Ajustar las cuentas
El autor defiende que la elecci¨®n de un rector es la "elecci¨®n pol¨ªtica de un pol¨ªtco" y que, por eso, puedo participar cualquier miembro de la comunidad universitaria
Es frecuente o¨ªr a algunos candidatos a rector afirmar que su proyecto no es pol¨ªtico, sino acad¨¦mico. Esta actitud es comprensible: la pol¨ªtica tiene mala fama. En muchos ambientes se lleva esta temporada criticar la pol¨ªtica y, sobre todo, a los pol¨ªticos. La universidad es uno de esos ambientes.
Y lo cierto es que hay espacios e instituciones en la sociedad que deben ser celosamente preservados de la injerencia de la pol¨ªtica como, por ejemplo, la justicia o la ciencia. La verdad cient¨ªfica, por ejemplo, no es un asunto de opini¨®n sino de conocimiento; la pol¨ªtica, por el contrario, es precisamente aquello de lo que solo podemos opinar, pues trata precisamente de aquello para lo que no hay una soluci¨®n cient¨ªfica.
Por supuesto, la decisi¨®n de mantener espacios sociales fuera de la interferencia de la pol¨ªtica es una decisi¨®n pol¨ªtica, que responde a criterios de opini¨®n y no de verdad cient¨ªfica. Es la propia pol¨ªtica la que se autolimita, la que da autonom¨ªa a instituciones como la Justicia o la Universidad.
"En lo que respecta a la decisi¨®n espec¨ªfica del rector, la opini¨®n de los expertos es una opini¨®n inexperta"
Los acad¨¦micos hacemos bien defendiendo la autonom¨ªa de la Universidad. No es el poder pol¨ªtico quien debe establecer las verdades cient¨ªficas, como no es razonable que la afiliaci¨®n pol¨ªtica del profesor prejuzgue su carrera. Pero si un rector, en lugar de ser elegido por sus pares, es elegido lo mismo por un estudiante, que un docente, que un trabajador de la administraci¨®n y los servicios es porque el poder de un rector no es cient¨ªfico ni profesional. Es un poder de otro tipo, es un poder pol¨ªtico. Un poder que toma aquellas decisiones de la vida universitaria para las que no hay una respuesta cient¨ªfica.
?Es mejor construir un aulario o una biblioteca?, ?es mejor que los servicios inform¨¢ticos los gestione su plantilla o que se externalicen? ?Hay una respuesta cient¨ªfica a estas preguntas? No la hay, para estas y otras preguntas hay opiniones, pero no hay una verdad objetiva y previa que podamos descubrir como descubrimos la soluci¨®n de un problema matem¨¢tico.
Sin duda el conocimiento experto del economista, del arquitecto o del abogado son importantes. Le podr¨¢n aconsejar al rector en su calidad de expertos sobre los costes econ¨®micos, los problemas de espacio, o el amparo legal de una decisi¨®n, pero no sobre la decisi¨®n misma. Pues en lo que respecta a la decisi¨®n espec¨ªfica del rector, la opini¨®n de los expertos es una opini¨®n inexperta, tan inexperta como la del jardinero, o la del premio Nobel de Qu¨ªmica e incluso la del magn¨ªfico rector. Es, mal que les pese, una opini¨®n pol¨ªtica.
"Se gastaban dos millones al a?o bajo el ep¨ªgrafe de gastos de representaci¨®n. Me apresur¨¦ a echarle la persiana"
La elecci¨®n del rector es la elecci¨®n pol¨ªtica de un pol¨ªtico. Es, con todas sus limitaciones, una elecci¨®n democr¨¢tica. Los criterios con los que se elige al rector no son criterios expertos, por eso puede participar cualquier miembro de la comunidad universitaria en la votaci¨®n. ?Qu¨¦ pretenden los candidatos a rector que reniegan de la pol¨ªtica? Indudablemente pretenden conseguir votos, alcanzar el poder surfeando sobre la ola que desprestigia la pol¨ªtica. Cuando un candidato a rector dice que su proyecto no es pol¨ªtico sino acad¨¦mico estamos ante alguien similar a aquel burgu¨¦s gentilhombre de Moli¨¨re que hablaba en prosa sin saberlo.
