Desobedecer las leyes
Las razones que invoca Colau para la desobediencia son de naturaleza p¨²blica y se refieren a la justicia. Eso las hace dignas de ser tenidas en cuenta
Desde hace unos d¨ªas, a ra¨ªz de la palabras de Ada Colau acerca de su disposici¨®n a desobedecer leyes injustas, se ha afirmado que las declaraciones de Colau son dif¨ªcilmente compatibles con un Estado democr¨¢tico de derecho. En l¨ªneas generales, es cierto que casan mal con la concepci¨®n est¨¢ndar del Estado de derecho. Sin embargo, querr¨ªa hacer hincapi¨¦ en algo que, creo, ha sido ignorado. Existen diversas razones para poner en tela de juicio el Estado de derecho (entendiendo por tal la exigencia normativa que tanto ciudadanos como gobernantes act¨²en con arreglo al principio de legalidad).
Una de esas razones, efectivamente, es la sugerida por Colau: la injusticia de las mismas. Sin embargo, no suele ser esta la raz¨®n que acostumbra a motivar las violaciones legales por parte de las autoridades en nuestra sociedad. Lo m¨¢s habitual es que las autoridades violen las normas jur¨ªdicas en beneficio de sus propios intereses. La corrupci¨®n, en sus diversas formas y con sus diversos tipos penales, no es sino una vulneraci¨®n flagrante del Estado de derecho por parte de las autoridades.
Es famosa la distinci¨®n que Norberto Bobbio usaba entre gobierno de las leyes y gobierno de los hombres. El Estado de derecho contempor¨¢neo es la cristalizaci¨®n del gobierno de las leyes. As¨ª, vulnerar el Estado de derecho significa abandonar el gobierno de las leyes y abrazar, como en tiempos remotos, el gobierno de los hombres.
Parece, pues, que tanto las palabras de Colau como las acciones de los corruptos enmiendan el Estado de derecho. ?Hay alguna diferencia, entonces, entre Colau y los corruptos? En mi opini¨®n, la hay, aunque se trata de una diferencia pol¨ªtica, no jur¨ªdica. Las razones invocadas por Colau son distintas de aquellas que motivan las acciones de los corruptos tanto en su contenido como en su forma.
?Hay alguna diferencia, entonces, entre Colau y los corruptos? En mi opini¨®n, la hay, aunque se trata de una diferencia pol¨ªtica, no jur¨ªdica
En relaci¨®n con su contenido, las de Colau apelan a una situaci¨®n de injusticia que las instituciones deber¨ªan remediar. Las razones que motivan a los corruptos, en cambio, son meramente ego¨ªstas, auto-interesadas, nada tienen que ver con paliar situaci¨®n de injusticia alguna. Desde el punto de vista de la forma, mientras que las razones de los corruptos son y s¨®lo pueden ser opacas, las razones planteadas por Colau son p¨²blicas. Por lo tanto, existe una diferencia acerca de las motivaciones pol¨ªticas para desobedecer la ley.
Esto quiz¨¢s resulte irrelevante jur¨ªdicamente. Pero en el momento de realizar un an¨¢lisis pol¨ªtico de las palabras de Colau, la naturaleza p¨²blica y la referencia a la justicia de las razones que invoca deber¨ªa ser tenida en cuenta. Esto no justifica nada, pero es un elemento que, en un an¨¢lisis pol¨ªtico exhaustivo, deber¨ªa estar presente. Y en tal an¨¢lisis pol¨ªtico, o en un esbozo del mismo, que es para lo que da estas l¨ªneas, uno podr¨ªa decir que, contra lo que pudiera parecer obvio, s¨®lo la desobediencia basada en razones auto-interesadas debilita las instituciones p¨²blicas. El pol¨ªtico corrupto carece de sentido institucional al llevar a cabo sus acciones. No le importa en qu¨¦ estado de descr¨¦dito queden las instituciones p¨²blicas tras sus acciones. No me parece que unas palabras como las de Colau denoten la misma ausencia de sentido institucional. En una interpretaci¨®n caritativa, podr¨ªa decirse que, de un modo el¨ªptico y heterodoxo, sus palabras est¨¢n encaminadas a hacer m¨¢s fuertes las instituciones. Si las autoridades s¨®lo obedecieran leyes justas, no es insensato pensar que las instituciones ser¨ªan m¨¢s s¨®lidas y estables, dado que, presumiblemente, el aprecio ciudadano por las mismas aumentar¨ªa significativamente.
El problema es que bajo esta lectura caritativa de las palabras de Colau se llega a una paradoja. Para llegar al punto m¨¢ximo de estabilidad y solidez institucional, en que las autoridades s¨®lo obedecen leyes justas, parece necesario impugnar temporalmente el Estado de derecho. Y esto, como dec¨ªa antes, significa retrotraerse al tiempo del gobierno de los hombres. El mismo Plat¨®n era partidario del gobierno de los hombres, o, mejor dicho, de algunos hombres, a saber, los guardianes perfectos, aquellos que nunca se equivocan, los ¨²nicos que pueden conocer la verdad. No creo que Colau piense que posea la verdad ni tampoco creo que pretenda llevar a cabo una inquietante obra de gobierno perfeccionista. Atribuirle esto ser¨ªa una exageraci¨®n, como quiz¨¢s tambi¨¦n lo fueron, al fin y al cabo, sus palabras.
Pau Luque es investigador en el Instituto de Investigaciones Filos¨®ficas de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico
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