?Malditos aldeanos!
Los partidos y las nuevas alternativas pol¨ªticas e ideol¨®gicas no deber¨ªan dejar que el patrimonio ling¨¹¨ªstico se convirtiera y se instrumentalizara como arma arrojadiza
Hace una semana el director y uno de los fundadores del partido Ciudadanos en Catalu?a, Albert Boadella, declar¨® que a Catalu?a le ir¨ªa mucho mejor si no se hablara el catal¨¢n. Lo dijo como si en lugar de ¨¦l, fuera una copia suya en Polonia, que es donde una frase como esa nos har¨ªa re¨ªr sin ning¨²n remordimiento. Ya conocemos de sobra su pensamiento sobre materias en la que suele opinar con desparpajo incomparable. Boadella suele opinar desde hace mucho tiempo no como el l¨²cido y valiente director de teatro que fue, sino como un miembro activ¨ªsimo de un think tank de extrema derecha. A Boadella no hace falta que le repitan la misma mentira para que se la crea, el solo, como alg¨²n otro exiliado catal¨¢n en Madrid tambi¨¦n, se cree sus propias mentiras a fuerza de repet¨ªrselas una y mil veces, y tambi¨¦n delirios persecutorios dicho sea de paso.
El fin de semana pasado, la portavoz de Ciudadanos en las Cortes valencianas, Carolina Punset, insisti¨® en esa archiconocida idea de que seg¨²n qu¨¦ lengua hables eres m¨¢s o menos universal.
En el programa El convidat, dirigido por Albert Om, recuerdo que el periodista fue invitado por Punset a su casa. Ese d¨ªa lo que m¨¢s me extra?¨® del sabio televisivo fue que, siendo una persona que pod¨ªa hablar perfectamente en catal¨¢n, se dedic¨® a conversar con su visitante-entrevistador como si calculara la cantidad exacta de palabras castellanas que mezclaba con el catal¨¢n. Tal vez creyendo que as¨ª practicaba un biling¨¹ismo irreprochablemente sim¨¦trico. Con ese modelo ling¨¹¨ªstico, no me extra?a que su hija piense lo que piensa sobre el uso del valenciano, lengua que se tritur¨® todo lo que se pudo por el gobierno del PP en la Comunidad valenciana, durante veinte inclementes a?os. Claro que si se hubiera tratado del catal¨¢n hablado en el principado, su opini¨®n no hubiera sido menos temeraria.
Por su parte, las declaraciones de Boadella son bastantes claras al respecto. A lo mejor a los finlandeses les ir¨ªa mucho mejor si en lugar de empecinarse en hablar el fin¨¦s hablaran el ruso o el sueco. Incluso el castellano, que ya le gustar¨ªa al director teatral y, ya no digamos, a la se?ora Punset. Lo de Punset, aunque duela a los o¨ªdos y a la inteligencia, va bien que lo diga. Al final y al cabo es lo que piensa el partido de Albert Rivera en esta materia. Hay de que dejar de dar la tabarra de una maldita vez con el catal¨¢n de Catalu?a, de Valencia, de la franja con Arag¨®n (que ya es el colmo de furia imperialista de esta min¨²scula lengua). Y si pudi¨¦ramos, tambi¨¦n no estar¨ªa mal empezar una similar labor de limpieza con el gallego y con el vasco. En una palabra, hay que dejar de una maldita vez de molestar con esos aldeanismos y decidirse de una vez para siempre ser absolutamente universales.
Lo del aldeanismo tiene su miga. No s¨¦ c¨®mo se lo habr¨¢n tomado los habitantes de las aldeas que siembran Espa?a. La fil¨®loga Mar¨ªa Moliner nos recuerda en su Diccionario del uso del espa?ol que el t¨¦rmino aldeano suele arrastrar tambi¨¦n un significado despectivo. Con ese ¨¢nimo despectivo lo us¨® la hija de Eduardo Punset. (Tambi¨¦n pudiera ocurrir que no conociera su significado primero: habitante de una aldea). Parece mentira que todav¨ªa hoy se sigan utilizando clich¨¦s despectivos con respecto a las lenguas de Espa?a. Y lo m¨¢s curioso e incomprensible es que estos clich¨¦s est¨¦n en boca muchas veces de los propios hablantes de esas lenguas.
Creo que los partidos pol¨ªticos tienen en esta materia, mucho trabajo por hacer. No creo que el uso de nuestras lenguas y su innegociable respeto, sea incompatible con la defensa de otras reivindicaciones m¨¢s urgentes. No s¨¦ c¨®mo se podr¨ªa medir una urgencia con otra. Pero las grandes formaciones, junto con las nuevas alternativas y confluencias pol¨ªticas e ideol¨®gicas, no deber¨ªan dejar que el patrimonio ling¨¹¨ªstico se convirtiera y se instrumentalizara como arma arrojadiza entre partidos. He viajado por Suiza, por B¨¦lgica y nunca he le¨ªdo ni he escuchado que un hablante de una de sus lenguas le hiriera sus sentimientos a otro hablante de una lengua distinta a la suya con ofensas del calibre de la Punset.
Se deber¨ªa ser en este asunto m¨¢s mayorcitos, adem¨¢s de m¨¢s educados y amables. ?Ah, si el aldeano Pau Casals los escuchara!
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario.
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