza se atrever¨ªa a mostrarse tal como son ante un indigente con una navaja en la mano, asesinos potenciales, miserables chuletas zarzueleros de un mundo que nunca abominar¨¢ bastante de vuestra apestosa presencia.
Y no se trata solo de eso. No. Y tampoco parece una sarc¨¢stica paradoja que en los ¨²ltimos d¨ªas hayan fallecido varias personas durante la noche cobijadas en cajeros autom¨¢ticos, personas que no estar¨ªan all¨ª precisamente esperando la apertura de los servicios personalizados de la entidad bancaria, sino que muy probablemente habr¨¢n muerto de fr¨ªo, sin enterarse apenas, como quien dice, despu¨¦s de agotar el bric de un tinto espantoso sin saber (o a sabiendas, que viene a ser peor) que esa ingesta suministra unos calores de artificio que te matar¨¢n sin darte cuenta una vez cesen sus efectos, salvo que sujetos de mucha bondad te orinen en la cara para aplazar esa agon¨ªa an¨®nima con el caldito caliente de su propia borrachera antes de dormirla en sus confortables viviendas.
Pero tampoco es solo eso. Las entidades bancarias estudian reformas en sus establecimientos de servicio p¨²blico por ver de eliminar los reductos de los cajeros autom¨¢ticos para instalarlos en las fachadas simplemente, a fin de que ning¨²n desgraciado (?y adem¨¢s sin cuenta abierta en esa entidad!) aproveche el espacio para pasar all¨ª las crudas noche de invierno. Muchos ayuntamientos, y el de Valencia no iba a ser menos, est¨¢n empe?ados en reconvertir los bancos p¨²blicos de plazas y jardines para convertirlos en algo as¨ª como butacas individuales, sin otro prop¨®sito ni pretexto que no sea el de evitar que la sucia indigencia pueda usarlos como catre donde echar una cabezada. No es que resulten muy c¨®modos, pero al menos resultaba menos h¨²medo que echarse sin m¨¢s sobre el escaso c¨¦sped de Viveros, por ejemplo. Y todo eso ?para qu¨¦? ?Para evitar a los ciudadanos la visi¨®n de los pobres sin remedio durmiendo en los bancos de dos plazas? Y qui¨¦n sabe si tambi¨¦n, ya puestos en faenas restrictivas, para dificultar los arrumacos de las parejas en las tardes callejeras de primavera. No hay sitios preparados para dormir en la pobreza absoluta, pero tampoco lugar en los hospitales para que los enfermos sean atendidos como deben. Y todo ocurre como si la maldici¨®n de Pablo Neruda a los sublevados de la guerra civil (¡°De cada ni?o muerto nace un fusil sin ojos que os buscar¨¢ un d¨ªa el sitio del coraz¨®n¡±) fuese un simple desahogo po¨¦tico y no la t¨ªmida muestra de una constante desesperaci¨®n contra la barbarie.
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