Orejas para Climent y el debutante Valadez
Pobre entrada en otra tarde de viento, frio y lluvia
Viento, frio y lluvia. Tres elementos que volvieron a colarse sin permiso una festejo m¨¢s. Y desoladora entrada, con menos de un millar de espectadores en los tendidos. Tarde, pues, para nada, y menos para los toros. Pero el viento, el frio y la lluvia no fueron elementos totalmente insalvables, aunque complicaron las cosas. Mas los tres novilleros, cada uno en su estilo, porque cada cual es cada cual, sacaron las casta?as del fuego, se impusieron al mal tiempo y, tambi¨¦n, sortearon no menos complicaciones de alguno de los novillos lidiados.
La sorpresa fuerte fue el mexicano Leo Valadez, que se vino hasta Valencia para debutar con picadores, De Aguascalientes este Valadez, ¡°hidroc¨¢lido¡± seg¨²n el gentilicio. Pues este Valadez plant¨® buena cara al mal tiempo, sobre todo en el novillo que cerr¨® la desapacible tarde. Este sexto novillo, de impecable presencia, fue un mero tr¨¢mite en el primer tercio. Entre esas dos varas apenas se?aladas, Valadez mont¨® un quite por lopecinas que el viento casi arruin¨®. Sali¨® del trance desarmado en el remate, pero sin perder compostura. En banderillas reuni¨® y clav¨® en la cara, y se salv¨® por piernas en la persecuci¨®n implacable que sufri¨® tras dos pares. Valiente, decidido y sin una m¨ªnima duda, se ech¨® la muleta a la izquierda y clav¨® las zapatillas en la arena a las primeras de cambio. El viento se encarg¨® de destemplar alg¨²n muletazo que en condiciones normales saldr¨ªa templado. Sin enmendar, ganando terreno con la pierna contraria a la salida de cada muletazo, lig¨® las series en racimos completos. Daba igual por la derecha que por la izquierda, a la poca entrega del novillo respondi¨® Valadez con ideas claras y ordenadas. Contra los elementos, pero toreando bien. La estocada, cobrada a sabiendas de que el premio lo tocaba con la mano, fue suficiente. Oreja cortada con la verdad. Aut¨¦ntico.
GIBAJA / ESPADA, CLIMENT, VALADEZ
Novillos de Antonio L¨®pez Gibaja. De muy correcta presentaci¨®n, destacando los dos ¨²ltimos por su trap¨ªo. Manejables los tres primeros, sin entrega el cuarto, muy enterado el quinto, que fue muy manso en varas, y con poca entrega el sexto.
Francisco Jos¨¦ Espada. Estocada (saludos); metisaca, pinchazo ¨Caviso-, otro pinchazo m¨¢s, casi entera que asoma y descabello (silencio).
Cristian Climent. Estocada (oreja); estocada h¨¢bil que asoma y cinco descabellos (silencio).
Leo Valadez. Tres pinchazos ¨Caviso-, otro m¨¢s y tres descabellos (silencio); estocada algo desprendida (oreja).
Plaza de Valencia, 20 de marzo. 9? de Fallas. Escasa entrada.
Antes de ese sexto, en el novillo anterior, Valadez fue arrollado de muy mala manera en banderillas, invitado por Climent a compartir el tercio. Pas¨® poco, el susto, pero pudo pasar m¨¢s. Y antes de ese quinto, en su primer turno, se maquill¨® con pinturas de guerra para darle batalla al novillo m¨¢s chico del lote. Tambi¨¦n cogi¨® los palos y dej¨® tres pares con decisi¨®n al cuarteo, con muestras de tener esa parte del oficio bien aprendido. En los rodillazos del comienzo sali¨® con apuros y sorte¨® la descompuesta embestida del novillo con doble dosis de arrojo. Valeroso, novillero-novillero ¨Cnovillero a la antigua-, cape¨® el temporal de viento y agua, y las coladas de un novillo manejable, sin clase, y con la tempestad a su favor. Tard¨® en matar y el ambiente, ya de por si frio, se enfri¨® a¨²n m¨¢s.
La otra oreja de la tarde fue para el valenciano Cristian Climent. La recompensa le lleg¨® en el segundo de la tarde, al que puso cuatro pares de banderillas con fortuna dispar. Un farol de rodillas, fuera del tercio, fue una manera no muy usual de comenzar la faena de muleta. Continu¨® de rodillas, con un novillo que pareci¨® entregado de principio, pero la ventolera le oblig¨® a tomar pronto otra ruta. Busc¨® por aqu¨ª, por all¨¢, y encontr¨® su sitio por momentos. La voluntad fue siempre su bandera. Con el novillo a menos, Climent mantuvo una lucha sorda, con poco eco, pero que recuper¨® calor con la buena estocada que propin¨®. Solo esa estocada vali¨® el premio.
El quinto, de seria presencia, fue el rey manso de la tarde. Hasta cinco veces lo llevaron al caballo, la tercera vez, en viaje sin destino fijo, al picador de la puerta. Cinco entradas y cinco salidas por patas. Huyendo. Climent invit¨® a banderillear a Valadez y el tercio, con voltereta incluida al mexicano, no pas¨® de simple cumplimiento. Mir¨®n el novillo, con coladas sobre todo por el pit¨®n izquierdo buscando el bulto, puso fea la cosa. Climent pas¨® sus apurillos, pero no perdi¨® los papeles. El viento tambi¨¦n jug¨® en contra y la espada demor¨® el final del cap¨ªtulo.
Francisco Jos¨¦ Espada tambi¨¦n se llev¨® un buen susto nada m¨¢s abrirse de capa en el cuarto, que busc¨® presa, al no poder salir de una chicuelina. Voltereta fuerte, que dej¨® conmocionado al torero. Sin entrega el novillo, oblig¨® a Espada a montar una faena muy trabajada. De mucha actitud. Corri¨® bien la mano, pero los pases los tuvo que robar de uno en uno. Tanto ataque hizo que el novillo terminara acobardado y acorralado literalmente por el torero.
El novillo que abri¨® la tarde le peg¨® tambi¨¦n una se?ora voltereta a Cristian Climent, cuando toreaba por gaoneras. Noble fue el novillo, pero siempre al paso tambi¨¦n le cost¨® lo suyo embestir. Espada, muy metido en faena, lo intent¨® por todos los medios posibles. Sonsac¨® muletazos, de m¨¦rito la mayor¨ªa, pendiente siempre del novillo y del viento. Todo lo puso el torero y casi nada el novillo.
toros
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