Fabra recupera el p¨¢nico como discurso

El principal mensaje que lanz¨® este s¨¢bado Alberto Fabra en su proclamaci¨®n como candidato del PP a la presidencia de la Generalitat no fue el que parec¨ªa m¨¢s novedoso. El reluciente plan de empleo juvenil dotado con 300 millones, que asegur¨® que impulsar¨¢ si renueva su condici¨®n de presidente, qued¨® sepultado bajo el m¨¢s urgente de los recados que Fabra quer¨ªa llevar a la audiencia: el miedo a los otros partidos.

Sus supuestos logros, la retah¨ªla de proezas que el presidente de la Generalitat ha atribuido al PP en los ¨²ltimos meses (el saneamiento de los excesos cometidos por los correligionarios que le precedieron, la atenuaci¨®n del paro, el cambio de tendencia de la econom¨ªa,...), casi ni fueron esgrimidos como valores de su complicada gesti¨®n al frente del Consell.

El de la ma?ana del s¨¢bado en el claustro de Sant Miquel dels Reis fue un triunfalismo nervioso e impostado, muy alejado de los habituales actos de proclamaci¨®n de candidatos. Fabra sangraba por la herida. El miedo que trataba de meter en el cuerpo del electorado valenciano ante la supuesta irrupci¨®n en la Generalitat de ¡°once partidos de izquierdas, apelotonados en un camarote de los hermanos Marx, no de Groucho, sino de Carlos, donde no cabe un radical m¨¢s¡±, no era una retorcida ocurrencia ret¨®rica de los feraces guionistas del argumentario popular. Era solo desesperaci¨®n.

A Fabra se le ha vuelto a estropear el escenario en el momento de la representaci¨®n y ha tenido que cambiar sobre la marcha el mensaje. O mejor dicho, renunciar al que le hab¨ªan preparado y apelar al que siempre fue m¨¢s eficaz para el partido. Despu¨¦s de haber efectuado la limpieza de imputados de su grupo parlamentario, de haber introducido medidas para ahuyentar las tentaciones de corrupci¨®n de sus candidatos y de que el Tribunal Superior de Justicia decidiera aplazar el juicio a la trama G¨¹rtel sobre el pabell¨®n de Fitur de la Comunidad Valenciana hasta despu¨¦s de las elecciones, al PP le ha estallado otro caso de supuesta corrupci¨®n en la cara. El esc¨¢ndalo de Imelsa, la empresa de la Diputaci¨®n de Valencia, ha disparado todas las alarmas en el partido. La investigaci¨®n de otra presunta trama de comisiones a empresas adjudicatarias de la Diputaci¨®n, aparentemente montada por un hombre de la m¨¢xima confianza de Alfonso Rus, y en la que pueden haber colaborado varios alcaldes, arruina de nuevo la imagen de ¡°limpieza¡± y ¡°ejemplaridad¡± que el partido quer¨ªa transmitir en la recta final de la precampa?a. Y adem¨¢s, suministra abundante munici¨®n a esos ¡°once partidos de izquierdas¡±, que ¡°si ganan, ir¨¢n a saco¡±.

El desasosiego del presidente en funciones de la Generalitat no era gratuito. Est¨¢ acreditado en los sondeos que maneja y no en los que exhibe. El term¨®metro electoral de Metroscopia que publica EL PA?S, elaborado entre los pasados 13 y 15 de abril (en pleno retorno de las tramas de corrupci¨®n al men¨² del d¨ªa) constata el creciente desafecto del electorado hacia un PP que pierde la mitad de sus votos y cuyo desplome incluso maquilla el descenso del PSPV-PSOE. Con la tendencia empujando hacia ese precipicio, el p¨¢nico se convierte en el discurso m¨¢s esperanzador de los que han perdido la esperanza.