¡®Too Big to Jail¡¯ y el TTIP
El libro del joven profesor de Derecho de Virginia, Brandon L. Garrett, me procur¨® dos gozos/alarma que desear¨ªa compartir
Mis disculpas al lector, pero en este caso el tema requer¨ªa el recurso a las expresiones inglesas por razones que se entender¨¢n en el caso de prestar atenci¨®n a cuanto sigue.
En 29 de mayo de 2014 publiqu¨¦ en la edici¨®n valenciana de este peri¨®dico un art¨ªculo bajo el t¨ªtulo de La marea negra y el Tratado indio en referencia a Transatlantic Trade and Investment Partnership que tal es el oculto y opaco tratado que negocian los Estados Unidos y funcionarios de la Uni¨®n Europea. Por lo que dicen el b¨¢lsamo para nuestras zozobras econ¨®micas, de empleo y aun sociales o espirituales. Aclar¨¦ entonces que fue merced a una filtraci¨®n del diario Le Monde, a mediados de abril que pudimos saber algo de lo que se tra¨ªan entre manos los circunspectos negociadores en especial por los este lado, presididos por un comisario, Gucht, que ha pasado a engrosar el tr¨¢nsito de las puertas giratorias europeas. La marea negra, innecesario aclarar se refer¨ªa a la llegada al Parlamento de la extrema derecha con las consecuencias que ya comenzamos a conocer y experimentar. Se quedaron tratado y extrema derecha, y a lo que se me alcanza por tiempo.
El paso del tiempo alert¨® a algunos perspicaces lectores y tambi¨¦n previno a la pl¨¦yade neocon y a los revestidos de socialdemocracia de mercado. Alertados contra una parte de los objetores ante lo que iba a ser un trato desigual, como el infligido a los indios a que alud¨ª comenzaron a sacudirnos con las virtudes presuntas del negocio, con las se?ales de humo de buenos y malos en base a las virtudes democr¨¢ticas: Venezuela y Rusia, malos mal¨ªsimos; Arabia Saudita y los promotores de equipos de f¨²tbol, acrisolados virtuosos de los derechos humanos, los buenos. Y otras distracciones que nos tuvieran entretenidos mientras urd¨ªan su desafuero.
La ¡°negociaci¨®n¡± del TTIP sigui¨® su curso, con elecciones o sin ellas de manos de gentes que solo responden ante dios y la historia como acostumbramos a escuchar los antiguos s¨²bditos del sur. Con alguna incomodidad a partir de sucesivas filtraciones que nunca explicaciones. Ced¨ªan los estados, los sacrosantos socios del club europeo, pero ced¨ªa el mismo club en la medida que dejaba a arbitrajes pagados por las corporaciones el juicio sobre los comportamientos de las mismas, definitivamente emancipadas de cualquier control democr¨¢tico. Incluso de la justicia del pa¨ªs de origen de muchas de ellas, crisol de virtudes democr¨¢ticas.
El libro del joven profesor de Derecho de Virginia, Brandon L. Garrett, Too Big to Jail (Harvard, 2015) me procur¨® adem¨¢s de una parte del titular de esta colaboraci¨®n dos gozos/alarma que desear¨ªa compartir. La primera, gozo: gente preparada que denuncia hechos y pr¨¢cticas ciertos con sello acad¨¦mico prestigioso. La alarma viene enseguida. La aplicaci¨®n de una pauta jur¨ªdica muy norteamericana. En los a?os treinta ante la oleada de delincuencia originada por la crisis se construy¨® una figura de ¡°justicia diferida¡± sobre todo de aplicaci¨®n para j¨®venes delincuentes. Detenidos, juzgados y condenados la aplicaci¨®n de la sentencia se difer¨ªa en el tiempo bajo dos condiciones, una sanci¨®n pecuniaria reducida y el compromiso del condenado de no volver a delinquir por un per¨ªodo de tiempo. Esto es de alguna manera la reinserci¨®n y un coste menor para la administraci¨®n penitenciaria.
Bien, pues esta doctrina propia del New Deal ahora se est¨¢ aplicando a las grandes corporaciones nos dice el profesor Garrett cuando conculcan leyes sobre la competencia, sobre la salud p¨²blica, la posici¨®n dominante, los acuerdos sobre precios y dem¨¢s malas pr¨¢cticas en especial cuando se trata de las farmac¨¦uticas o la agroalimentaci¨®n.
El compromiso que los hechos denunciados y probados no se repetir¨¢n en un per¨ªodo de tiempo y que se pagar¨¢ una multa muy por debajo de lo que en principio habr¨ªa sido en caso de aplicarse la ley a rajatabla a trav¨¦s de un procedimiento judicial con frecuencia oneroso sobre todo para la administraci¨®n de justicia¡ La responsabilidad penal adem¨¢s no puede ser corporativa y los ejecutivos pueden esquivarla a trav¨¦s de los consejos de administraci¨®n temerosos de recortar los beneficios de los accionistas que disminuir¨ªan el valor de sus acciones y por supuesto de sus retribuciones.
De acuerdo con lo que vamos sabiendo a partir de las filtraciones de abril de 2014 del diario Le Monde y las que han seguido uno de los elementos clave del tratado es la incorporaci¨®n de estas ¡°costumbres y pr¨¢cticas¡± de la justicia norteamericana con lo que se hace cierta la m¨¢xima de ¡°demasiado grandes para ser encarceladas¡±. Ni que decir tiene que el olvido de Pymes y dem¨¢s es absoluto aunque los voceros y cabilderos, aqu¨ª llamados lobbistas prodiguen con gran ¨¦xito los beneficios de esta nueva jugada al amparo del libre comercio. La c¨¢rcel ser¨¢ suficiente para los peque?os, lo que no es novedad.
Ricard P¨¦rez Casado es exalcalde de Valencia
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