Lo malo de Podemos
Si se verifican las acusaciones, implicar¨¢ que el partido no puede satisfacer los est¨¢ndares que ellos mismos hab¨ªan fijado
Es cierto que la reacci¨®n de los partidos tradicionales ¡ªsobre todo en lo concerniente al PP¡ª a fen¨®menos como Podemos est¨¢ siendo siniestra. La estrategia consiste b¨¢sicamente en demostrar que, en el fondo, Podemos son como ellos. No resulta precisamente edificador que estos partidos invoquen el reflejo de sus propios males en Podemos para salvarse. Como si la imagen especular del desastre propio proyectada en el nuevo y deslumbrante adversario absolviese de ese mismo desastre. El mensaje parece ser el siguiente: ¡°Ellos [Podemos] huelen en realidad tan mal como nosotros; as¨ª que t¨², votante, qu¨¦date con nosotros¡±. Una forma de pensar cuanto menos desconcertante (aunque es de suponer que no necesariamente exenta de r¨¦dito electoral, de lo contrario no se ve por qu¨¦ insistir¨ªan en tal estrategia).
Lo anterior, sin embargo, no excluye que en esta mara?a de dirigentes pol¨ªticos salpicados por irregularidades de distinta naturaleza ¡ªque, con la irrupci¨®n de Podemos, parece golpear ya tambi¨¦n a la Universidad, instituci¨®n que, hasta el momento y a diferencia de la pol¨ªtica, la banca y la judicatura, hab¨ªa quedado a salvo del desprestigio y el desafecto ciudadano¡ª los que salen o deber¨ªan salir peor parados son Podemos. Al fin y al cabo en Podemos se han arrogado de forma exclusiva y con gran celo el discurso de la pureza moral, el de la severidad inexorable con el error.
Por ello, en la hip¨®tesis de que se verificaran las acusaciones vertidas contra los dirigentes de Podemos ¡ª sobre todo las que tienen que ver con Juan Carlos Monedero; las que conciernen a Errej¨®n parecen menos graves¡ª, sus errores ser¨ªan m¨¢s reprochables que los que puedan cometer los dirigentes del PP o del PSOE. Estos ¨²ltimos nunca se presentaron como paradigmas de la moralidad o de la legalidad. Uno podr¨ªa pensar que aunque nunca se presentaran como tales todos dimos por hecho que as¨ª era o que al menos as¨ª deber¨ªa ser. Esto, a pesar de pecar de optimismo o incluso de ingenuidad, es cierto, pero la raz¨®n de ser de estos partidos no es la pureza moral ni el cumplimiento a rajatabla de la legalidad. La de Podemos, en cambio, s¨ª. Y ah¨ª radica la diferencia.
Quiz¨¢s la pureza moral y la legalidad estricta no constituyen las ¨²nicas razones que explican y justifican su existencia, pero son desde luego dos de las razones fundacionales del grupo. Caer en el error que se imputa al contrario es doblemente da?ino: no s¨®lo es malo en s¨ª mismo cometer el error, sino que, adem¨¢s, al cometerlo se pierde la legitimidad que otorgaba el haber alargado el brazo para identificar a aquellos que se equivocaban.
Los integrantes de Podemos dicen ser v¨ªctimas de una caza de brujas por parte del Gobierno y de sus medios afines. Algunos datos ¡ªsin ir m¨¢s lejos las bizarras intervenciones del ministro Montoro al respecto¡ª parecen indicar que existe una sa?a particular a la hora de investigar en los asuntos fiscales y administrativos de los miembros de Podemos por parte del Gobierno. Este tipo de indagaciones aparentemente ad hoc resultan inquietantes en el seno de un Estado de derecho. En este punto Podemos lleva toda la raz¨®n. Pero esto no es incompatible con que algunas de las acusaciones puedan ser verdad. Y, sobre todo, no les absuelve en caso de que efectivamente no se pudieran falsear tales acusaciones.
Nada de todo esto dice nada de bueno acerca de los partidos tradicionales ni del Gobierno. Pero lo relevante en la tesitura actual es que dice algo particularmente malo de Podemos. ?Qu¨¦ es lo malo? Podemos ¡ª insisto: si se verifican las acusaciones¡ª no puede satisfacer los est¨¢ndares que ellos mismos se hab¨ªan fijado. En condiciones normales, esto deber¨ªa resultar demoledor para un proyecto pol¨ªtico semejante, cuya raz¨®n de ser consiste en hacer aquello que los dem¨¢s no son capaces de hacer. Pero a tenor de las encuestas parece no resultar demoledor, sino m¨¢s bien al contrario.
No s¨¦ muy bien qu¨¦ explicaci¨®n exacta puede tener este hecho. Probablemente constituya una explicaci¨®n demasiado austera pensar que esa inmunidad ante la desafecci¨®n ciudadana y el desprestigio social descansan ¨²nica y exclusivamente en el efecto novedad. Quiz¨¢s una explicaci¨®n m¨¢s compleja consiste en pensar que Podemos no es todav¨ªa ¡ª o al menos no es percibido como¡ª un sujeto pol¨ªtico en sentido pleno. De ah¨ª que aquello que afecta a las organizaciones pol¨ªticas, a los partidos pol¨ªticos tradicionales, no afecte a Podemos. Tal vez Podemos es percibido a¨²n como la simple canalizaci¨®n social del malestar ciudadano. Dicho de otra manera: quiz¨¢s Podemos est¨¢ a¨²n m¨¢s cerca del 15-M que de Syriza.
No estoy hablando de que no pueda ganar las pr¨®ximas elecciones generales. Puede ganarlas, por supuesto. Lo ¨²nico que estoy sugiriendo es que los miembros de Podemos siguen siendo, en buena medida, los h¨¢biles tertulianos que trasladan el malestar social a los plat¨®s televisivos. De ah¨ª que los mecanismos que perjudican e incluso hunden a los partidos pol¨ªticos les pasen por el costado.
Pau Luque es investigador en el Instituto de Investigaciones Filos¨®ficas de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.
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