Recuento de cicatrices
La cantante de Houston ha ido ganando en ¡®gravitas¡¯ y su m¨²sica suena ahora m¨¢s intensa, chirriante y dolorida que nunca
Hubo un tiempo en que Jolie Holland evocaba, al frente de las maravillosas The Ge Good Tanyas, el frescor de las praderas, las monta?as reverdecidas, la belleza pr¨ªstina de la naturaleza reci¨¦n desperezada. Pues bien, todo aquello termin¨®: Holland solo sigue fiel a las faldas de vuelo amplio, pero ahora frunce el ce?o, se ha pasado al negro y la flanquean un bajista de sombrero vaquero, un guitarrista que apunta hacia el amplificador para que su m¨¢quina chirr¨ªe y un bater¨ªa de pegada fibrosa, pese a su equ¨ªvoco aspecto de tirillas.
El lunes ofreci¨® en El Sol un concierto denso, de silencios enf¨¢ticos, ligeramente enfurru?ado. A la picajosa Jolie le molestaban los monitores, las luces, las fotos del p¨²blico. Opt¨® incluso por una extra?a disposici¨®n del repertorio en dos tandas de seis canciones con un breve descanso entre ellas. Pero hab¨ªa pasi¨®n contenida y creciente en ese rasguear de la guitarra, siempre crudo, impreciso y sin florituras. En esa manera suya de mascullar, entre la aseveraci¨®n y el escozor. Como una Lucinda Williams sin tanta gravilla acumulada, como una Mary Gauthier que tambi¨¦n fuera haciendo recuento de cicatrices.
Fueron muy buenos minutos de americana con vocaci¨®n rockera, de segundas voces h¨¢bilmente desmadejadas, de guitarras espesas para una audiencia absorta: la velada id¨®nea para una sala en la que hab¨ªa sonado Cortez the killer, de Neil Young, en los proleg¨®menos. La de Houston fue elocuente incluso a la hora de escoger versiones, tres temas doloridos de autores que, como ella, tambi¨¦n han ido virando hacia el negro: The love you save (Joe Tex), Song for Lou Reed (Black Yaya), Who are you (Tom Waits). Pero es que su repertorio propio (First sign of spring, Mexico city) cada vez resulta m¨¢s titilante y solemne, o tan col¨¦rico (Dark days) como una Anna Calvi abrumada por la gravitas de la edad adulta.
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