¡°Pablo Albor¨¢n es como de mi familia¡±
Decenas de 'fans' acampan durante dos semanas para acudir a sus conciertos en Valencia Muchos asistir¨¢n a las dos actuaciones del 2 y 3 de julio en la Plaza de Toros
"Llevo acampada haciendo cola desde el d¨ªa 14 del mes pasado. En total 16 d¨ªas¡±, explica Nora Jafidi (15 a?os) sentada en una toalla sobre el t¨®rrido hormig¨®n de la acera de la Plaza de Toros de Valencia. ¡°Pablo Albor¨¢n es como de mi familia, me ha ayudado a superar mis problemas y en los malos momentos ¨¦l ha estado conmigo cantando", relata mientras un grupo de adolescentes asiente junto a ella en silencio. Jam¨¢s han podido conversar con ¨¦l personalmente, pero dicen sentirse capaces de todo por conseguir, desde la primera fila, al menos, una mirada de Pablo Albor¨¢n. A 24 horas para el concierto del cantautor malague?o, cuyos v¨ªdeos caseros colgados en Internet conquistaron legiones antes de grabar un disco, cientos de adolescentes hacen turnos para no perder posiciones en una improvisada acampada instalada frente al coso.
A las seis de la ma?ana, Isa Baixauli (17 a?os) ha tenido que desmontar la tienda. "Estoy s¨²per cansada pero es que no puedo ni dormir. Mi madre dice que venir a dormir aqu¨ª es de estar loca, que le hago sufrir y que le hago hasta so?ar conmigo", cuenta divertida tras su primera noche durmiendo a la intemperie con sus nuevas amigas.
Los acampados escriben un listado con el orden de llegada de cada grupo
La ajada libreta con hojas cuadriculadas de Nora Jafidi, la primera en llegar, guarda el mayor secreto: la organizaci¨®n y el reglamento de la cola. ¡°Tenemos una lista donde apuntamos los grupos por orden de llegada. El primer grupo, en el que estoy yo, fue el primero en llegar. Lo formamos 18 amigas que nos organizamos en turnos de 8 horas y vamos rotando porque, si cuando pasamos lista, alguno de los grupos no sigue aqu¨ª acampado con, al menos, un representante, se tacha y se pone el ¨²ltimo¡±, con sorprendente veteran¨ªa en este tipo de organizaci¨®n.
Mar Barrionuevo (17 a?os) y Roc¨ªo Barrionuevo (13 a?os) han venido solas en tren desde Castell¨®n. "Como Pablo Albor¨¢n no va a volver a Valencia hasta dentro de dos a?os o m¨¢s, pues nosotras hemos comprado entradas para los dos conciertos. El de ma?ana y el de pasado", dice Mar. "Hay que aprovechar", corrobora su hermana Roc¨ªo. Ambas aseguran que han tenido que ahorrar para pagar de su bolsillo los 33 euros que, explican, les cost¨® cada entrada.
En junio, a mediod¨ªa, con m¨¢s de 30 grados y m¨¢s de un 50% de humedad, lejos de derretirlos, el calor ha avivado los ¨¢nimos de las seguidoras valencianas. En las ¨²ltimas 12 horas, siete grupos nuevos, unas 50 personas, se han unido a la acampada. Suma y sigue. Mientras unas discuten sobre si los tweets de Pablo Albor¨¢n los escribe ¨¦l mismo o no, otras explican cu¨¢l es el kit b¨¢sico de supervivencia en la guerra de resistencia de las colas de fans.
Sillas de playa, toallas, sombrillas, tiendas e incluso colchonetas forman parte del 'kit' de supervivencia
"Dinero, silla, toalla, m¨²sica, tienda, agua fr¨ªa y mucha comida porque como est¨¢s aqu¨ª sentada y no tienes nada que hacer... ?pues comes!", explica Ana Mengual (17 a?os) que lleva una semana haciendo cola. "Ah, y tambi¨¦n una toalla y, si quieres, tienda de campa?a", a?ade. Pero estos objetos no quedar¨¢n abandonados cuando entren al concierto. Algunos chivan que se escapar¨¢n ma?ana de las colas para ir a sus casas a dejarlo todo. Otros, los m¨¢s afortunados, explican que recibir¨¢n la visita de sus familias que se llevar¨¢n en coche los enseres.
"A mi Pablo Albor¨¢n no me gusta, yo vengo por acompa?arla a ella, a mi novia", dec¨ªa Rub¨¦n Garc¨ªa (21 a?os) uno de los contados chicos que habitaban la cola. "No le gusta mucho pero lo tiene que aguantar", re¨ªa a su lado Cristina Soler (18 a?os) manteniendo a salvo su mano de cartas para evitar que Rub¨¦n eche una ojeada furtiva y gane la partida que echan para matar el tiempo. El joven tiene entrada para el concierto y cuenta que, aunque no sigue la m¨²sica de Albor¨¢n, hay canciones que, a fuerza de escucharlas, sin querer, se ha acabado aprendiendo.
La mayor¨ªa de los acampados asegura que sus padres no aprueban su decisi¨®n de dormir en la calle a la espera de que llegue su ¨ªdolo. Algunos de ellos incluso arriesgar¨¢n su puesto en la cola por ir a esperarle a la Estaci¨®n del Norte, a pocos metros, por si, qui¨¦n sabe, llegase ma?ana en tren y pudieran saludarle. Silvia Amor¨®s (15 a?os) compr¨® la entrada el mismo d¨ªa que sali¨® a la venta, a finales del a?o pasado. "Nuestros padres dicen que aqu¨ª estamos perdiendo el tiempo, pero como quer¨ªamos verlo, pues venimos", r¨ªe junto a una amiga.
"Esto me parece una barbaridad. Que se queden a dormir es pasarse. Pero bueno, si ellas quieren, ?aqu¨ª estoy yo!", sentencia Mar¨ªa Jos¨¦ Mortes (51 a?os) sentada a la sombra en una silla de playa junto a un grupo de fans. "Vengo a acompa?ar a mi hija porque es una menor, es el primer concierto al que viene y me quedo m¨¢s tranquila. Pero bueno, a mi Pablo Albor¨¢n tambi¨¦n me gusta, ?eh?", reconoce. Mortes dice que jam¨¢s hasta ahora no hab¨ªa hecho nada semejante. "Todo esto a m¨ª no me va. Incluso cuando era adolescente, he ido a muchos conciertos y no he hecho todas estas colas. Si he entrado m¨¢s tarde, me he aguantado y ya est¨¢". Ma?ana, por primera vez, entrar¨¢ de las primeras.
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