Negro sobre negro con gama en gris
Eva Yerbabuena vuelve a Madrid en solitario y se despliega durante una hora y media acompa?ada por sus m¨²sicos y tres cantaores
Espect¨¢culo de c¨¢mara basado en el negro sobre negro (con algunos grises en el vestuario), la bailaora Eva Yerbabuena nacida en Fr¨¢ncfort pero de raigambre andaluza vuelve a Madrid en solitario, se despliega durante una hora y media acompa?ada por sus m¨²sicos y tres cantaores: Enrique el Extreme?o, Juan Jos¨¦ Amador y Alfredo Tejada. La obra es demasiado larga y la alta calidad de la m¨²sica salva la integridad de la velada. Con todo, ?Ay! es mejor que los otros dos espect¨¢culos anteriores con que la ya hoy consagrada artista visit¨® la capital, aqu¨ª hay m¨¢s cohesi¨®n y entrega, y, quiz¨¢s, hasta concentraci¨®n en los modos. En forma y potente, d¨¢ndolo todo, el baile de esta menuda gran mujer se disfruta siempre.
En escena, pocos elementos escenogr¨¢ficos, una mesa practicable, una tarima de fondo y un objeto singular que es a la vez silla y podio, escala y p¨²lpito. Sobre esta madera, cuyo dise?o juega a la inestabilidad visual con un descentrado parecido al que encontramos en la Casa Inclinada de Bomarzo, un detalle de gusto surrealista que adereza y da dramatismo a la secuencia, la bailaora evoluciona casi acrob¨¢tica. Como siempre en La Yerbabuena, no hay demasiado humor desplegado, sino un baile grave de tendencia conc¨¦ntrica, muy acusada esa elipsis hacia s¨ª. A eso, s¨²mese un ramalazo expresionista liberatorio del gesto y de la geometr¨ªa. Experimento o fuga del canon, se ve que a¨²n vive la danzante en la inquietud formal, que no se conforma e indaga en su potencial.
Bailarina intuitiva y voluntariosa, en sus acercamientos a los modos contempor¨¢neos y al terreno experimental del ballet flamenco, se manifiesta epid¨¦rmica, poco entrenada para tales menesteres, como si la mezcla (ll¨¢mese fusi¨®n o lo que se quiera) no fuera un terreno c¨®modo para sus registros y destaque. Otra cosa es cuando se centra en lo suyo, y a comp¨¢s, borda un fraseo vern¨¢culo y exquisito. En Eva hay calidades sostenidas y maduradas que son su sello: zapateados muy matizados, plantes y arm¨®nico braceo por delante.
Con mucha intenci¨®n simb¨®lica, la artista se adereza con pu?os de farol, mantoncillo, falda corralera y un floripondio de pega, todo en paleta de grises, y as¨ª despu¨¦s se despoja airosamente de todo, vuelve al uniforme negro que es un mantra. Al final, falda de cola (que no bata) y gran mant¨®n, todo de negro y todo rigor para un cierre en baile mayor, que sube al p¨²blico y eleva el list¨®n.
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