Mujeres con un pie en el averno
V¨ªctimas de violencia machista relatan c¨®mo se les obliga a dejar a sus hijos con los agresores El Consello da Avogac¨ªa Galega denuncia que se fijan las visitas sin estudiar cada caso
A Pilar ya se lo advirti¨® el polic¨ªa que la atendi¨® cuando puso la denuncia contra su marido por maltrato: ¡°Has vivido un infierno y ahora comienzas una carrera de obst¨¢culos. No creas que los jueces te van a entender¡±. A las psic¨®logas que la revivieron en servicios sociales les cost¨® un a?o convencerla de que ten¨ªa que ir a comisar¨ªa. Su marido, enfurecido porque de su vientre hab¨ªa nacido una ni?a y no un var¨®n, la hab¨ªa hundido en el terror de puertas adentro, a base de amenazas, insultos y vejaciones. Hoy Pilar ha logrado saltar los obst¨¢culos administrativos y judiciales que le pronostic¨® el agente pero, con una sentencia que certifica la violencia psicol¨®gica a la que la someti¨® el padre de su hija y una orden de alejamiento de su maltratador, los tribunales, con el aval de informes de organismos p¨²blicos y privados, han ordenado que quien ya cometi¨® agresiones machistas siga viendo a la peque?a. La menor cuenta que su progenitor no la trata bien y Pilar vive con miedo, con ese pie que el sistema le obliga a mantener en el ¡°infierno¡±.
?La historia de esta mujer de nombre supuesto, que prefiere preservar incluso el lugar de Galicia donde reside porque en su entorno no todos conocen su pasado, no es un caso ins¨®lito. ¡°Los jueces son muy reacios a privar a los padres de las visitas porque se parte de la premisa general de que para los menores es bueno tener relaci¨®n con el padre¡±, explica Patricia L¨®pez Arnoso, experta en violencia machista del Consello da Avogac¨ªa Galega. ¡°Nosotros estamos en contra de esta concesi¨®n autom¨¢tica de las visitas sin estudiar el caso espec¨ªfico. Nos parece un error¡±.
El exmarido de Mar¨ªa (apelativo ficticio) tambi¨¦n fue condenado por maltratarla psicol¨®gicamente y ahora ha solicitado la custodia compartida del hijo que tienen en com¨²n. Ella tendr¨¢ que someterse junto al ni?o a un examen del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga). Al peque?o, que ha llegado a vomitar de los nervios cuando tiene que ir a cumplir el r¨¦gimen de visitas, ¡°su padre lo machaca¡±, relata esta v¨ªctima de violencia machista, ¡°como me machacaba a m¨ª¡±. A Mar¨ªa le parece indignante que la justicia acepte siquiera tramitar la petici¨®n de su exesposo para compartir a medias el cuidado del peque?o. Asistentes sociales que trabajan con v¨ªctimas de violencia dom¨¦stica admiten que este tipo de solicitudes est¨¢n aumentando, aunque no suelen concederse, y lo atribuyen a que si los agresores logran este r¨¦gimen de custodia ya no le tienen que pasar una pensi¨®n a la madre de sus hijos.
¡°Me he llegado a sentir como si la maltratadora fuera yo¡±, lamenta Pilar cuando rememora lo que ha tenido que o¨ªr en los juzgados o en la Administraci¨®n durante su lucha para divorciarse del machista que convirti¨® su hogar y su maternidad en un martirio. Mientras un juzgado de lo penal dictaminaba que su marido era un maltratador, otro juzgado, esta vez de familia, se ocup¨® del divorcio y del r¨¦gimen de visitas a la ni?a, solicitando sendos informes al Imelga y al punto de encuentro, el lugar, financiado por la Xunta pero gestionado por una empresa privada, en el que los padres con malas relaciones o implicados en casos de violencia dejan y recogen a sus hijos. En el Imelga, cuenta, los t¨¦cnicos que la entrevistaron a ella y a su hija firmaron un informe en el que conclu¨ªan que la ni?a ¡°estaba manipulad¨ªsima por su madre¡±, un dictamen que dej¨® boquiabiertas a las psic¨®logas de los servicios sociales de su Ayuntamiento, que la asistieron y salvaron cuando lleg¨® a ellas con la autoestima destruida, pensando que lo que le hac¨ªa su marido era culpa suya. ¡°Es que ellas, sin las que yo no estar¨ªa aqu¨ª, saben que me preocupo mucho de no hablarle mal a la ni?a de su padre, pese a todo¡±, explica.
Al maltratador no le hicieron la misma entrevista. Le aplicaron el test que se le hace a las parejas que quieren adoptar. La conclusi¨®n fue que ¡°no hab¨ªa entendido las preguntas porque tiene una inteligencia baja¡±, explica Pilar. ¡°Y no tiene un pelo de tonto¡±. Con ese dictamen y otro del punto del encuentro que tambi¨¦n tachaba de ¡°manipuladora¡± a la mujer maltratada, se determinaron los d¨ªas en los que Pilar deb¨ªa dejar a la ni?a con su padre.
Para nada ha valido que el marido de Pilar acumule ¨®rdenes de alejamiento. Una de ellas lleg¨® gracias a un amargo golpe de suerte. Mientras ¨¦l la amenazaba de muerte a ella y a su hija supuestamente sin que nadie le oyera ¡ª¡°con los de fuera es encantador¡±¡ª, alguien pas¨® por all¨ª y aquel testimonio fue vital. ¡°Le pusieron una orden de alejamiento de m¨ª, pero no de mi hija. El juez, que en sala me lleg¨® a reprochar que hubiese tenido una ni?a con ese hombre, me dijo que pod¨ªa seguir viendo a la peque?a porque era su padre. Yo le advert¨ª a ¨¦l y al fiscal que si le pasaba algo a la ni?a su nombre iba a salir en las portadas de los peri¨®dicos. Estoy convencida de que gracias a eso se cortaron un poco y pusieron ciertos l¨ªmites a las visitas¡±.
Aun con restricciones, Pilar tiene que dejar a su peque?a con su exesposo. Lo mismo le ocurre a Mar¨ªa, que se confiesa desesperada: ¡°Lo que m¨¢s rabia me da es que nadie me hace caso con lo del ni?o; yo pido por lo menos que las visitas sean tuteladas, que estudien el comportamiento de su padre¡±. Haberse demostrado que es v¨ªctima de violencia machista no la ha librado tampoco de que en los juzgados la sentasen cerca de su agresor o de que nadie tome precauciones en el punto de encuentro para que no se produzca una coincidencia indeseada.
A diferencia de otras v¨ªctimas de agresiones silenciosas como Pilar, a Mar¨ªa no le cost¨® demostrar el ruidoso maltrato al que la someti¨® el que fue su esposo, que pudieron testimoniar vecinos y Guardia Civil. Entre los tenues rayos de luz de su lucha por salir del pozo, Mar¨ªa recuerda c¨®mo los agentes que la asistieron en aquellos momentos se preocuparon de proteger a su hijo. Pilar tampoco olvida la ayuda de sus actuales abogados que, conscientes de que su econom¨ªa no es boyante, le dejan pagar a plazos y hay tr¨¢mites que ni le cobran. Nada que ver con aquel letrado de oficio que le toc¨® cuando arranc¨® la carrera de obst¨¢culos y que la anim¨® a retirar la denuncia. ¡°Vas a hacer el rid¨ªculo¡±, le dec¨ªa.
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