El rescate de la realidad social
El mundo de la cultura honra al dramaturgo Lauro Olmo en el Mar¨ªa Guerrero
Lo siti¨® la vida, las circunstancias, los despojos ideol¨®gicos de una guerra y de una posguerra. Cercaron su pluma y su casa. As¨ª fue su vida, y tambi¨¦n la forma en la que el Centro Dram¨¢tico Nacional comenz¨® el homenaje, ayer, a Lauro Olmo (Orense, 1921 ¨C Madrid, 1994) en el Teatro Mar¨ªa Guerrero dentro del ciclo Los lunes con voz. Unas im¨¢genes de grano intenso que pasaron del blanco y negro al color; un resumen y una met¨¢fora de qui¨¦n fue y c¨®mo fue el dramaturgo: el ¨²ltimo en abandonar el madrile?o barrio de Pozas, lugar que hoy ocupa el Corte Ingl¨¦s de la calle de Princesa, cuando se produjo su desalojo en los a?os 70.
As¨ª lo conoci¨® Jes¨²s Campos, dramaturgo y presidente de la Asociaci¨®n de Autores de Teatro, subido a un balc¨®n. "Estaba peleando porque no le echaran de su casa. ?l se mantuvo ah¨ª, y fue el ¨²ltimo en salir de un desahucio que afect¨® a 1.500 familias". Ese era Olmo, alguien de la calle, de los bares, de la vida. "Carnal, afectivo", matiza Jos¨¦ Luis Alonso de Santos, dramaturgo y amigo. Alguien de fe en el propio ser humano: "?l ten¨ªa el sue?o de que le dieran el Teatro Nacional Popular, cada a?o ped¨ªa a las autoridades que se lo diesen. Y cada a?o cre¨ªa que se lo dar¨ªan al siguiente. Nunca lleg¨®; pero ¨¦l quer¨ªa llevar por Espa?a las formas populares que ¨¦l hab¨ªa vivido, el lenguaje, las tradiciones".
Pero la venda de aquella Espa?a tap¨® tantos ojos que hubo nombres, como el de Olmo, que pasaron de refil¨®n o que estuvieron a punto de no sobrevivir a las m¨²ltiples infamias que, inevitables, brotan del conflicto. Sea cual sea. ?l fue opacado por sus coet¨¢neos rivales, y tambi¨¦n los amigos, los que no quisieron ¡ªo no se atrevieron¡ª a decir s¨ª a la realidad que sub¨ªa al escenario o dibujaba en sus diferentes textos (28 obras de teatro, cinco de teatro infantil con su mujer, Pilar Enciso, y cinco textos novel¨ªsticos).
La claridad con la que Olmo plasm¨® al pueblo le vali¨® el t¨ªtulo inminente de autor del realismo social, en conflicto, siempre, con el oficialista; m¨¢s intenso en aquellos a?os subyugados a una dictadura. Por su propia naturaleza, una voz m¨¢s o menos directa contra el orden impuesto. "Molestaba con la realidad al poder", apunt¨® Jes¨²s Campos, mientras ley¨® los t¨ªtulos de las ocho obras que hab¨ªan sido prohibidas o censuradas. La camisa, su primer gran ¨¦xito, o partes de La pechuga de la sardina, ahora recuperada por el CDN bajo la direcci¨®n de Manuel Canseco en el Teatro Valle-Incl¨¢n y uno de los espejos que reflejan la importancia arrolladora del papel de la mujer en la vida y la obra del escritor, como explic¨® Virtudes Serrano, profesora ya jubilada de Universidad de Murcia, especialista en teatro espa?ol: "?l fue m¨¢s all¨¢ de reivindicar a la mujer, hizo un discurso de g¨¦nero. Ten¨ªa una especial predilecci¨®n por su papel. Su madre y su mujer no lo dejaron indiferente frente a la condici¨®n femenina. Las mujeres en la creaci¨®n de Olmo merece muchos cap¨ªtulos aparte y su lucha sigue estando tremendamente vigente".
El escritor fue arrinconado por sus coet¨¢neos, rivales y tambi¨¦n amigos
Contar lo que ocurre desde cien puntos de vista es, indefectiblemente, intentar acercarse a la realidad sin pretensiones ni artificios. Y es algo que vale para ayer y para ma?ana. Olmo estaba convencido de ello y cuando le preguntaban sobre cu¨¢les eran las posibilidades del teatro realista siempre respond¨ªa, firme, que las de siempre, que era inaceptable, incluso, la pregunta. Hoy, la realidad, parad¨®jicamente, vuelve a ser la que ¨¦l escribi¨® en un bucle que quiz¨¢ ¨¦l nunca hubiese imaginado. El catedr¨¢tico ?ngel Berenguer, presente a trav¨¦s de una carta, confirm¨® la sensaci¨®n general en la sala de que los textos de Olmo cobran hoy m¨¢s fuerza que nunca en las ¨²ltimas d¨¦cadas: "Detr¨¢s del escritor hay un ser humano excepcional, con la conciencia y la presencia de la honradez en los tiempos de la c¨®lera, que reviven con fuerza. La camisa, la obra m¨¢s potente sobre los derechos de los trabajadores y la emigraci¨®n por las pol¨ªticas del Estado de entonces, es hoy de nuevo presente".
Antonio Fern¨¢ndez Insuela, catedr¨¢tico de Literatura Espa?ola en la Universidad de Oviedo y uno de los grandes estudiosos del realismo social espa?ol record¨® de forma n¨ªtida aquella realidad a la que Berenguer alud¨ªa por ser uno de los primeros recuerdos que conserva de Olmo en la planta decimotercera de un piso a las afueras de Madrid. "Mira por ah¨ª, cuando estren¨¦ La camisa me dijeron que eran invenciones m¨ªas, lo de la falta de trabajo y la pobreza", fueron las palabras del dramaturgo al catedr¨¢tico. "Y para mi sorpresa me encontr¨¦ mirando por un balc¨®n a apenas siete kil¨®metros de Madrid; y la vista eran varios campos de f¨²tbol de chabolas, y ah¨ª segu¨ªan diez a?os despu¨¦s. Esto fue en los 70".
El dramaturgo pint¨® la que ve¨ªa, literalmente, la de cada d¨ªa en el Madrid tan circunspecto como libertino de los a?os que arrastr¨® consigo la Guerra Civil; la rutina del acento gatuno m¨¢s ruin, de la gach¨ª de farola, la de las entumecidas manos de las beatas de toquilla negra y rumor con inquina y la del peque?o o gran burgu¨¦s. Y hoy, ese caleidoscopio, con el mismo fondo pero con distinto envoltorio, sigue de pie.
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