La particular er¨®tica de la amabilidad
El primer triunfo del montaje de Broggi de 'Una giornata particolare' es que nadie se acuerda de Sof¨ªa Loren y Mastroianni
Hitler visita a Roma, recibido con despliegue imperial por Mussolini. Im¨¢genes en blanco y negro del Istituto Luce, el No-Do del fascio. Locuci¨®n engolada, marcial, fervorosa. El estruendo de la propaganda se infiltra por la radio hasta una barriada romana. Entra el color en un d¨ªa de mayo de 1938. El fragor del r¨¦gimen se entremezcla con el traj¨ªn cotidiano del despertar de una familia numerosa. El patio de vecinos bulle. La buena gente se prepara para vestir camisa negra y levantar el brazo en alto con gesto en¨¦rgico. La marabunta de hormigas humanas se aleja para ejercer de comparsa. Atr¨¢s quedan el silencio y los olvidados.
Con el primer gesto de Clara Segura y Pablo Derqui ¡ªcansancio y rendici¨®n¡ª Una giornata particolare pasa sin sobresaltos de Ettore Scola a Oriol Broggi. Se apaga la pantalla para que el p¨²blico se concentre en la intimidad que nacer¨¢ en el escenario entre Antonietta y Gabriele. El mundo que los ha transformado en invisibles se ha ido por un tiempo. O casi. La portera sigue ah¨ª como ret¨¦n. Pero esa amenaza con bata y zapatilla ¡ªque M¨¤rcia Cister¨® ejerce con la violencia justa¡ª es un pu?o sordo, incapaz de romper la burbuja en la que se encastillan dos seres muy fr¨¢giles, atra¨ªdos por el erotismo de la amabilidad.
Broggi sigue con fidelidad cada una de las situaciones que Scola, Maccari y Fantoni guionizaron para describir el nacimiento de una intimidad sin esperanza. El pr¨®logo se lo cede al director de cine, el ep¨ªlogo es un trazo breve y r¨¢pido, y en medio s¨®lo se atreve a cambiar la escena del fugaz encuentro sexual ¡ªexpl¨ªcito, sobre una mesa¡ª para igualar el mensaje que emite el sexo sin sexo al primer caf¨¦ que sella el v¨ªnculo entre la pareja. ?l s¨®lo acompa?a una buena historia y unos int¨¦rpretes formidables, algo m¨¢s heridos que Sofia Loren y Marcello Mastroianni en la pel¨ªcula. Pero nadie se acuerda de ellos ¡ªprimer gran triunfo del montaje¡ª cuando Segura y Derqui se beben uno al otro con su delicada atenci¨®n. Broggi ha descubierto que esto es una historia de dos sedientos de ser alguien para el otro, aunque s¨®lo sea por unas horas, cansados de no ser nadie para nadie. Un amable desconocido que escuche sus peque?as o grandes confesiones, que rompa su resistencia a dar unos pasos de rumba, que los abrace en un laberinto de ropa extendida como en juego de ni?os, que acepte sus brazos ca¨ªdos sin deseo, que comparta una taza de caf¨¦, que calle ante sus errores y fantas¨ªas, que note su serena curiosidad en la mirada. Y con esas peque?as cosas que guardan enormes emociones Segura y Derqui realizan una filigrana actoral. Ella nos tiene acostumbrados a la excelencia, pero ¨¦l ¡ªen una larga l¨ªnea ascendente¡ª aporta algo m¨¢s: el temblor profundo de una criatura rota.
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