Que s¨ª nos representan, que s¨ª
Lo peor de la p¨¦rdida de confianza es que tambi¨¦n se pierde la capacidad de empatizar, representar y simbolizar
Hace unos a?os un buen amigo me pidi¨® un art¨ªculo contra la l¨ªnea de alta tensi¨®n que atraviesa el Empord¨¤ y me puso en un aprieto. Primero, porque escribir cuesta mucho y segundo porque, en la mayor parte de los casos, cuando escuchas a las partes no es f¨¢cil llenar una hoja sin que el tiempo te desmienta. No es que no te quieras mojar, se trata de equivocarse convencido. Si no lo est¨¢s, no escribas.
No se trata tan solo de tomar partido, sino de ceder un grado de representaci¨®n. Escribir un art¨ªculo c¨®modo y quedar bien con la parroquia es relativamente f¨¢cil, pero lo escrito queda, es el voto p¨²blico que te retrata y que despu¨¦s te pide un compromiso y, sobre todo, responsabilidad sobre tus palabras. A eso se le llama tomar partido.
Lo malo es que en no pocas ocasiones nos quedamos sin espacio entre el poder y el contrapoder, entre quienes dicen que aquella l¨ªnea el¨¦ctrica, carretera o desalinizadora es imprescindible y quienes aseguran que supondr¨¢ el advenimiento del Anticristo. Unos y otros nos han baqueteado con br¨ªo y alegr¨ªa. Es cierto que los tirios desde el poder y los troyanos desde su contrario, sea lo que sea, pero la verdad es que el espacio entre unos y otros se ha vuelto tan vago que a veces parece que se haya disuelto.
Se ha sabido la sentencia que condena a ocho personas a tres a?os de prisi¨®n por haber agredido a los parlamentarios el d¨ªa que se rode¨® el Parlament. Hasta donde he le¨ªdo, yo tambi¨¦n creo que se trata de una sentencia pol¨ªtica y que las pruebas contra los acusados son bastante endebles. Tan endebles como las afirmaciones que no hubo agresi¨®n alguna, o tan vergonzosas como las tesis que el dispositivo policial fue el que provoc¨® el bochorno posterior. ?Qui¨¦n pint¨® la chaqueta de Montserrat Tura? Nadie, porque no es una agresi¨®n. ?Qui¨¦n increp¨® a los diputados? Nadie, puesto que no nos representan. ?Lo hace la sentencia? Tampoco.
Es f¨¢cil y justo solidarizarse con Patricia Heras o el agente parapl¨¦jico, pero es dificil¨ªsimo hacerlo con gran parte de los colectivos que hay a su alrededor
Lo peor de la p¨¦rdida de confianza es que tambi¨¦n se pierde la capacidad de representar, la capacidad de empatizar y de simbolizar, y llueve sobre mojado porque anteponiendo injusticias al desorden llegamos al fascismo en un abrir y cerrar de ojos. Somos desconfiados, despu¨¦s de relatos como Ciutat Morta, donde el c¨²mulo de desprop¨®sitos lo rubric¨® en directo el sindicato de la Gu¨¤rdia Urbana. Nadie maltrat¨® a aquellos chicos y los moratones surgieron por generaci¨®n espont¨¢nea, nadie destroz¨® a Patricia Heras y, al otro lado, nadie lanz¨® la piedra que dej¨® inv¨¢lido al agente. Nadie, m¨¢s de 200 personas de fiesta y aparece un encapuchado a contraluz diciendo que quiz¨¢s, que bueno, que ¨¦l vio algo. Sin comentarios.
Es f¨¢cil y justo solidarizarse con Patricia Heras o el agente parapl¨¦jico, pero es dificil¨ªsimo hacerlo con gran parte de los colectivos que hay a su alrededor. Unos porque impugnan la totalidad de la representaci¨®n, otros porque la utilizan en su favor imp¨²dicamente. Nadie se hace responsable de los hechos y todos quieren ser los padres de los futuros ¨¦xitos, y estamos escarmentados, despu¨¦s que se le reviente un ojo a Ester Quintana y se entone otra vez el nadie de turno, una y otra vez no fue nadie y en vez de una pedrada tenemos una pelota de goma invisible. Nadie ha quemado el contenedor, ha sido el destino, Fuenteovejuna. Ning¨²n partido financiado irregularmente asume su culpa y as¨ª vamos seleccionando representatividad y responsabilidad seg¨²n nos convenga.
El d¨ªa que apareci¨® el representante sindical de la Gu¨¤rdia Urbana de Barcelona en TV-3, sent¨ª mucha verg¨¹enza ajena pero tambi¨¦n propia. No pod¨ªa dejar de sentirme responsable de su bravuconer¨ªa. No tengo nada que ver con la Guardia Urbana, pero en el fondo, s¨ª, tengo que ver. Como tengo que ver con la familia Pujol a pesar de no haberlos votado nunca. De la misma manera que no puedo evitar sentir que el d¨ªa que alguien no da la cara, sea por pintar una chaqueta con un esprai o por lanzar una piedra, siento que ah¨ª falla algo y que el fallo contiene cierta gravedad. Es una verg¨¹enza social, compartida. F¨¢cil, la actitud que le permite a uno decidir sin coste alguno, si los hechos y las personas le representan o no
<CS8.6>Es el logo de moda, el no logo, la no representaci¨®n, decir que nadie nos representa. Muy a pesar nuestro o con nuestro pl¨¢cet, nos representan. De hecho, el primer paso para que dejen de hacerlo es, precisamente, admitir que durante mucho tiempo nos han representado y que lo han hecho muy bien, de la Catalu?a de Pujol al Sabadell de Bustos pasando por diputaciones y la aquiescencia general de medios y poderes. No digo que lo hayan hecho muy bien, digo que nos han representado muy bien, que nosotros durante mucho tiempo no hemos sido mejores que ellos. En general, haciendo medias, cuesta mucho escribir esto y puede que me equivoque, pero lo escribo convencido que es as¨ª.
Creo que nos ha representado incluso el energ¨²meno que roci¨® con espray. Incluso quienes le encubren. No asumir ni representaci¨®n ni responsabilidad significa volver a tropezar con la misma piedra. Otra vez.
Francesc Ser¨¦s es escritor
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