Como todo el mundo sabe, la Universidad Complutense es la m¨¢s grande de las presenciales de Espa?a y la m¨¢s capaz de competir por ser una Universidad investigadora de referencia en un escenario de creciente competencia internacional, que est¨¢ produciendo notables diferencias de calidad y de prestigio entre universidades formalmente iguales. Pero esa renta de situaci¨®n se malvers¨® durante a?os precisamente por no hacer pol¨ªtica universitaria, por unos h¨¢bitos cortoplacistas de mera gesti¨®n y una ceguera de topo para avanzar hacia la excelencia y la internacionalizaci¨®n.
No hab¨ªa Norte, no hab¨ªa otro proyecto que mantener el poder en el rectorado. Como en un mercado persa regido por la l¨®gica del do ut des (yo te doy una prebenda y t¨² me das tu voto y el de los tuyos) se dotaban las plazas de manera arbitraria o clientelar, convirtiendo en papel mojado el documento de plantillas. Las titulaciones se implantaban sin criterio, se externalizaban servicios pretiriendo a la plantilla y, por lo tanto, pagando dos veces: dentro y fuera. Se implantaban planes de prejubilaci¨®n sin cobertura legal al mismo tiempo que se dejaban de renovar 220 contratos de personal laboral. Como no hay lealtades sin contrapartidas, en v¨ªsperas de las elecciones al rectorado, entre enero y marzo de 2011, se contrataron tantos ayudantes doctores como en todo el a?o anterior; como un Pap¨¢ Noel extempor¨¢neo, por las mismas fechas el director de la Casa del Estudiante repart¨ªa el aguinaldo a 80 asociaciones estudiantiles. A mayor gloria de los futuros votos, con oscurantismo y sin el preceptivo acuerdo del Consejo de Gobierno, se incurr¨ªa en gastos exorbitantes. No era, claro, una respuesta cient¨ªfica a un interrogante presupuestario, tampoco era una decisi¨®n pol¨ªtica, a menos que malversemos el sentido de las palabras. Era, tout court, una car¨ªsima campa?a electoral pagada con p¨®lvora del rey que, en solo tres a?os, tir¨® la casa por la ventana y acumul¨® una deuda de 151 millones de euros convenientemente escondida por la v¨ªa de no contabilizar facturas impagadas.
"He estado cuatro a?os en el rectorado de esta universidad haciendo pol¨ªtica: saneando la deuda, salvando un barco que se hund¨ªa"
No hab¨ªa pol¨ªtica y, por lo tanto, no hab¨ªa proyecto pol¨ªtico, lo que hab¨ªa es el secuestro de un servicio p¨²blico en beneficio de algunos de sus agentes, el capricho de dar todo el poder a quien acreditaba su eficacia de kingmaker en la interlocuci¨®n con votantes potenciales. Hemos tenido ocasi¨®n de aprender en nuestro pa¨ªs que cuando no hay pol¨ªtica, su lugar lo suelen ocupar el oportunismo o la incompetencia. Tambi¨¦n el parasitismo, en la Complutense se gastaban dos millones de euros al a?o bajo el poco acad¨¦mico ep¨ªgrafe de ¡°gastos de representaci¨®n¡±, que encubr¨ªa una agencia de turismo gratis total. Me apresur¨¦ a echarle la persiana cuando acced¨ª al cargo de rector. Fue una decisi¨®n, naturalmente, pol¨ªtica.
La ejemplaridad tambi¨¦n es pol¨ªtica, como lo es la transparencia, que no solo son virtudes pol¨ªticas en s¨ª mismas, sino que son el medio imprescindible para alcanzar objetivos igualmente imprescindibles. He estado cuatro a?os en el rectorado de esta universidad haciendo pol¨ªtica: saneando la deuda, salvando un barco que se hund¨ªa por el lastre de la arbitrariedad y de la deuda, llev¨¢ndolo a puerto con toda la tripulaci¨®n a bordo y dej¨¢ndolo en situaci¨®n de nuevas singladuras. Convertir una universidad grande en una gran universidad no puede hacerse sin pol¨ªtica. Tampoco sin ajustar las cuentas.
Jos¨¦ Carillo es rector de la Universidad Complutense
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