La igualdad como factor protector de la salud
La salud de las mujeres se ve afectada en la mayor¨ªa de los casos por una serie de determinantes socioecon¨®micos y de trabajo
El D¨ªa Internacional de Acci¨®n por la Salud de las Mujeres que se celebra hoy nos recuerda que la salud es un derecho humano de toda la ciudadan¨ªa y que cuando hablamos de ciudadan¨ªa es necesario tener en cuenta que nuestra sociedad est¨¢ integrada por personas que tienen necesidades distintas y viven en condiciones socio-econ¨®micas y culturales distintas.
Mujeres y hombres somos diferentes biol¨®gicamente, lo cual debe tenerse en cuenta en las decisiones que se toman en el ¨¢mbito sanitario, pero adem¨¢s las desigualdades construidas socialmente tambi¨¦n producen efectos diferentes en nuestras vidas, y, en consecuencia, en nuestro nivel de salud. Tanto las diferencias determinadas por la biolog¨ªa como las generadas dentro de la propia sociedad impactan de manera desigual en la salud de uno y otro sexo.
En lo que respecta a la atenci¨®n sanitaria, con frecuencia se trata de forma similar a mujeres y hombres cuando los s¨ªntomas y signos de las enfermedades, al igual que las respuestas del organismo, son diferentes y, por lo tanto, debieran tratarse de manera diferencial. Tambi¨¦n ocurre que ante una situaci¨®n cl¨ªnica an¨¢loga entre sexos, que requiere el mismo trato, se act¨²e de manera desigual. Para disponer del conocimiento apropiado sobre el estado de salud, la enfermedad, sus causas y sus remedios, tanto en hombres como en mujeres, es necesario que la investigaci¨®n epidemiol¨®gica introduzca en sus estudios a personas de ambos sexos, y es necesario incluir la mirada de g¨¦nero tanto en la investigaci¨®n, en la prevenci¨®n, en la atenci¨®n, como en todas las pol¨ªticas sanitarias. Es decir, pasar de un enfoque biom¨¦dico al enfoque bio-psicosocial.
La salud de las mujeres se ve afectada en la mayor¨ªa de los casos por una serie de determinantes socioecon¨®micos y de trabajo, tales como niveles de renta inferiores, mayor desempleo, niveles m¨¢s elevados de exclusi¨®n social, mayor porcentaje de n¨²cleos familiares monoparentales cuya titular es mujer, menor cobertura en materia de seguridad social, niveles de remuneraci¨®n m¨¢s bajos, pensiones inferiores y la carga de una desigual distribuci¨®n del trabajo de cuidado de personas y del hogar. Es importante tener en cuenta estos factores, tambi¨¦n llamados determinantes sociales de la salud, porque estas desigualdades repercuten directamente en la salud de las mujeres e inciden de forma relevante en las diferentes formas de vivir y enfermar de mujeres y hombres.
As¨ª mismo, no hay que olvidar que en nuestra sociedad, las mujeres desempe?an un papel fundamental en el mantenimiento de la salud al responsabilizarse en un alto porcentaje del cuidado de la misma en el n¨²cleo familiar y entorno cercano, y que ¨¦sta realidad que a menudo permanece invisible, puede resultar perjudicial para su propia salud al descuidar su bienestar en orden a atender a terceras personas. En este sentido, es clave que avancemos en el modelo de corresponsabilidad de modo que se reparta de forma igualitaria entre mujeres y hombres no s¨®lo el trabajo remunerado, sino tambi¨¦n el de los cuidados.
Por otro lado, al igual que se produce en muchos otros ¨¢mbitos, tambi¨¦n en el sanitario se reproducen las desigualdades existentes en nuestra sociedad en relaci¨®n con el acceso desigual de las mujeres al trabajo, a su promoci¨®n y a los puestos de toma de decisiones.
Es necesario, tambi¨¦n, seguir defendiendo derechos relacionados con la salud de las mujeres como son los derechos sexuales y reproductivos. Vivimos un momento en el que se est¨¢n poniendo en entredicho los avances de las ¨²ltimas d¨¦cadas en este campo.
No podemos olvidar, adem¨¢s, que en nuestra sociedad sigue existiendo la violencia contra las mujeres. Nuestro sistema de salud debe continuar trabajando para ofrecer una atenci¨®n coordinada y eficaz a las mujeres que sufren violencia, a la vez de contribuir a la detecci¨®n temprana.
Tampoco todos estos factores repercuten en igual grado y de la misma manera en todas las mujeres. Existen otros determinantes de la salud como la edad, la clase social, el lugar de procedencia, la diversidad funcional¡ que junto con el sexo y los condicionantes de g¨¦nero se?alados influyen decisivamente en la salud y han de ser tenidos en cuenta en todas las estrategias tanto de prevenci¨®n como de atenci¨®n sanitaria.
En Euskadi, el sector de la salud ha ido avanzando en la inclusi¨®n de la perspectiva de g¨¦nero en sus pol¨ªticas. En el momento actual se est¨¢ integrando en la planificaci¨®n y la gesti¨®n sanitarias, con su consecuente repercusi¨®n en la atenci¨®n. Adem¨¢s de los estudios epidemiol¨®gicos sobre desigualdades de g¨¦nero en salud y la propuesta para elaborar Gu¨ªas de Pr¨¢ctica Cl¨ªnica sin sesgos de g¨¦nero, en la actualidad se cuenta con un Plan de Salud (2014-2020) que lleva incorporado dicho enfoque. En lo que respecta a la evaluaci¨®n de la atenci¨®n a la salud, se ha introducido en el sistema la dimensi¨®n de equidad que incluye indicadores para medir la evoluci¨®n de las desigualdades de g¨¦nero en salud.
La diversidad de la sociedad hace reafirmarnos en la idea de que el modelo igualitario se convierte en un factor de protecci¨®n de la salud de la personas que la integran: tiene en cuenta las diferentes necesidades de mujeres y hombres en el dise?o de sus estrategias, trabaja para que las relaciones entre las personas est¨¦n basadas en el respeto y la igualdad desterrando por tanto la violencia de g¨¦nero, persigue la corresponsabilidad en las tareas de cuidado de personas dependientes¡ En definitiva, podemos afirmar que la igualdad tambi¨¦n protege la salud.
Izaskun Landaida, Directora de Emakunde/Instituto Vasco de la Mujer
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