Una ciudad m¨¢s justa
El domingo por la noche comenz¨® a vislumbrarse el final del t¨²nel de la corrupci¨®n y el imperio de la justicia. La que impone la ciudadan¨ªa con sus votos
Debo reconocer que llegu¨¦ a mi mesa electoral, el pasado domingo, con los ¨¢nimos por los suelos. No fui presa de ninguna duda ideol¨®gica. Ni de una repentina disminuci¨®n de mi entusiasmo c¨ªvico, que era el que observaba que se derrochaba a mi alrededor. Simplemente se trataba de que no hab¨ªa logrado sacudirme de encima la terrible impresi¨®n que me hab¨ªa dejado un programa televisivo, d¨ªas antes de las elecciones, donde sal¨ªa, m¨¢s radiante que nunca, la todav¨ªa hoy alcaldesa de la ciudad de Valencia, Rita Barber¨¢. Vi encarnada en su persona todo el campechano autoritarismo y la groser¨ªa. Y, sobre todo, vi la corrupci¨®n.
Esta visi¨®n de la corrupci¨®n no ser¨ªa nada grave si no fuera porque junto a ella tambi¨¦n vi la impunidad. Para completar la siniestra imagen, se me impuso una sensaci¨®n como de impotencia. Y la de que esta alcaldesa no ser¨ªa jam¨¢s desalojada de su poltrona. Que la ciudadan¨ªa de aquella capital daba por buena la nefasta situaci¨®n, no fuera resignadamente que viniera otra peor y m¨¢s perenne.
Si cito el caso de Valencia es porque me parece que es el paradigma de la corrupci¨®n por antonomasia. El lugar donde, como en la Rusia contempor¨¢nea, por citar un ejemplo no demasiado lejano, pueden convivir la ley escrita y la no escrita. La que un choricillo de tres al cuarto no puede saltarse so pena de ser fichado para siempre y la que un alto ejecutivo de la gran banca en connivencia con un alg¨²n pol¨ªtico de post¨ªn puede saltarse en tanto mayor sea el monto de su fechor¨ªa. Por fin, el domingo por la noche comenc¨¦ a ver la luz al final del t¨²nel de la corrupci¨®n m¨¢s rampante que se haya podido imaginar en un territorio, no solo la que pudiera imaginar un juez sino incluso un corrupto. El domingo por la noche comenz¨® a vislumbrarse el imperio de la justicia. La que impone la ciudadan¨ªa con sus votos. En Valencia se hizo justicia.
Ada Colau ha ganado unas elecciones casi imposibles desde el activismo callejero por encima de la mala fe y la soberbia de sus adversarios
En virtud de esta justicia electoral, el PP perder¨¢ todo lo que perder¨¢. Alcald¨ªas relevantes y autonom¨ªas. Y sobre todo, dejando por delante unas negras expectativas para renovar el Gobierno de Espa?a. Podr¨ªa imaginarse por tanto una reconsideraci¨®n de toda su pol¨ªtica. La econ¨®mica, la social, la educativa y la que hace referencia a la estructura del Estado. Pero a juzgar por c¨®mo dirige su partido el se?or Rajoy, c¨®mo lo deja a la buena de Dios que se estrelle solo ante la multitud de obst¨¢culos que se le presentan, qued¨¢ndose ¨¦l tan tranquilo sin mover una ceja, mucho me temo que todo seguir¨¢ igual hasta las generales de noviembre. Entonces unas semanas antes, se volver¨¢ a echar mano del miedo, de los manipulados datos macroecon¨®micos (la macroeconom¨ªa, que invent¨® Keynes, no es mala) y un poquito m¨¢s de unidad de Espa?a y sacralizaci¨®n de la Constituci¨®n. Y vendr¨¢ otra debacle peor. Esto tendr¨ªa que saberlo el se?or Rajoy, porque creo que algunos dirigentes del PP se lo ven venir. Pero ?¨¦l lo ve?
Ada Colau ha ganado unas elecciones casi imposibles desde el activismo callejero. Las ha ganado por encima de la mala fe y la soberbia de sus adversarios m¨¢s directos en el plano ideol¨®gico, PP y CiU. Ha logrado mantener vivos ejes esenciales del progresismo pol¨ªtico como derecha/izquierda y desigualdad/mejor y m¨¢s justa gesti¨®n de los recursos p¨²blicos y postergando, hasta tiempos m¨¢s propicios, a Barcelona como capital de un Estado. Pero la virtual alcaldesa de Barcelona tendr¨¢ que enfrentarse a varios problemas. Tendr¨¢ que saber pactar acuerdos justos en el seno de su coalici¨®n y, sobre todo, con la oposici¨®n. Tendr¨¢ que armarse de valor y decisi¨®n para superar la hostilidad que el Partido Popular, cuya presidenta todav¨ªa no la llam¨® para felicitarla por su triunfo y Ciudadanos se las mostrar¨¢ en todos los frentes en que pueda hacerlo. Trias ha sido un digno perdedor, un se?or de Barcelona, pero no por ello dejar¨¢ de batallar contra el modelo de ciudad justa que postula Ada Colau.
Doy por supuesta la capacidad de Ada Colau para gestionar la ciudad. Una ciudad es un asunto muy complejo. Y m¨¢s de las veces con algunos jerogl¨ªficos sociol¨®gicos de dif¨ªcil desciframiento, como aquel, entre otros muchos, que se plantea actualmente en Nueva York: la pobreza aumenta, los delitos disminuyen y la poblaci¨®n reclusa se duplica (La brecha, Matt Taibbi, Capit¨¢n Swing, 2015).
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario
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