El bipartidismo y sus sombras
Lo que est¨¢ en crisis es un sistema basado en la indiferencia como forma de relaci¨®n de los ciudadanos con la pol¨ªtica
Los ciudadanos brit¨¢nicos tambi¨¦n est¨¢n cansados del bipartidismo. La alternancia entre conservadores y laboristas, bajo la impasible mirada de la Corona, ha sido elogiada como modelo de buen funcionamiento democr¨¢tico, garant¨ªa de estabilidad y de respeto, elemento articular de la democracia m¨¢s antigua del mundo. Debidamente protegido por un sistema electoral que castigaba al tercero en discordia, el bipartidismo brit¨¢nico parec¨ªa imbatible. Y, sin embargo est¨¢ dando las mismas se?ales de agotamiento que en otros pa¨ªses.
Ya en las ¨²ltimas elecciones, David Cameron tuvo que unirse a los liberales para gobernar. Y ¨¦stos no han salido bien parados del invento, precisamente porque el bipartidismo ya estaba en crisis y los electores esperaban m¨¢s de su aportaci¨®n. Pero el malestar sigue y el muestrario de partidos con opciones de obtener representaci¨®n crece. El UKIP, partidario de la salida de la Uni¨®n Europea, con un mensaje anticasta y con buenas dosis de demagogia sobre la inmigraci¨®n, presiona desde la extrema derecha; el Partido Nacionalista escoc¨¦s, desde el independentismo, forcejea con la arquitectura institucional del Estado; y, en la izquierda, los verdes recuperan aliento.
Mientras en Espa?a parte de las ¨¦lites, tanto las pol¨ªticas como las econ¨®micas y las medi¨¢ticas, han reaccionado con p¨¢nico ante la aparici¨®n de Podemos, y el PP ha desplegado la estrategia del miedo contra la amenaza de un Frente Popular, como si estuvi¨¦ramos en los a?os treinta, en el Reino Unido han recibido con naturalidad a los nuevos actores y los dos grandes han participado sin remilgos en un debate electoral televisivo a siete, sin vetar a nadie. ?Por qu¨¦ el bipartidismo est¨¢ en crisis incluso en el Reino Unido, que lo ten¨ªa casi como un signo de identidad?
Sin duda, cada pa¨ªs tiene sus razones propias, pero se pueden se?alar algunas causas de car¨¢cter general. La primera de ellas, es el cambio en la estructura de clases de las sociedades europeas. El bipartidismo era una forma de simplificaci¨®n que ten¨ªa su origen en la oposici¨®n entre burgues¨ªa y proletariado (o clases populares si se prefiere) Actualmente, el sistema de clases es mucho m¨¢s complejo y las l¨ªneas divisorias menos n¨ªtidas. La crisis acab¨® con la idea de una inmensa clase media, a la que pertenec¨ªa, por lo menos en sus fabulaciones y deseos, una gran mayor¨ªa de la sociedad. Los trabajadores, a partir de la fractura entre integrados y marginados, no siempre comparten intereses. Y las propias clases altas han visto c¨®mo se fugaban unas ¨¦lites tan reducidas como poderosas. El r¨¦gimen bipartidista resulta demasiado estrecho para integrar la realidad social y mucha gente se siente excluida.
La segunda raz¨®n va vinculada a la primera. El bipartidismo se ha agotado por falta de alternativas reales. Las pol¨ªticas a lo sumo se diferencian en cuestiones de cultura y costumbres, pero en materia econ¨®mica son muy continuistas. La voluntad de atraer a esta inmensa clase media (que ya no existe y que quiz¨¢s s¨®lo existi¨® en las percepciones de unos y otros) hizo a los grandes partidos cada vez m¨¢s semejantes.
En Reino Unido la apoteosis de esta confusi¨®n lleg¨® con la figura de Tony Blair y su tercera v¨ªa, que en vez de ser alternativa a la derecha acab¨® practicando un thatcherismo de rostro humano. All¨ª empez¨® la autoinmolaci¨®n de la socialdemocracia que, cada vez m¨¢s entregada al mimetismo de la derecha, ha entrado en manifiesto declive en casi toda Europa.
En fin, tercera raz¨®n o raz¨®n pr¨¢ctica: en un escenario marcado por la falta de expectativas, con mucha gente en precario, unos comportamientos cargados de complicidad y corporativismo (corrupci¨®n y desd¨¦n), han alejado a los pol¨ªticos tradicionales de la ciudadan¨ªa. No hay nada m¨¢s letal para una sociedad que perder la idea de futuro. Con la crisis, la ciudadan¨ªa ha reaccionado: reclama atenci¨®n y reconocimiento. Y si los partidos tradicionales no se lo dan, escucha otras voces. El bipartidismo quiso sobrevivir neutralizando y despolitizando a los ciudadanos, reducidos a hombres de una sola dimensi¨®n (la econ¨®mica), y ¨¦stos se resisten.
Eso no significa que los actores del bipartidismo desaparezcan de golpe: seguir¨¢n pesando y seguir¨¢n gobernando, pero tendr¨¢n que hacerlo con mayor respeto y les ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil extraviarse en las complicidades corporativas (el club del monopolio del poder) que tanto da?o han hecho, especialmente en pa¨ªses sin tradici¨®n democr¨¢tica como Espa?a.
El bipartidismo ven¨ªa buscando la indiferencia como forma de relaci¨®n de los ciudadanos con la pol¨ªtica. Una democracia de baja exigencia, en que los partidos, siempre respetuosos con los poderes contramayoritarios, hac¨ªan y deshac¨ªan a su antojo y la actividad pol¨ªtica del ciudadano quedaba relegada al voto cada cuatro a?os. Hasta que los ciudadanos han decidido hacer o¨ªr su voz, a la vista de las revelaciones de la crisis: la enorme basura acumulada en las estructuras del r¨¦gimen, la incapacidad de controlar los desmanes del poder financiero y, por tanto, de prevenir el desastre, y la impotencia para actuar con criterios de justicia y de equidad ante una situaci¨®n de emergencia y fractura social profunda. Por ah¨ª, se han abierto las grietas al bipartidismo en Espa?a. El caso brit¨¢nico confirma que no es un fen¨®meno coyuntural ni local y recuerda que el respeto democr¨¢tico siempre es mejor respuesta que la descalificaci¨®n y el miedo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.