Generaci¨®n 1992
Los j¨®venes de hoy muestran un alto grado de politizaci¨®n. Se trata de una implicaci¨®n intensa pero de lealtades cambiantes, propia de una generaci¨®n sin proyectos s¨®lidos
La sombra de los Juegos Ol¨ªmpicos es alargada. Barcelona lleva m¨¢s de dos d¨¦cadas buscando la manera de digerir el ¨¦xito de un evento que transform¨® la ciudad y su relaci¨®n con el mundo. Fruto del primer impulso democr¨¢tico, los Juegos fueron la excusa que permiti¨® modernizar la ciudad y recuperar la autoestima tras d¨¦cadas de dictadura. Hoy, m¨¢s de veinte a?os despu¨¦s, Barcelona es una ciudad moderna y atractiva que se ha convertido en un destino tur¨ªstico de primer orden. Por el camino, el mundo se ha globalizado, el paradigma tecnol¨®gico ha impregnado nuestra vida individual y colectiva y, como todas las ciudades occidentales, Barcelona busca reinventarse y repensar su modelo econ¨®mico en un entorno postindustrial. El turismo, uno de los ecos m¨¢s duraderos de los Juegos, es el recordatorio cotidiano de la ciudad que naci¨® en el 92, pero tambi¨¦n el s¨ªntoma de la necesidad de adaptarla a las nuevas realidades.
En 2015, existe en Barcelona toda una generaci¨®n nacida despu¨¦s de los Juegos Ol¨ªmpicos. Es un grupo de j¨®venes que naci¨® en democracia, que creci¨® en una ciudad moderna y admirada por el mundo y que, por lo tanto, no tiene memoria directa del tardofranquismo ni de la ciudad preol¨ªmpica y el esfuerzo colectivo de la gran transformaci¨®n. Es una generaci¨®n que no se hace suyos los tab¨²es ni los silencios de la Transici¨®n, que da la democracia por descontada y que est¨¢ en su derecho de exigir m¨¢s. Se trata de un grupo de j¨®venes formados, orgullosos de su ciudad, que han aprendido idiomas y viajado por el mundo y que, sin embargo, ven truncadas sus expectativas de futuro por los efectos devastadores de una crisis econ¨®mica global.
Ada Colau ten¨ªa 18 a?os en el a?o 92, de manera que entr¨® en la edad adulta con el despertar de la ciudad. Su generaci¨®n tambi¨¦n naci¨® en democracia, pero en el aire todav¨ªa se sent¨ªan los ¨²ltimos suspiros de Franco y se viv¨ªa la satisfacci¨®n colectiva por una transici¨®n pac¨ªfica y una Constituci¨®n llena de sobreentendidos pero esencialmente democr¨¢tica. Es una generaci¨®n bisagra, que vivi¨® la primera escolarizaci¨®n en catal¨¢n, la entrada en Europa, el crecimiento econ¨®mico de los a?os noventa y la llegada de la globalizaci¨®n. Con todas sus ambivalencias, el futuro era prometedor.
Algunos ¨ªndices parecen apuntar a que Colau ha recibido un importante voto de j¨®venes con estudios de m¨¢s de 25 a?os
En ese momento, la indiferencia pol¨ªtica dominaba una de las sociedades m¨¢s despolitizadas de Europa. Los ¨ªndices de afiliaci¨®n pol¨ªtica y el inter¨¦s por la pol¨ªtica eran ¨ªnfimos. Los movimientos sociales de los a?os noventa en los que se forj¨® Colau eran relativamente marginales hasta que estall¨® la crisis econ¨®mica y el r¨¦gimen pol¨ªtico mostr¨® sus grietas alimentadas por m¨²ltiples casos de corrupci¨®n.
Todav¨ªa es prematuro saber si el aumento de la participaci¨®n electoral en Barcelona proviene de voto esencialmente joven y si este voto ha ido dirigido en primera instancia a Barcelona en Com¨². Algunos ¨ªndices parecen apuntar a que Colau ha recibido un importante voto de j¨®venes con estudios de m¨¢s de 25 a?os. Sea como sea, Colau ha personificado la preocupaci¨®n sobre la vivienda que afecta de manera muy directa a las dos generaciones del 1992.
Su victoria, aunque sea por la m¨ªnima, responde a muchos factores, pero es muy probable que haya ganado las elecciones por haber visibilizado uno de los problemas centrales de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Colau habr¨ªa sido as¨ª premiada de manera retrospectiva por su gesti¨®n al frente de la PAH desde donde conect¨® con problemas concretos y vitales de amplias capas de la clase media. Se la recompensa institucionalmente por su actividad fuera de las instituciones. Signos de los nuevos tiempos.
Se dijo que la movilizaci¨®n del voto joven decantar¨ªa las elecciones y los j¨®venes, hoy, muestran un elevado grado de politizaci¨®n. Se trata de una implicaci¨®n intensa pero de lealtades cambiantes, propia de una generaci¨®n sin proyectos s¨®lidos y a largo plazo caracter¨ªstica de la modernidad tard¨ªa. Esta volatilidad del voto complicar¨¢ la gesti¨®n de Ada Colau al frente del Ayuntamiento de Barcelona, en el que deber¨¢ afrontar serios retos sobre el futuro de la ciudad.
Se dice que Barcelona necesita un nuevo relato. Las ciudades buscan lemas para competir internacionalmente porque as¨ª lo piden las exigencias de la comunicaci¨®n global. Pero probablemente se hayan acabado los tiempos de los modelos y los esl¨®ganes, porque ser¨¢n cada vez m¨¢s insuficientes para cristalizar la complejidad de ciudades cada vez m¨¢s imprevisibles e inabarcables.
Judit Carrera es polit¨®loga
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