Bel canto acelerado

Laurent Pelly se siente a gusto en la comedia. Gags, efectos y movimiento esc¨¦nico se inspiran en la m¨²sica, fruto de un meticuloso trabajo que convierte la partitura en su hoja de ruta teatral. Ha firmado notables montajes en el Liceo ¡ªCendrillon, de Massenet, es el m¨¢s logrado¡ª y regresa con Don Pasquale, la genial ¨®pera bufa de Gaetano Donizetti que llevaba casi treinta a?os sin representarse en el coliseo de la Rambla. La huelga de acomodadores, que protestaban con silbatos y meg¨¢fonos en las puertas del teatro, oblig¨® al p¨²blico a validar las entradas y buscar por su cuenta sus asientos, retrasando diez minutos el inicio de una funci¨®n que transcurri¨® sin incidentes.

El montaje es una coproducci¨®n del Festival de Nuevo M¨¦xico (Estados Unidos), que lo estren¨® el pasado verano, la ?pera de San Francisco y el Liceo. Tiene un ritmo endiablado que garantiza la diversi¨®n, pero no da respiro a los cantantes con un movimiento esc¨¦nico acelerado; corren y gesticulan sin parar, y esa hiperactividad, entretenida para el espectador, a?ade presi¨®n innecesaria a las voces, que apenas encuentran momentos de reposo para cuidar la proyecci¨®n y los matices del canto.

Visualmente, Pelly se inspira en el cine italiano, en las cl¨¢sicas comedias de Sordi, Gasmann y Mastroianni, para contarnos las desventuras del viejo y pat¨¦tico Don Pasquale, que quiere casarse con la joven prometida de su sobrino a cualquier precio y acaba viviendo una pesadilla cruel, ir¨®nica y, como estamos en el mundo de la ¨®pera bufa, divertida y con un toque sentimental. No acaba de funcionar, por artificiosa, la gestualidad de los personajes, que Pelly considera arquetipos de la commedia dell?arte.

Quiz¨¢ contagiado por el trasiego esc¨¦nico, el joven director venezolano Diego Matheuz, debutante en el Liceo, pisa fuerte el acelerador en una versi¨®n ¨¢gil y flu¨ªda que aprovecha los momentos de mayor remanso l¨ªrico para subrayar el encanto mel¨®dico y los detalles m¨¢s finos de la partitura.

Muy irregular el reparto, encabezado por una voz debutante en el teatro barcelon¨¦s, el bajo-baritono Lorenzo Regazzo; su Don Pasquale es musical y no se pasa de rosca en la comicidad del personaje, pero costaba oirle en muchos pasajes por su escasa potencia. Limitado tambi¨¦n en cuestiones de volumen e intensidad el tenor Juan Francisco Gatell, voluntarioso Ernesto, de voz demasiado blanca en un papel temible por su alt¨ªsima tesitura.

Triunfaron en el montaje otras dos voces debutantes. La soprano Valentina Nafortita brilla teatralmente con una Norina de armas tomar, maliciosa y felina en sus movimientos, de voz ligera, muy atractiva, h¨¢bil sorteando los escollos de una l¨ªnea de canto ricamente ornamentada y m¨¢s bien justa en los agudos. Por su parte, el bar¨ªtono Mariusz Kwiecienc luce sus generosos medios l¨ªricos en un rotundo y bien perfilado Malatesta. Correcto el bajo Marc Pujol en el papel de notario y bien el coro en sus dos intervenciones.