Cancelaciones

Parec¨ªa que las cancelaciones amenazaban el buen resultado del Stabat mater de Rossini: con muy poca antelaci¨®n, Javier Camarena y Varduhi Abrahamyan adujeron motivos de salud para no cantar, y antes ya se hab¨ªa ca¨ªdo la inicialmente programada Mar¨ªa Agresta. La ausencia de Javier Camarena, sobre todo, caus¨® una gran decepci¨®n entre los aficionados, ya que el muy solicitado tenor mexicano no ha actuado a¨²n en Valencia, y se le esperaba con expectaci¨®n. Fue sustituido por Gregory Kunde, y Maria Jos¨¦ Montiel cant¨® en lugar de la mezzosoprano armenia. Erika Grimaldi ya hab¨ªa sido anunciada en lugar de Mar¨ªa Agresta.

Teniendo en cuenta la improvisaci¨®n que, inevitablemente, se produce en situaciones como esta, debe reconocerse, sin embargo, que el engranaje de la obra funcion¨®, y que el oyente sali¨® complacido. No fue ajena a este buen resultado la batuta de Giacomo Sagripanti, un director emergente que supo trenzar todos los mimbres con seguridad y expresi¨®n. La orquesta del recinto se pleg¨® a sus indicaciones, y luci¨® una sonoridad excelente, acompa?ada de gran delicadeza en los momentos de mayor intimidad. El coro estuvo siempre ajustado, incluso en el dif¨ªcil contrapunto del Amen final, ofreciendo esta vez una rica paleta din¨¢mica, aunque todav¨ªa le sobraron decibelios de vez en cuando.

Gregory Kunde, que ya ha actuado varias veces en Les Arts, volvi¨® a regalar una voz radiante y una energ¨ªa contagiosa, al igual que ciertas tiranteces en la zona de paso. Al parecer, se est¨¢ convirtiendo en pieza clave para la ¨®pera valenciana, y ha estado a tiro cuando se le ha necesitado. Tambi¨¦n M? Jos¨¦ Montiel, incluso con menos d¨ªas de anticipaci¨®n que el tenor. La mezzo madrile?a frasea bien y tiene una voz de bonito color oscuro, aunque ser¨ªa bueno que igualara m¨¢s todos los registros. Liang Li luci¨® un instrumento recio y seguro. A Erika Grimaldi le falt¨® potencia en el centro para hacerse o¨ªr en los pasajes marcados forte para coro y orquesta (por ejemplo, en el Inflammatus et accensus), pero luci¨® un buen timbre cuando calent¨® la voz. Quiz¨¢s lo mejor de la velada fueron las dos ¨²ltimas estrofas del Sancta mater, istud agas, con una preciosa escritura que solistas y orquesta supieron decir con total recogimiento. No fueron las ¨²nicas, aunque s¨ª las m¨¢s sobresalientes en una actuaci¨®n que desminti¨® esas opiniones ¨Calgunas bien antiguas- en las que se niega la capacidad de Rossini para entender y plasmar con verdad un texto religioso.