Cines con imaginaci¨®n
Algunas salas buscan recuperar al espectador ofreciendo atractivos como el cine-club o las sesiones con beb¨¦s
La lista de cines de los que no queda rastro o simplemente tienen la entrada tapiada es larga, muy larga, muy triste. Pero tambi¨¦n est¨¢n los cines que pelean por seguir vivos con ofertas imaginativas para encontrar ese p¨²blico que sigue existiendo. Un p¨²blico al que se busca incluso para financiar la renovaci¨®n de los proyectores o salvar una sala.
Lo han hecho los Cinemes Girona. Dos veces. Sacaron unos abonos anuales que, por cuarenta euros, permit¨ªan ir todo un a?o. Adem¨¢s de ayudar a pagar las instalaciones este abono les ha tra¨ªdo un p¨²blico cuyo reparo a ir al cine es el precio. En Ribes de Freser, los 400 miembros de Amics del Cinema de la Vall de Ribes sostienen el cine local. Incluso celebran un festival, el Gollut, de ¡°cine comprometido¡±. Sus voluntarios se cuidan de la taquilla, de las sesiones de verano a la fresca... Ahora est¨¢n en campa?a. Faltan 15.000 euros para un proyector de ¨²ltima generaci¨®n. Seguro que lo logran.
El a?o pasado, Igualada se qued¨® sin cines. Ahora, Igualada Comer? y el Ateneu quieren que lo haya en el auditorio de la entidad. Venden entradas de fila cero para el primer d¨ªa que se vaya a la nueva sala. Cuando abra. Ojal¨¢. De todos modos, los igualadinos, y la comarca, pueden ir al cine cada domingo y d¨ªas festivos porque Pere Mas organiza sesiones dobles en una sala del casal parroquial de Sant Mart¨ª de Tous, un pueblo cercano. Granjero jubilado de 69 a?os ocupa muchos d¨ªas en lo del cine. ¡°Hemos comprado un proyector digital y un joven me ha tenido que explicar el KDM¡±, explica.
En Barcelona est¨¢ Zumzeig (B¨¦jar 54), un cine-bistr¨®, con un p¨²blico que se siente camarada. Hace unos meses, est¨¢bamos esperando que abriera la sala para la sesi¨®n de noche. En esas, sale el joven de la taquilla y explica que una pareja ha tenido que salir a buscar un cajero porque no pod¨ªa pagar con tarjeta. Y propuso esperarla. Nadie objet¨® nada y cuando regres¨®, unos 15 minutos m¨¢s tarde¡.entramos.
Se trata de conservar la liturgia tradicional del cine, su solemnidad y magia
En el Mald¨¤ (Pi, 5) han resucitado la sesi¨®n continua. Pagas una entrada y puedes quedarte a todas la sesiones del d¨ªa, hasta siete. Y algunos s¨¢bados hacen una, maldanins la llaman, donde puede irse con el beb¨¦ (?cin¨¦filo prematuro?). No son filmes infantiles. Son para adultos y en VOSE. Se trata de que pap¨¢s y mam¨¢s puedan ir al cine sin tener que colocar la criatura a terceros. La sala permanece un poco iluminada, el sonido es m¨¢s tenue, se entra con el cochecito y hay una mesa para los pa?ales. El d¨ªa que fui, la sesi¨®n fue muy pac¨ªfica. Apenas alg¨²n padre paseando un rato al beb¨¦ por las esquinas. Una pareja hab¨ªa ido m¨¢s de diez veces. Xavier Escrib¨¤ es el hombre del Mald¨¤. Lleva 27 a?os. Estaba all¨ª cuando era de arte y ensayo o cuando un empresario, hind¨² y optimista, lo dedic¨® a los peliculones de Bollywood. Un fracaso. ¡°Somos peque?os y hemos de inventar. La gente ve que eres diferente¡±.
Detr¨¢s de algunas de estas salas hay directores de cine. Ventura Pons ha recuperado el Texas (Bail¨¨n 205). Reposiciones subtituladas o dobladas al catal¨¢n. Y precios para que nadie pueda poner la excusa del bolsillo: tres y dos euros. En el Meli¨¨s, un proyecto de Carlos Balagu¨¦, apuestan por el cine de autor y en su web hay un aviso program¨¢tico: ¡°no vendemos palomitas¡±. Y Nacho Cerd¨¤ est¨¢ detr¨¢s de Phenomena. Se han instalado en el antiguo cine N¨¤pols (Sant Antoni Maria Claret, 168). Y casi todo lo ha hecho al rev¨¦s de c¨®mo lo har¨ªa un industrial del sector. En lugar de trocearlo en minisalas enanitas junt¨® las dos que hab¨ªa para abrir una de 400 butacas, proyecci¨®n de m¨¢xima calidad y¡ cortinas, como debe ser. Este mimo no es un desperdicio. ¡°Se trata de no fragmentar este ritual social que es ir al cine. En las minisalas cada espectador est¨¢ pendiente de su terminal, como en un aeropuerto. Se trata de conservar la liturgia tradicional del cine, su solemnidad y magia¡±, comenta.
En el Boliche (Diagonal, 508), que no ha podido sostener la idea fundacional de subtitular en catal¨¢n, hay sesiones de cine-club. Cada jueves, con Eduard de Vicente, y, muchos martes, cena coloquio con Antoni Kirchner, que ya las hac¨ªa en el difunto Alexandra. Pel¨ªcula, cena y coloquio, 28 euros. Mayor¨ªa femenina y unos comensales que, dice Kirchner, ¡°no son cin¨¦filos; son personas cultas¡±. Kirchner fue del tr¨ªo de fundadores del C¨ªrculo A que en los sesenta empezaron, en el Publi (otro difunto), la aventura del arte y ensayo. Desde entonces sabe que no es cierto que el buen pa?o en el arca se vende. ?l y unos cuantos m¨¢s.
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