Empacho de estribillos
Adam Levine tira de carisma para abrumar con su avalancha de ¨¦xitos, pero deja la sensaci¨®n de una faena rutinaria
¡°?Madre m¨ªa, c¨®mo le quiero!¡±, le confiaba este lunes una muchacha a su amiga a la salida del Palacio de los Deportes. Es probable que no fuese la ¨²nica que formulase a esas alturas de la noche una declaraci¨®n similar. Y es casi seguro que el destinatario de sus palabras no fuera ning¨²n novio, sino el gr¨¢cil, seductor y megatatuado Adam Levine, que durante los 85 expeditivos de su concierto no concedi¨® tregua: estaba prohibido sentarse.
Pod¨ªamos sospechar que Maroon 5 gozaban de un p¨²blico entusiasta por estos lares, pero nos qued¨¢bamos cortos. La joven hinchada espa?ola de los angelinos ya no es solo inmensa, sino entregada a la efervescencia. El pabell¨®n registr¨® un llenazo euf¨®rico, con el papel agotado desde hace meses y sus compradores dispuestos a dejarse el alma, la garganta, las caderas. Y tanto fervor solo puede comprenderse desde el magnetismo de Levine, que ejerce de morenazo cautivador ante quienes le admiran: con sus vaqueros, camiseta sin mangas y aire resuelto, parece ese inquilino del quinto que le cae bien a todo el vecindario.
Claro que el carisma y la meloman¨ªa no tienen por qu¨¦ ir siempre cogidos del brazo. El espect¨¢culo es impoluto, la banda suena bien, no hay un solo detalle sujeto a las leyes del azar, pero decepciona la manifiesta ausencia de alg¨²n picante que aderece tanta carne en el asador. Necesitar¨ªamos algo de salsa para ali?ar tan agotador empacho de estribillos, pero solo encontramos profilaxis, correcci¨®n, la rutina del hoy-es-lunes-luego-esto-es-Madrid. Y es irritante esa fijaci¨®n de encadenar las canciones durante todo el concierto. Para no dar tregua, se supone. O para tramitar con mayor celeridad un nuevo triunfo.
Hay temas enormemente contagiosos y divertidos de corear, pero solo se entrev¨¦ la chicha en She will be loved, en ac¨²stico pero con inesperado final colectivo, o en Sugar, una t¨ªmida aproximaci¨®n al Prince de hace 30 a?os y, de lejos, lo mejor del grupo. Adem¨¢s del ¨²nico momento en que Levine distingue con nitidez su timbre natural del falsete.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.