El mal fario de Torres-Garc¨ªa
Ninguna de las magnas obras del gran artista del Noucentisme han sobrevivido en su lugar original. Ahora, unos murales sufren bajo una claraboya en Terrassa
El pintor Joaqu¨ªm Torres-Garc¨ªa tuvo muy mala suerte en Catalunya, su pa¨ªs por v¨ªa paterna. Lleg¨® a tocar el cielo de la mano de Enric Prat de la Riba, tras sufrir en manos de monjas incultas y clientes y arquitectos recalcitrantes que arremetieron contra su obra, tap¨¢ndola o vej¨¢ndola. Pero su reinado, con el apogeo de la Mancomunitat y los encargos oficiales, dur¨® s¨®lo cinco a?os. Con la muerte de Prat de la Riba el declive fue fulminante y hasta los que ¨¦l pensaba que eran amigos le abandonaron a su suerte. En 1919, tras ser despedido por Josep Puig i Cadafalch, el nuevo presidente de la Mancomunitat que le impidi¨® seguir la obra magna de la decoraci¨®n del Sal¨® de Sant Jordi, en el antiguo Palau de la Generalitat, Torres-Garc¨ªa vend¨ªa la casa que hab¨ªa dise?ado y construido en Terrassa en 1914, Mon Rep¨°s, y abandonaba su segunda patria. La paz llegar¨ªa pasadas dos d¨¦cadas, en su Montevideo natal (1875), y durar¨ªa 15 a?os, hasta su muerte (1949).
?De siempre, el anhelo del artista uruguayo-catal¨¢n fue la pintura mural. La mayor¨ªa de ellas las hizo en Catalu?a, entre 1905 y 1917. Lleg¨® a crear grandes obras pero ninguna ha sobrevivido en su emplazamiento original, incluso algunas fueron destruidas ya en la misma ¨¦poca, como sucedi¨® en la iglesia de la Divina Pastora en Sarri¨¤, en la de Sant Agust¨ª Vell, en el Raval, y en el propio Ayuntamiento de Barcelona. Los frisos de la Casa Rialp, en el barrio de la Bonanova en Barcelona, se pusieron en venta hace unos a?os y fueron adquiridos por el Museo Reina Sof¨ªa. Los frescos de la Casa Badiella, construcci¨®n muy sencilla en el centro de Terrassa, decorada por el artista, se repartieron entre los descendientes del mecenas que los encarg¨®. Los del Sal¨® de Sant Jordi primero fueron tapados por Puig i Cadafalch con cortinajes y luego, ya en la Dictadura de Primo de Rivera, se les encol¨® encima infames lienzos mediocres. Una vez recuperados, cuando Juan Antonio Samaranch presid¨ªa la Diputaci¨®n, se colocaron en la Sala Torres-Garc¨ªa de la Generalitat donde a¨²n permanecen. Y los de Mon Rep¨°s, que con los de la Generalitat son el c¨¦nit del artista en el campo mural, hace a?os que van de pared en pared.
El exceso de luz y calor y la inclinaci¨®n perjudica los lienzos, creen los expertos
Estos d¨ªas, la Fundaci¨® Antiga Caixa Terrassa, propietaria de esos murales de Mon Rep¨°s, anuncia su emplazamiento en el vest¨ªbulo de su Centre Cultural con el fin de ¡°dar m¨¢xima visibilidad¡± a la joya de la corona de su fondo de arte. En realidad, se descart¨® ubicarlos en las diversas salas de exposici¨®n ¡°porque ocupaban demasiado espacio¡±, admiten desde la direcci¨®n del centro. Por eso se pens¨® en el techo del vest¨ªbulo, simulando una ubicaci¨®n ¡°parecida¡± a la original en la casa que hab¨ªa dise?ado Torres-Garc¨ªa. All¨¢ estaban en un lucernario, pintados al nivel del primer piso, y se ve¨ªan desde la planta baja.
Las cuatro obras pierden mucha visibilidad en la ubicaci¨®n actual y quedan perdidas entre el barullo de las vigas de hierro de la enorme claraboya central. Por otro lado, el exceso de luz solar ciega la visi¨®n y los deja deslucidos, aparte del peligro que puede generar, para su conservaci¨®n, el exceso de luz. Tambi¨¦n el calor, que tanto reciben por arriba, con el sol, como por abajo, con la iluminaci¨®n el¨¦ctrica y la temperatura, es otra gran amenaza, como advierten diversos conservadores consultados por este diario, uno especialista en restauraci¨®n de frescos, y en concreto de los de Torres-Garc¨ªa. Estar inclinados de cara abajo tampoco favorece su preservaci¨®n ya que el estuco puede desprenderse.
Quiz¨¢ consciente de todo ello, la direcci¨®n del centro acaba de encargar un informe para saber si esa colocaci¨®n es perjudicial para las obras y admite, a consultas de este diario, que se atender¨¢ a los resultados para proceder o no a un nuevo traslado.
Su casa en Terrassa, aunque protegida, fue derruida y mal reconstruida
En 1993 Caixa Terrassa compr¨® los frescos del lucernario de Mon Rep¨°s a los entonces propietarios de la finca, una familia que la hab¨ªa habitado medio siglo. Los murales se extrajeron de las paredes y se presentaron en el Museu d¡¯Art Modern, en Barcelona, en una peque?a pero exquisita exposici¨®n: Torres-Garc¨ªa, la fascinaci¨® del cl¨¤ssic. Poco despu¨¦s se instalaron en una de las salas de exposici¨®n del Centre Cultural de Terrassa, en donde permanecieron m¨¢s de una d¨¦cada. Pero cuando se estrenaron las nuevas oficinas de la entidad financiera, proyectadas como el Centre Cultural por el arquitecto local Jan Baca, los directivos se llevaron las pinturas al hall del nuevo edificio. Una vez Caixa Terrassa/Unnim pas¨® al BBVA, el flamante edificio de Baca qued¨® sin uso; la actual Fundaci¨® Antiga Caixa Terrassa ha decidido su traslado, de nuevo al Centre Cultural.
Mientras, la casa de Torres-Garc¨ªa pas¨® en 2003 a un promotor inmobiliario, uno de los impulsores de una enorme urbanizaci¨®n de la zona, Can Colomer, con 4.500 viviendas. Mon Rep¨°s, monumento hist¨®rico art¨ªstico, una vez rehabilitado deb¨ªa pasar a ser la vivienda del promotor, pero al iniciar ¨¦ste las obras de restauraci¨®n, en 2007, la casa se vino abajo quedando s¨®lo parte de la fachada principal. El consistorio de Terrassa abri¨® un expediente al propietario que le obligaba a reconstruirla, respetando la volumetr¨ªa original. Pero Mon Rep¨°s acab¨® como una parrilla de vigas y pilares modernos, sin rastro del original. Ello desat¨® una pol¨¦mica entre propiedad y municipio que pronto qued¨® diluida. Hoy, lo que fue la morada de Torres-Garc¨ªa vuelve a tener techumbre, pero cualquier parecido al original es puro azar.
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