Triunfal regreso a Cuenca de la Sinf¨®nica de Galicia

La Orquesta Sinf¨®nica de Galicia celebr¨® en el Auditorio Teatro de Cuenca el principal concierto del Mi¨¦rcoles Santo dentro de la 54? Semana de M¨²sica Religiosa de la ciudad. Con Dima Slobodeniouk en el podio, la OSG ha interpretado un programa compuesto por Belsazars g?stabud (El fest¨ªn de Baltasar), de Jan Sibelius, el Concierto para piano en sol mayor, deMaurice Ravel, en el que acompa?¨® a Javier Perianes, y la Sinfon¨ªa n? 3, ¡°El poema divino¡±, op. 43 de Alex¨¢nder Scriabin.

Nueve a?os despu¨¦s de la ¨²ltima actuaci¨®n de la Sinf¨®nica en la Semana de Cuenca, el Auditorio Teatro presentaba tres cuartos de entrada. El p¨²blico tard¨® algo en reaccionar y sus primeros aplausos tras la interpretaci¨®n de Belsazars g?stabud tuvieron una mezcla de unanimidad y tibieza. La versi¨®n de la suite de Sibelius - s¨ªntesis de su m¨²sica incidental para el drama hom¨®nimo de Hjalmar Procop¨¦- tuvo el adecuado ambiente de misterio en las primeras y sinuosas melod¨ªas de su Marcha oriental y una matizada gradaci¨®n din¨¢mica. Destacaron tambi¨¦n los solos del chelo de Ruslana Prokopenko y la viola de Francisco Regozo en Soledad, la flauta de Claudia Walker y el clarinete de Iv¨¢n Mar¨ªn en el Nocturno y el oboe de David Villa en la Danza de Khadra.

Javier Perianes hizo una espl¨¦ndida versi¨®n del Concierto en sol mayor de Ravel, tocado con t¨¦cnica impecable y gran inspiraci¨®n musical. Los brillantes glissandi del inicio y la incre¨ªble sutileza de sus arpegios hicieron saltar esa chispa que electriza el ambiente entre escenario y p¨²blico y la atenci¨®n del auditorio conquense se hizo m¨¢s evidente. El pianista gaditano hizo fluir po¨¦ticamente los cambiantes climas sonoros de la obra de Ravel, con una expresividad llena de profundidad, casi de recogimiento, en el Adagio assai central y su paulatina intensificaci¨®n din¨¢mica, de crecimiento apenas perceptible.

Fue espl¨¦ndidamente acompa?ado por la Sinf¨®nica y Slobodeniouk, destacando el precioso solo de corno ingl¨¦s de Scott MacLeod. La brillante agitaci¨®n del Presto final termin¨® de galvanizar los ¨¢nimos del p¨²blico que, ahora s¨ª, dedic¨® una fuerte y calurosa ovaci¨®n a orquesta y solista. Este respondi¨® con el regalo de un Chopin lleno de transparencia y una incre¨ªble sensibilidad. Con los ¨¢nimos bien altos y elogiosos comentarios del p¨²blico captados en el descanso del concierto, la Sinf¨®nica y Slobodeniouk abordaron el dif¨ªcil plato principal del men¨² que hab¨ªan preparado para el p¨²blico de Cuenca.

La Sinfon¨ªa n? 3 de Scriabin est¨¢ escrita para una orquesta de efectivos muy numerosos: maderas a cuatro; nueve trompas, cinco trompetas, tres trombones y tuba en los metales; dos percusionistas incluido el timbal; dos arpas y casi sesenta instrumentistas en el quinteto de cuerdas. Dadas las reducidas dimensiones del Auditorio Teatro y el inmenso poder¨ªo sonoro de la orquesta, durante los ensayos de la obra hubo cierta saturaci¨®n sonora. La absorci¨®n de sonido por el p¨²blico, pese a que este no termin¨® de llenar la sala- y el gran control del sonido de Slobodeniouk solventaron este problema en el concierto.

La Sinfon¨ªa n? 3 de Scriabin transita sonora y dial¨¦cticvamente por la frontera entre la grandiosidad y la grandilocuencia. La sedosa y ¨¢urea redondez de los metales graves y la respuesta de trompas y trompetas en el inicio de este Poema divino marcaron el rumbo que seguir¨ªa la versi¨®n que Slobodeniouk y la OSG hicieron de la obra del compositor moscovita.

La obra son¨® con claridad y brillantez gracias a la sutil matizaci¨®n con que Slobodeniouk abord¨® su ampl¨ªsima gama din¨¢mica. Los solos volvieron a mostrar la calidad de los profesores de la Sinf¨®nica, destacando en sus ¨²ltimas secciones, Voluptes y Jeu divin, los Massimo Spadano, concertino de la Sinf¨®nica. El p¨²blico reconoci¨® el m¨¦rito y la calidad de la interpretaci¨®n con una fuerte y cerrada ovaci¨®n, que se prolong¨®n a la salida del concierto en forma de animados comentarios.