Cantando con Pablo Albor¨¢n
El cantante malague?o presenta su ¨²ltimo disco, 'Terral' en dos conciertos en un Palau Sant Jordi a reventar
Pocos artistas, muy pocos, tienen actualmente el tir¨®n de Pablo Albor¨¢n, como m¨ªnimo en Barcelona. Agotar las localidades para dos Sant Jordis seguidos (el primero ayer, esta noche el segundo a las 21,30) y llevar un buen ritmo de ventas para un tercer concierto programado en el mismo local para el 23 de octubre, no es una haza?a al alcance de cualquiera.
El malague?o presentaba su ¨²ltimo disco Terral y, seg¨²n fuentes de la organizaci¨®n, unas 16.200 personas se agolparon anoche en el polideportivo ol¨ªmpico m¨¢s para exteriorizar su entusiasmo que para escucharle. Una vez m¨¢s se produjo el fen¨®meno curioso de que, a pesar de no quedar entradas a la venta, la pista se ve¨ªa tan solo medio llena; la causa era la alt¨ªsima densidad de fans ante el escenario mientras que la parte posterior estaba des¨¦rtica. Densidad realmente asfixiante: ya antes de comenzar el concierto los servicios m¨¦dicos tuvieron que evacuar alg¨²n desmayo.
Con doce minutos de retraso las luces se apagaron y un inmenso griter¨ªo casi tap¨® el sonido de una road movie con final gal¨¢ctico que precedi¨® a la salida de Albor¨¢n recibido por centenares de m¨®viles apunt¨¢ndole. Comenz¨® directamente con su ¨²ltimo disco y esas m¨¢s de 16.000 gargantas cantaron con ¨¦l Est¨¢ permitido. Ya desde esa primera canci¨®n el Sant Jordi entr¨® en movimiento. Nada de ir calentando poco a poco, Pablo Albor¨¢n comenz¨® arriba del todo y ah¨ª se qued¨®.
Vestido con un discreto polo azul, la barba perfectamente recortada y una sonrisa de oreja a oreja, Albor¨¢n se sent¨® ante un piano de cola en su tercer tema y ah¨ª se qued¨® un rato cantando con su p¨²blico. Esa fue la constante: m¨¢s que un concierto fue eso que los anglosajones llaman un sing-along, es decir que la gente acude no para ver u o¨ªr sino para cantar y a Pablo Albor¨¢n eso le gusta porque no par¨® de animar al personal a que cantaran con ¨¦l.
Un concierto relativamente previsible que tuvo su sorpresa inesperada cuando Zaz apareci¨® en el escenario. La joven diva francesa es uno de esos nombres a seguir y perseguir (atenci¨®n: el pr¨®ximo 25 de julio estar¨¢ en el Poble Espanyol). Primero compartieron juntos un tema del ¨²ltimo disco de Albor¨¢n y despu¨¦s la francesita se lo llev¨® a su terreno para retomar un viejo hit de Edith Piaff, Sous le ciel de Paris, y Albor¨¢n se defendi¨® la mar de bien jugando en campo ajeno. Fue el ¨²nico momento de la velada en el que el p¨²blico estuvo callado.
Albor¨¢n continu¨® mezclando temas recientes con otros m¨¢s antiguos acompa?ado de una buena banda, una magn¨ªfica realizaci¨®n videogr¨¢fica y los continuados gritos de ?Pablo! ?Pablo! El malague?o bord¨® un concierto redondo sin salirse nunca del gui¨®n, cada canci¨®n es un himno a compartir y los ligeros toques flamencos o latinos tienen una importancia menor. Toc¨® tambi¨¦n la guitarra y el caj¨®n y, sobre todo, anim¨® al personal a mover brazos y cantar. Y lo consigui¨® totalmente: en el Sant Jordi se cant¨®, se bail¨® y, al final, todo el mundo entusiasmado se llev¨® algunos alboranes en el m¨®vil (las c¨¢maras tampoco pararon en toda la noche) para seguirlo disfrutando en casa.
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