La exquisitez de Balenciaga
El Museo dedicado al modisto recrea en una exposici¨®n la exclusividad de las creaciones del dise?ador
"Christian Dior era el modisto de las millonarias y Crist¨®bal Balenciaga, el de las multimillonarias". La esencia del lujo, de la exclusividad, de la exquisitez, de los sue?os que dibuja la haute coture cl¨¢sica, impregnan la muestra Balenciaga. La experiencia del lujo, en el museo dedicado al modisto vasco en Getaria hasta abril de 2016, y presentada esta ma?ana a la prensa por la directora del centro, Miren Vives, y el comisario de la exposici¨®n, Igor Ur¨ªa. La exposici¨®n constituye la principal propuesta del Museo Balenciaga para conmemorar el 120 aniversario del nacimiento del modista.
La exposici¨®n, que re¨²ne 60 piezas in¨¦ditas del modisto procedentes de los fondos del Museo, traza un recorrido por, primero, el perfil de las clientas de Balenciaga, segundo, las personas que dentro de las cuatro casas que tuvo la firma hac¨ªan realidad cualquier sue?o, y, por ¨²ltimo, el modo en el que ese lujo y esencia acab¨® llegando a un p¨²blico m¨¢s amplio.
Vestir un balenciaga era un signo de distinci¨®n, s¨®lo al alcance de una ¨¦lite, como ha precisado Ur¨ªa, al recordar la frase pronunciada por una de las vendedoras de la firma sobre Dior y Balenciaga, dos modistas coet¨¢neos."Due?as de grandes fortunas, t¨ªtulos nobiliarios, carreras art¨ªsticas o diplom¨¢ticas", constitu¨ªan la cartera de clientas de la firma, que encontraban en las creaciones del dise?ador un "s¨ªmbolo" que representaba su "estatus y estilo de vida".
Aunque todas las casas de alta costura de la ¨¦poca recrearan el mismo protocolo y modo de hacer, Balenciaga encarnaba el s¨²mmum. S¨®lo se pod¨ªa ser clienta de la firma si previamente otra mediaba para que la casa cursara una invitaci¨®n a la aspirante. Una vez recibida la invitaci¨®n a cada mujer se le asignaba una vendedora, encargada de acompa?arle en todo el proceso, desde la elecci¨®n de un traje a las pruebas.
La relaci¨®n entre algunas vendedoras y clientas llegaba a ser tan estrecha, que muchas de estas confiaban en el criterio de las primeras para la elecci¨®n de las piezas. As¨ª, las compradoras recib¨ªan en su propia casa los bocetos de la firma y una muestra de los tejidos, seg¨²n la selecci¨®n de la empleada.
La presentaci¨®n de las colecciones, como ha se?alado Ur¨ªa, tambi¨¦n constitu¨ªa un acto exclusivo. Tras la presentaci¨®n oficial, a lo largo de dos meses, todos los d¨ªas, en las cuatro casas de la firma (Par¨ªs, Madrid, Barcelona y San Sebasti¨¢n), las modelos desfilaban ante la mirada del selecto grupo de clientas, envueltas en un silencio sepulcral, en salas pintadas de blanco y de moqueta gris para que lo ¨²nico que destacara fueran los vestidos. "Si una clienta llegaba tarde, se volv¨ªa a repetir parte del desfile, de los principales trajes", ha a?adido el comisario de la muestra.
El ¨²ltimo espacio de la exposici¨®n acerca al p¨²blico la democratizaci¨®n, en cierta medida, de la alta costura. Balenciaga abri¨® su primera tienda en 1948, en la avenida George V, de Par¨ªs, y fue a partir de entonces cuando otro tipo de clientas pudieron acariciar lo que antes ten¨ªan vetado. Tal vez no pudieran comprar un vestido, pero s¨ª un perfume, o un pa?uelo o medias con la firma del modisto. "El aura que desprende Balenciaga se convierte pr¨¢cticamente en una aspiraci¨®n social".
Tambi¨¦n comienzan a aparecer las primeras copias, licitas e il¨ªcitas, de las creaciones del modista. Los grandes almacenes como Harrods, Bloomingdales o Saks compraban algunos de los modelos m¨¢s significativos del dise?ador para despu¨¦s reproducirlos con la etiqueta de inspirados en Balenciaga o adaptados de un original de Balenciaga.
La muestra, adem¨¢s de reunir 60 vestidos nunca vistos antes por el p¨²blico, se completa con la exposici¨®n de documentos, como las invitaciones que cursaba la casa para asistir a los desfiles, los cuadernillos que rellenaban las clientas con los n¨²meros de identificaci¨®n de los trabajes que quer¨ªan o con la recreaci¨®n de ciertos espacios a trav¨¦s de los sillones originales de las casas de Par¨ªs y Madrid o un elemento decorativo de la primera tienda que la firma tuvo en la capital francesa.
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