Guetos escolares
El ascensor social se detiene cuando se desatienden las diferencias sociales que entorpecen el progreso educativo
Despu¨¦s de los atentados islamistas, el Gobierno franc¨¦s se ha propuesto iniciar una ofensiva en las escuelas con el prop¨®sito de reforzar los ¡°valores republicanos¡±. Un objetivo et¨¦reo que se materializa en la puesta en marcha de algunas ense?anzas poco can¨®nicas: las virtudes c¨ªvicas, la utilizaci¨®n responsable de los medios de comunicaci¨®n, el sentido de la laicidad. Todas ellas convergen en la necesidad de ¡°ense?ar a vivir juntos¡±, pues lo de convivir es una pr¨¢ctica que nunca hay que dar por supuesta, sino que debe ser expl¨ªcitamente ense?ada. No s¨®lo eso, los mandatarios franceses saben muy bien que la infraestructura tambi¨¦n educa y que, m¨¢s all¨¢ de cualquier ense?anza programada, lo perentorio es salir del ¡°apartheid escolar¡±.
Los alumnos procedentes de la inmigraci¨®n se acumulan en las escuelas de las temidas banlieues. Existe una segregaci¨®n ¨¦tnica y social que es resultado de la segregaci¨®n residencial. Se crean escuelas-guetos que acumulan peligros de todo tipo: drogas, embarazos precoces, incivismo, intolerancia hacia el extranjero. La excelente pel¨ªcula La Classe, de Laurent Cantet, es un exponente perfecto de los fallos del modelo de integraci¨®n republicana, que no ha podido evitar ni el fracaso escolar ni la exclusi¨®n social.
No es un fen¨®meno exclusivo de Francia. Ocurre tambi¨¦n aqu¨ª. Las escuelas catalanas del cintur¨®n metropolitano concentran el mayor n¨²mero de alumnos procedentes de la inmigraci¨®n. Por no hablar de localidades como Salt o Vic. Precisamente en Vic se ide¨®, hace a?os, cuando la inmigraci¨®n era incipiente, una iniciativa municipal destinada a equiparse con las medidas necesarias para hacer frente a los problemas que pod¨ªa plantear el flujo creciente de inmigrantes. El experimento tuvo ¨¦xito hasta el punto de que se conoc¨ªa en toda Espa?a como ¡°el modelo de Vic¡±. Hace unos d¨ªas, la consejera de Ense?anza ha anunciado el prop¨®sito de dotar a las escuelas que lo requieran de aulas de acogida que presten una atenci¨®n especial a los alumnos inmigrantes. Los informes PISA y los controles aut¨®ctonos realizados por la Administraci¨®n catalana reflejan reiteradamente que el fracaso escolar es proporcional al bajo nivel cultural, econ¨®mico y social de las familias. El ascensor social que debiera ser la educaci¨®n se detiene cuando se desatienden las diferencias econ¨®micas y culturales que entorpecen el progreso educativo.
El ascensor social es necesario porque las familias son desiguales. Tal es la convicci¨®n que llev¨® a instaurar la escuela p¨²blica como garant¨ªa de un acceso a la educaci¨®n igualitario. Pero el ideal de una misma escuela para todos est¨¢ lejos de ser una realidad salvo en algunos pa¨ªses, v¨¦ase Finlandia, donde, como explicaba muy bien en estas p¨¢ginas Judit Carrera, los padres no necesitan elegir la escuela de sus hijos porque todas son iguales en excelencia, con maestros formados y socialmente reconocidos, dise?os cuidados y ambientes c¨¢lidos. Si la educaci¨®n en Finlandia es pionera en Europa, y casi en el mundo, es porque es realmente una prioridad de los gobiernos y de la sociedad en su conjunto. Ese es el primer paso que hay que dar para ense?ar la compleja asignatura de ense?ar a vivir juntos.
Si la educaci¨®n en Finlandia es pionera en Europa es porque es una prioridad de los gobiernos y de la sociedad en su conjunto
Nuestro sistema escolar no es malo. La escuela p¨²blica ha perdido las connotaciones despreciativas que tuvo en el franquismo, pero su revalorizaci¨®n a¨²n deja bastante que desear. No es paralela a la que se ha producido en el sistema sanitario donde lo p¨²blico goza de una aceptaci¨®n total y sin reservas. En el caso de la educaci¨®n no es as¨ª. Tenemos una escuela p¨²blica de verdad, y otra medio p¨²blica ¡ªconcertada¡ª que marca diferencias. No por lo que se refiere al profesorado que, cuando puede, opta por trabajar en la escuela p¨²blica, sino por la desigualdad que introduce en el acceso del alumnado. Aunque s¨®lo sea porque las escuelas concertadas escasean en los barrios m¨¢s desfavorecidos.
El objetivo de aprender a vivir juntos es un objetivo moral. No puede ser s¨®lo te¨®rico, tiene que ser pr¨¢ctico. La ¨¦tica, dec¨ªa Arist¨®teles, no se ense?a como la geometr¨ªa o la matem¨¢tica, se ense?a practic¨¢ndola. Es el ejemplo de los que tienen que servir de referentes, la imitaci¨®n, lo que lleva a crear costumbres, maneras de ser, eso que los griegos llamaron ethos, de donde procede el t¨¦rmino ¡°¨¦tica¡±. Si el ethos no refleja lo que la teor¨ªa pretende inculcar, esta se desvanece en un instante. Si el ethos no elimina las desigualdades injustas, aquellas en las que uno se encuentra sin haberlo querido ni buscado, es inoperante teorizar sobre el respeto y la igual dignidad.
Estamos a las puertas de una serie de convocatorias electorales que se anuncian convulsas y propiciadoras de cambios radicales. Estos, para ser radicales de verdad, no pueden ser s¨®lo cuantitativos, sino cualitativos. En el caso de la educaci¨®n, lo que necesitamos no son m¨¢s escuelas, sino un sistema educativo de calidad. Ah¨ª se ha estrellado la izquierda. Supo universalizar la educaci¨®n, pero no darle la calidad necesaria. Tampoco veo en los discursos de Podemos que la educaci¨®n sea un tema prioritario, ni siquiera en un partido cuyos dirigentes son todos ellos universitarios. Pero es que, seg¨²n los ¨²ltimos sondeos del CEO de la Generalitat, ni la educaci¨®n ni la cultura son prioritarios en las preocupaciones de los catalanes. Est¨¢ todo dicho.
Victoria Camps es profesora em¨¦rita de la UAB
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.